Capítulo 3

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DAYANA (once años)

Mamá está tarareando una canción mientras decora mi tarta de cumpleaños con glaseado rosa. Insistí en qué prefería cualquier color antes que el rosa, pero mamá simplemente me mandó callar.

Natalie colorea en un libro de dibujos, está muy concentrada en no salirse de las líneas. Hoy es un día especial pero no porque sea mi cumpleaños sino porque papá tiene una entrevista de trabajo y mamá está segurísima de que le darán el trabajo. Ella dice que él tiene algo llamado "don de gentes" y es capaz de meterse a la gente en el bolsillo. Le pregunté que cómo haría para meter gente en su bolsillo y mamá me dio su mirada de "deja de hacer preguntas".

Mamá da un brinco en su sitio cuando escuchamos un portazo que proviene de la entrada delantera, sus manos se restriegan con fuerza sobre su delantal y se lo quita doblándolo sobre la encimera. Su cuerpo se endereza y el mio se estremece mientras oímos sus fuertes pisadas que se dirigen directamente hacia nosotras. Mi hermana sigue pintando ajena a todo.

—Mas te vale haber terminado la cena —gruñe erizando mi piel, mi corazón comienza la familiar frecuencia desbocada provocada por el miedo.

No le ha ido bien.

Mamá corre a prepararle la mesa y él se sienta frente a la televisión, lo miro de reojo con miedo de que me pille mirándolo, se ha quitado el saco del traje y ha arrancado la mitad de los botones de la camisa, su corbata ha desaparecido en algún punto de la casa. Se saca los zapatos con un puntapié y los deja tirados de cualquier forma.

Mamá corre a recoger toda la ropa desperdigada y luego le sirve la cena teniendo cuidado en no derramar nada.

Papá odia cuando derramamos algo.

Mamá le sonríe y se gira para marcharse pero antes de girarse completamente papá la agarra de la muñeca, puedo ver como la fuerza de su agarre crea un hematoma en su muñeca. Mamá gimotea en voz baja.

—¿No vas a preguntarme qué tal me ha ido? —pregunta lentamente. Mamá se ve asustada. Mis tripas se revuelven ante lo que se acerca.

—¿Cómo te ha ido la entrevista, cariño?

—Mal —gruñe. —Esos jodidos empresarios no creen que sea capaz de hacer mi trabajo. ¿Tú qué opinas??

—Yo... —tartamudea, sus ojos volando en todas direcciones buscando una respuesta que no desate la ira de mi padre.

Natalie a mi lado derrama el vaso de jugo.

Puedo ver a cámara lenta lo que sucede a continuación, papá grita y abofetea a mamá tirándola al suelo. Se encamina hacia Natalie y antes de que la alcance me interpongo en medio. La bofetada que me propina me saca todo el aire de los pulmones y mi cadera golpea contra la punta de la mesa enviando mil puntos de dolor diferentes a través de mi cuerpo.

Lo último que veo antes de que la oscuridad me engulla son las gotas de sangre que salpican el suelo.

En la actualidad...

—¡Natalie, por favor, baja esa música intento estudiar!

—¡No haberme castigado!

—¡No haberme desobedecido!

—¡Entonces véndeme y cómprate un conejo!

Levanto la cabeza de mis apuntes desparramados sobre la cama.

—¿Acabas de citar una frase de Lilo & Stitch? —pregunto desconcertada.

No obtengo respuesta y el volumen de la música aumenta, hastiada me levanto de la cama en la que llevo más de medio día intentando meterme en la cabeza el maldito código penal, abro la puerta con fuerza y ésta golpea la pared creando una grieta. A grandes zancadas me dirijo hacia su habitación, las desgastadas paredes parecen retumbar con cada vibración producida por la música.

Dayana. ©Место, где живут истории. Откройте их для себя