No te acerques.

1.- Pesadillas

***Disclaimer: Este capítulo incluye referencias de violación.***

Las risas hacían eco en el bosque prohibido mientras un chico de escasos 17 años permanecía de pie encadenado entre dos arboles por las muñecas, aguantando toda clase de insultos, escupitajos, golpes y uno que otro toque indecente por parte de sus encapuchados captores, quienes jugaban con su presa mientras esperaban órdenes de su señor.

- ¡CRUCIO! - Escuchó a alguien gritar mientras sentía como un horrible dolor se expandía por todo su cuerpo, haciéndole crear una mueca y aferrarse fuertemente a las cadenas en un intento de no verse débil en el rictus de dolor que la maldición le proporcionaba.

Escuchó las risas de todos los mortífagos, burlándose, y después de unos segundos, el dolor cesó, permitiéndole relajar un poco el cuerpo.

- ¡CRUCIO! - Gritó de nuevo Lord Voldemort, obteniendo un gruñido por parte del chico que se mordía los labios para evitar gritar. Ver al "maravilloso" chico que vivió luchando por no demostrar su dolor le aburría, necesitaba verlo sufrir, llorar, pedir clemencia y rogar por la muerte. Con eso en mente, detuvo el hechizo y sonrió perverso. - Tal parece, que el Cruciatus no tiene efecto sobre ti. - Dijo mientras caminaba hacia él, observando como las piernas del joven comenzaban a temblar, fallando debido a la tortura, pero el amarre impedía que cayera de rodillas. - Tal vez deberíamos intentar algo más antes de matarte. - El chico abrió los ojos viendo al hombre con odio pero sin decir nada. Sabía que estaba atrapado y no podía huir en ese momento. - Ustedes cinco, voy a requerir sus servicios especiales. -Dijo señalando a 5 enmascarados que se encontraban cerca.- Los demás vayan a cubrir el perímetro.

Los susurros fueron aumentando mientras los mortífagos se alejaban, dejando a los 5 elegidos de pie ante su líder.

Voldemort se acercó a Harry, pasando un largo y pálido dedo por su mejilla; el chico sintió un dolor taladrándole la frente, partiéndole la cabeza, impidiéndole pensar con claridad.

- Está vez no usaré hechizos, Potter. - Su sonrisa maliciosa hizo que se le erizarán los pelos de la nuca a Harry, y bajando la voz hasta convertirla en un suave susurro, continuó. - Ahora sí te haré sufrir, Potter. Pedirás clemencia y rogarás que sea yo mismo quién te conceda la muerte.

Escuchó el tronar de un par de dedos y la visión de Voldemort desapareció de enfrente de él, para dejarle ver a un mortífago acercarse. No supo quién era pero sintió como las cadenas lo dejaban libre para ser capturado de nuevo por dos pares de manos que le sometían y empujaban para amarrarlo de cara contra un tronco, abrazando uno de los árboles que antes lo apresában. Podía ver a su derecha al Lord, disfrutando de la función con una maquiavélica sonrisa, sentado en un trono labrado de oro con lo que parecían imágenes de muggles debajo, muy similar a los muggles de la escultura del ministerio.

Sintió un jalón detrás, sacándolo de sus pensamientos, y escuchó el desgarrar de tela, a la vez que una ráfaga de aire frío le pegaba en la piel desnuda de la espalda, logrando que se tensára en el momento. Sintió un par de manos acariciando su cuerpo y una risa de gozo.
Las manos comenzaron a bajar lentamente hasta llegar a sus glúteos y escuchó nuevamente el sonido de su ropa romperse. En ese preciso momento, con el culo al aire y las ropas hechas tirones, Harry Potter se dió cuenta que estaba a punto de ser violado y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

La humedad de una lengua comenzó a recorrer su cuello a la vez que las manos se posicionaban a sus costados agresivamente, recorriendo la piel desnuda con desesperación, arañandolo y lastimandole, dejando marcas por dónde viajaban. Cerró fuerte sus ojos y deseó fervientemente haber muerto cuando era un bebé, reclamándole a su madre por haber dado su vida por la suya, así no tendría que pasar por esto. Los ojos le ardían pero no iba a permitir que le vieran llorar, no les daría ese gusto.