Capítulo 2

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Odio las fiestas tanto como a las personas en ellas.

Aparco cerca de la acera, dos casas antes que la número tres, me apoyo en el volante mirando la calle.
San Carlos es un barrio pijo, las casas están alineadas y son de color blanco, con sus terrazas y sus flores, pertenecen a gente que se baña en dinero.

Salgo del coche, el aire frío me envuelve haciéndome temblar. Subo la cremallera de mi cazadora hasta el cuello e introduzco mis manos en sus bolsillos comenzando a caminar.
Cuando salí de casa, me fui pensando que Natalie me escucharía y se quedaría en casa tranquila, no sé como se me olvidó que mi hermanita no es de las que se quedan en casa tranquilas.

Me detengo frente la casa número tres, la música se escucha fuerte y estridente. Tiene un bonito camino decorado con flores y césped, en él, hay varias personas morreándose y un tipo está tumbado boca arriba, su camisa manchada de algo que parece vómito y se abraza a una botella de ron.

Asqueroso.

Camino por la entrada de la casa y subo al porche, la puerta está medio abierta. Cuando entro, el olor a humo y alcohol me golpean, la música hace vibrar mi pecho. La casa está abarrotada de gente, en frente hay unas escaleras de madera color crema y al lado, una sala de estar con un mini bar. Hay varias mesas de terraza con rayas de polvo blanco encima.

Joder, Natalie.

Me deslizo entre la gente buscando el rostro o el cabello de mi hermana, varios adolescentes me esquivan y se quejan cuando paso entre ellos. En la sala de estar, hay vasos rojos de plástico esparcidos por todos lados, arrugo la nariz.

Odio el alcohol y a la gente borracha.

Alguien me empuja y caigo contra el brazo del sofá, gruño levantándome dispuesta a liarme a puñetazos con quien sea, pero cuando levanto la cabeza, la veo, a Natalie subida a la barra del mini bar meneando el cabello como si de una estrella de rock se tratara.

Estoy flipando.

Me abro entre codazos entre la gente para llegar hasta ella, cuando me ve abre los brazos y chilla:
—¡Hermanita, llegaste en el mejor momento!

La voy a matar. 

Sin pensarlo dos veces me encamino pisando fuerte hacia ella, no puedo contener mi rabia que está apunto de explotar fuera de mí.

<< Contrólate>>, me digo sintiendo la sangre de mis venas burbujear caliente. Me abro a codazos entre la gente, un chico con el pelo rosa se hace a un lado y descubro a una chica de pequeña estatura, su cabello claro recogido en dos coletas altas. Su boca forma una o cuando me ve. 

Suspirando bajo la cremallera de mi cazadora ante la repentina ola de calor que me invade, coloco las manos en mi cadera esperando que la chica me diga algo o se aparte de mi camino.  

—Yo...— me cruzo de brazos esperando a que diga algo coherente, cambia el peso de su cuerpo hacia la otra pierna, parece nerviosa. —Mi nombre es Emily.

Ah, ella es la chica que me llamó. 

—Hola Emily, ¿me permites pasar?

—Cl...Claro—tartamudea haciéndose a un lado. 

Paso entre ella y el chico del pelo rosa, mis ojos se vuelven a poner en mi hermana que balancea las caderas  al ritmo de Poker Face mientras chilla como una loca. 

—¡Oh, si nena, así se mueve el culo!

—Que mierda — gruño, mi atención se centra en un tipo que esta detrás de ella, muerde su propia boca mientras palmea su rostro. Paranoico.

Dayana. ©Where stories live. Discover now