La última esfera

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Harry lo conoce demasiado bien

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Harry lo conoce demasiado bien.

Harry sabe por qué las mariposas van primero; es su sello. Las mariposas tienen escamas, igual que los dragones, y el nombre de Malfoy es ese. Cuando hacen una travesura, siempre queda una mariposa dibujada con magia en alguna parte, a la vista sólo de los Gryffindor y aquellos de confianza en otras Casas. Apareció el día de la colada, en el baño de Ravenclaw, incluso en los chicos bully que burlaron.

Los leones van después por la Casa, porque Ginny es una leona furiosa, cazadora, protectora, y Draco la deja cargar con las partes que no puede -que no quiere- llevar él.

Las luciérnagas mágicas son un invento de ambos, hechizos que comenzaron como bromas bajo instrucciones de los gemelos Weasley, y terminaron convirtiéndose en algo suyo, en lo que hacían cuando creían que nadie les prestaba atención en la Sala Común. Lo que los relajaba, lo que le devolvía el brillo a los ojos grises de Draco.

La escarcha es para divertirlos; por una vez, es consciente de ello.

Draco no hace nada malo en ese momento.

Las imágenes del juego ficticio, pertenecen a una práctica, y cuando se identifica a sí mismo, se pregunta qué tanto trabajo les tomó copiarlo, ejecutarlo, crearlo.

Es una hermosa creación, así que no se explica por qué Malfoy huye en medio de la distracción, y al fijarse en él, ¿no son esas lágrimas estancadas?

Oh, Malfoy llora.

Malfoy -Draco- llora. Puede llorar.

Harry se siente idiota por tomarlo como una novedad, por no considerar que, igual que todos, es capaz de tener sentimientos.

De repente, la base de datos de Draco Malfoy, en su cabeza, se desintegra. Nada. No sabe nada.

O mejor dicho, sabe sólo lo que ha querido saber, lo que ha buscado durante esos seis años.

Harry no entiende por qué el pecho se le aprieta y comienza a moverse hacia los dormitorios. Se abre camino, evade felicitaciones y amigos, ignora el llamado de Ginny a sus espaldas. Todos quedan atrás.

Él tiene la mente concentrada en otro asunto.

Encuentra el cuarto a oscuras, la caldera está encendida, pero no genera suficiente luz para identificar gran cosa. La cama de Draco va entre la de Seamus y la puerta del baño, cerca a la de Neville. Tiene el dosel cerrado.

En el camino, se tropieza con una escoba y un bate que han sido arrojados al piso. Trastabillea, hay un ruido sordo, y Harry sabe que él lo ha notado cuando escucha un arrastre sobre el colchón y un quejido.

—...lárgate, Gin —Escupe Draco, resguardado por la tela del dosel. Suena ronco, no lloroso; Harry no sabe si sentirse aliviado o no—, en serio, ahora no.

Mariposas y leonesWhere stories live. Discover now