Capítulo 7: El Gangster Caballero (2)

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Jon observaba inmóvil. Primero sentía que debía detenerlos, pero no porque considerara que estuviera mal golpear a Bastáis, sino porque Tommi había interrumpido la conversación e impidió que Jon pudiera seguir reuniendo la información que tanto necesitaba. De alguna manera, ese hecho terminó siendo el detonante de algún tipo de rabia que estaba despertándose en él, pero en verdad, al igual que la euforia e ira que había emergido en sus camaradas, no tenía una causa justificable.

—Malditos fumanti... sólo saben desquitarse peleando sucio —decía muy dificultosamente Bastáis, quien tenía los ojos entrecerrados y comenzaba a sangrar un poco más por los labios—. ¡¡Van a morir todos ustedes, jodidas basuras!!

Tommi continuó golpeándolo mientras que Ángelo y Donato, quienes lo sostenían de los brazos, lo soltaron para propinarle varias patadas en la espalda. En ese momento, Bastáis utilizó su mano derecha para intentar desenfundar su espada. Casi instantáneamente, Jon se acercó y pateó el brazo del caballero, haciendo que suelte la empuñadura de su arma.

—No bajen la guardia, idiotas —reprochó Jon a sus camaradas—. Aléjense un momento.

Jon tomó a Bastáis, lo hizo ponerse de pie y lo empujó hacia la barra. Luego se colocó enfrente del caballero e hizo la misma pose que había hecho contra Seiji una semana atrás, colocando su mano izquierda en el hombro del oponente y el brazo derecho estirado hacia atrás con la palma abierta. Bastáis apenas reaccionaba debido a su estado, por lo que no intentó defenderse.

¡¡"Trunk Wave"!! —exclamó al impactar su palma derecha contra el pecho del caballero.

Tommi, Donato y Ángelo observaron impresionados. La onda de choque del golpe provocó que la armadura de Bastáis se partiera en pedazos, además de hacer arrodillar del dolor al caballero y hacerlo vomitar sangre. Por si fuera poco, la madera de la barra que se encontraba detrás de Bastáis se había rajado superficialmente. Pocos segundos después, el caballero se desplomó inconsciente y de boca contra el suelo.

—¿Qué mierda acabas de hacer? —preguntó atónito Tommi.

—Una técnica que aprendí en mis prácticas hace diez años y que estado fortaleciendo. Con el daño que he provocado ya ha tenido suficiente, así que dejémoslo ya.

—¿Qué dices? ¡Te has quedado toda la diversión! —respondía un eufórico Ángelo.

—Lo siento, Jon. Esto no es tan sencillo —agregaba Tommi—. No podemos irnos y simplemente dejarlo aquí así o tirarlo por ahí. Cuando vuelva su consciencia mañana, probablemente recuerde lo que pasó y estaremos jodidos.

—¿Qué estás sugiriendo? —intervino Donato.

—Bueno... hay que deshacernos de él.

—¿Estás hablando de matarlo? —cuestionaba Ángelo.

—Exacto. Hay que eliminarlo sin dejar rastros. Vamos, es la única manera de que nadie pueda culparnos de nada. Si lo dejamos vivo, podemos darnos por muertos. Es él o nosotros.

Mientras escuchaba, Jon volvió a ser consciente de la situación. Hacía tan sólo unos momentos, una furia totalmente injustificable se había apoderado de él y lo había impulsado a atacar a Bastáis, sin siquiera permitirse pensar en lo que estaba haciendo. Lo que es peor, Jon quería volver en sí para pensar en una solución, pero aún sentía la poderosa furia dentro de él. Tanto era así, que incluso sentía una extraña emoción al pensar en dejar que mataran a Bastáis y se deshicieran del cuerpo. No podía controlar sus emociones, no podía comprender lo que le ocurría.

—¿Qué hacemos? ¿Quemamos el cuerpo? —insinuaba Ángelo.

—No. ¿Dónde podríamos hacer eso? —respondía Donato.

Odisea de Clanes | Volumen 1 - Primera Odisea en IneriaWhere stories live. Discover now