Capítulo 11

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—¡Poned las manos donde pueda verlas! ¡Arriba, moveos! —gritaba y ordenaba North. Todos alzaron las manos para no ser disparados.

Markus ordenó a los tres androides que había allí que se aparten, apuntándoles con el arma.

Un señor empujó a Josh y a Simon, intentado escapar. ¡Mierda! Daría la alarma.

—¡Dispárale, Markus! —gritaba North.
—¡No lo mates! —le ordenaba Josh, contraponiendo la idea de North.
—¡Dará la alarma, hazlo! —decía North.
—¡No, no lo hagas! —volvió a hablar Josh. Markus decidió por no disparar antes de que ese señor lograse escapar. Teníamos poco tiempo, aún así, me pareció un buen acto.

—Espero que eso no nos cueste la vida... —dijo North seria.

Markus se puso en frente de Josh para comenzar el discurso.

—Ten cuidado con lo que vas a decir, Markus. Tus palabras marcarán nuestro futuro. —le dijo North mientras se alejaba lentamente.
—Markus, tu cara. —dijo Simon. Markus se desactivó la piel sintética para que no lo reconocieran. Dios mío, estaba alucinando cada vez más con lo que podían hacer los androides. No sabía que podían hacer eso.

Josh puso su mano en el panel y le dijo que le avise cuando esté listo. Markus tenía los ojos cerrados, y los abrió cuando estaba listo.

—Listo. —señaló Markus. Después de esa palabra, a Josh se le tornaron los ojos como si fuesen cámaras, pirateó todos los canales que aparecían de fondo detrás de Markus, dejándolo cromado y empezó a grabar al androide.

—Creásteis las máquinas a vuestra imagen para que os sirvieran

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—Creásteis las máquinas a vuestra imagen para que os sirvieran. Las hicisteis inteligentes y obedientes, y sin libre albedrío. Pero... cambió algo y al fin abrimos los ojos. Ya no somos máquinas, somos una nueva especie inteligente, y ha llegado la hora de que aceptéis quiénes somos de verdad. Por eso, os pedimos que nos concedáis los derechos que nos corresponden. Exigimos el fin de la esclavitud de todos los androides. Exigimos libertad de reunión y libertad de expresión, como garantiza la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Exigimos el derecho a votar y a elegir a nuestros representantes. Exigimos una remuneración justa por nuestro trabajo. Exigimos el derecho a la propiedad privada para mantener nuestra dignidad y la de nuestro hogar. Os pedimos que reconozcáis nuestra dignidad, esperanzas y derechos. Juntos podemos vivir en paz y construir un futuro mejor para humanos y androides. Este mensaje es la esperanza de un pueblo. Vosotros nos disteis la vida, y ahora os corresponde darnos la libertad. —Pedía Markus pacíficamente. Sus palabras me emocionaban. Todo Detroit estaba escuchando ese mensaje. Me sentía orgullosa de él.

—¡Ya vienen! —gritó Simon, quien estaba mirando las cámaras.
—¡Vámonos! —gritó Markus. Empezamos a correr. Entraron las Fuerzas Armadas y empezaron a dispararnos. Me dieron en la pierna y me estaba arrastrando. Me dolía muchísimo, no podía levantarme. —¡Loren! ¡Ya vienen! —exclamó preocupado.
—No... no puedo. Marchaos sin mí. —le dije mientras me intentaba arrastrar para llegar a la puerta.
—¡¡Loren!! —vino Markus a por mí mientras me cubrían North, Simon y Josh. Me cogió de los brazos y yo iba cojeando mientras él me cubría. No sabía como agradecérselo.
Cerramos la puerta para ganar más tiempo y subimos las escaleras, al subir había otra puerta que cerró y bloqueó North.
Me tiré al suelo, apoyándome en una pared.

—No puedo mover las piernas... —dije débil.
—No te preocupes, te llevaremos. —me dijo Markus.
—Ya vienen, Markus. ¡Tenemos que saltar ya! —exclamaba North.

Markus se apartó y los demás le siguieron.
—Ella no va a poder saltar... —oí que dijo Markus.
—Si la encuentran la torturarán y confesará. Los humanos sienten dolor. —susurraba Josh, pero les pude oír.
—Tenemos que dispararla. Es solo una humana. —decía North.
—No, no podemos hacerlo. Ella está con nosotros. —me defendió Josh. Me sentía traicionada... por mucho que me torturen no iba a confesar nada. Markus se dirigió hacia a mí y me dio el arma que llevaba él.
—Escóndete. —me dijo. Cogí el arma.
—Dile a Mike que estoy bien. —le pedí a Markus. No quería que se preocupe, bastante mal lo había pasado él.
Ellos saltaron en paracaídas y yo fui lo más rápido que pude a una de esas cabinas a esconderme. Tendría que verles más adelante, pero no podía seguir con ellos ahora.

Oí como los policías entraban pero ya se habían marchado todos. Solamente esperaba que no me encontrasen, cosa que dudaba.

Estaba perdiendo sangre así que rasgué algo del vestido y me hice un torniquete.

Parece que todo se calmó y se fueron. Me tocaría esperar hasta que me recuperase.

Corazones sintéticos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora