Capítulo 20

3.4K 186 3
                                    

Sentada en el sofá y leyendo la sección de economía, de vez en cuando observaba a Camila tumbada boca abajo en la alfombra de la sala, frente al periódico del domingo. Al escuchar el silbido de la cafetera, me levanté para servirnos el café, cuando me agarraron por el tobillo...

- Quítate de mis clasificados. - me ordenó con una voz pretendidamente enfadada, traicionada por la hermosa sonrisa que estampaba su rostro.

Riéndome también, me acosté sobre el periódico.

- ¿Puedo preguntar que estás buscando?

- Un apartamento... - contestó Camila, sentándose y recogiendo su cuaderno de notas. - ¿Sabes qué? No me dijiste cuál será mi salario inicial. ¿Cómo puedo calcular un presupuesto si no sé cuánto voy a ganar?

Me giré sobre mi espalda, acuné la cabeza entre las palmas de mis manos y apoyé las piernas en el sofá, cruzándolas en una actitud muy relajada.

- ¿Y puedo saber por qué estás buscando un apartamento? Pensé que ya habíamos llegado a un acuerdo...

- ¿Acordado qué, Sra. Lauren? - me interrumpió en tono jocoso, apartando su mirada del cuaderno a mis ojos, que ciertamente revelaban mi completa satisfacción en estar allí, a su lado, un lunes por la noche. - Tengo que dejar este apartamento a finales del mes que viene, y lo único que hemos acordado es que me quede en tu apartamento durante una semana mientras tú estás de viaje. Para cuidar tus plantas, por supuesto.

- Oh, sí, por supuesto. - concordé, divirtiéndome con su picardía. Estiré el brazo y la acerqué haciendo que se acostara a mi lado. Apoyando mi torso en la palma de mi mano, me puse a un lado, jugando con el contorno de su cara con mi mano libre. - ¿Por qué tienes que ser tan orgullosa? Déjeme ayudarte.

Camila hizo una mueca.

- Tengo que saber que puedo cuidar de mí misma.

- Sólo te sugería que te quedaras allí hasta que puedas asentarte y juntar algo de dinero para comprar cosas para tu apartamento, como muebles, por ejemplo.

Ella me empujó el hombro con su dedo y, al caerme, echó su cuerpo sobre el mío. Sus largos rizos colgaron sobre su delicado rostro, antes de apoyar su cabeza en mi pecho.

- Tengo algo de dinero ahorrado y una tarjeta de crédito para esas cosas.

- Entonces, ¿por qué no quisiste ir al médico cuando te enfermaste hace dos semanas?

Silencio.

- El dinero está en una aplicación, que aún no puedo tocar y, no me enfermé. Sólo fue un resfriado.

Le sujeté la barbilla, levantando su cara hacia mí.

- Dime la verdad.

Camila suspiró.

- Porque tengo la misma reacción con los médicos que con las personas en general. El último médico que intentó meter el estetoscopio bajo mi blusa, casi pierde los dientes delanteros.

Imaginar la escena me provocó una risa. Pero luego me puse seria.

- Tal vez debieras buscar a alguien con quien hablar sobre esto, Cami.

- ¿Sobre qué? - preguntó, con desconfianza.

- Sobre tu pasado... - antes de que terminara de hablar, noté que su cuerpo se tensaba y trataba de apartarse, pero la rodeé con mis brazos. No podía permitir que huyera siempre que... - No te haré daño, Cami.

Ella me miró, muy seria.

- Crees que estoy loca, ¿no?

- Creo que hay una razón por la que tienes tanto miedo a las personas. - respondí, con valentía. No podía permitir que huyera todo el tiempo. - Si no puedes hablar de ello conmigo, tal vez alguien que esté capacitado para tratar con... - ¿cómo decirlo?

Un secreto entre nosotras | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora