42. 450 AÑOS-LÁGRIMA CARMESÍ

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—¡¡DÉJENME SALIR!!—La voz de Minho retumbaba en los largos y oscuros pasillos que guiaban a la entrada del calabozo donde se encontraba encadenado de pies y manos mientras sus ojos se encontraban vendados.

—¡¡MALDITOS ENGENDROS COBARDES!!... ¡¡¿DESDE CUANDO TOMAN REHENES?!!—Gritaba con todas sus fuerzas a pesar de no tener idea del lugar en que se encontraba.

Una leve brisa marina y el lejano sonido de las olas chocando con las rocas era su única compañía en aquel silencio total.

—¡¡COBARDES!!—Lo último que sabía es que estuvo en aquella habitación de hotel con Taemin y después de eso todo se había tornado completamente negro.

Los minutos se volvieron horas, los segundos parecían eternos, finalmente desistió y dejó de gritar, su cuerpo se volvió cada vez más pesado hasta que finalmente sus rodillas cedieron y terminó colgando de unos fríos y metálicos grilletes que aprisionaban sus muñecas en compañía del sonido de pesadas cadenas en medio de una oscura habitación sin entradas o salidas de luz o aire.

El putrefacto olor a sangre que fue un choque para sus sentidos al despertar, al final no era tan desagradable, quizás porque sus sentidos se habían acostumbrado.

La pesadez en sus ojos terminó por vencer y el momento exacto en que perdió la conciencia sería difícil de determinar.

Sus ojos se abrieron nuevamente cuando una voz femenina llegó a sus oídos acercándose a la distancia.

—¿Qué va a hacer con él?... ¿No va a matarlo... Cierto?—Aquella voz era familiar, sin embargo estaba tan exhausto que no sabría decir a quién pertenecía.

El tiempo que parecía congelado para nuestro diestro cazador comenzó a correr nuevamente cuando el sonido de una pesada puerta metálica al abrirse rompió el silencio que lo rodeaba.

Los ligeros pero firmes pasos de sus captores se escucharon al acercarse a él.

Cinco metros, Minho comprobó que seguía atado.

Cuatro metros, ¿Quiénes eran?

Tres metros, algo dentro de él comenzó a agitarse.

Dos metros, su respiración se aceleró, demostrándole que seguía con vida.

Un metro, deseó que fuera una pesadilla.

Los pasos se detuvieron frente a él, su ceño se frunció y pequeños jalones en la tela sobre su pecho se hicieron presentes.

Uno a uno los botones que unían ambos lados de su camisa comenzaron a ceder.

El pequeño impacto de cada uno al llegar al suelo, sonaba como si una enorme roca cayera y retumbara a su costado.

La frialdad de la brisa golpeó sus bien trabajados abdominales cuando la tela al fin cedió.

Estaba a punto de desmayarse cuando una extraña sensación se presentó en su cuello, lo que parecía el filo de una navaja se posó y se hundió en su piel como si su cuerpo estuviera hecho de mantequilla.

—Tranquilo, solo dolerá al principio—Otra voz conocida pero que era incapaz de reconocer debido al agotamiento.

El filo en su cuello comenzó a bajar hacia su torso, era doloroso pero extrañamente no al punto de desfallecer, cruzando su pecho y resbalando hasta su abdomen seguido de una cálida y cosquilleante sensación acompañada del fresco olor a sangre recién liberada de su propio cuerpo.

—¿Q-quién es?—Preguntó Minho al sentir que aquel filo se separó de su piel.

—Al fin te encontré—La voz femenina susurró en su oído y entonces al fin logró reconocerla.

Su respiración se congeló.

Cada milímetro de su piel se estremeció.

Su corazón ralentizó su latir.

Y sus ojos fueron cegados cuando lo que los cubría se deslizó de su posición.

Entre cerró sus ojos intentando enfocar su mirada en medio de la oscuridad, su corazón casi salió de su pecho cuando se encontró con unos enormes ojos amarillos frente a él que lo miraban cálida mente.

—¿T-Tamara?—Minho susurró al ver la imagen de la chica mestiza frente a él, su ceño se frunció aún más al notar el amarillo en los que solían ser castaños generalmente o incluso un profundo verde esmeralda.

—No soy Tamara... Soy Risa—Ella dijo sonriendo mientras todos los grilletes liberaban a Minho.

Él la miró con pesadez en sus ojos al tiempo que su conciencia se desvaneció, su cuerpo cayó e impactó el suelo como si de un costal se tratara.

—Dongwoo—Risa llamó a su sirviente, el demonio apareció y ella continúo.

—Recuerda que tenemos un trato, ambos queremos lo mismo, así que... No se te ocurra perder ante ese "mocoso"—Risa sonrió mientras el demonio ingresaba a un inconsciente Minho.

—¡Jiah!—Nuevamente Risa llamó a su sirviente, la joven vampiresa noble y cazadora salió de las sombras intentando no mirar a Minho, aquel que había sido como su primo y hermano, se encontraba ahora en presencia de su princesa.

—¡Llévalo al lugar que te indiqué!... Luego vuelve aquí y espera por mis órdenes—Risa indicó y después se retiro dejando a Minho y Jiah a solas.

Jiah debía llevarlo a una cabaña en lo profundo del bosque dentro de los dominios del emperador.

Cuando se disponía a emprender su viaje notó que la camisa de Minho seguía abierta, así como el largo corte que Risa había efectuado desde su cuello hasta su abdomen, el corte por donde el demonio Dongwoo había ingresado.

Y aunque ya no estaba sangrando Jiah se acercó a él para limpiarlo un poco mientras cerraba aquellas telas y recordaba un poco de los últimos años.

¿Quieren saber?

Un pequeño Flash Back entonces.

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[FLASH BACK

Cerca de 450 años atrás, cuando Jinki ordenó a Joon buscar el alma de Kibum para regresarla a su cuerpo.

En los aposentos de Risa, Jiah se presentó a petición de su princesa.

—Oppa ha enviado a Joon en busca del alma de Kibum—Declaró Risa mientras entregaba una piedra roja a Jiah.

—Debes impedirlo... Debes impedir que Joon la obtenga y robarla para mí, el alma de Kibum—Risa ordenó a una sorprendida Jiah que no hizo más que tomar el objeto que la otra le entregó e ir a cumplir su misión.

—Se vienen tiempos feos—Le dijo al infante sentado en sus piernas mientras peinaba sus negros cabellos.

Y si... Es lo que están pensando... Risa le entregó a Jiah el collar con la gema carmín que Minho usaría siglos después, un collar impregnado con la sangre de la futura emperatriz, un collar, lo suficiente mente poderoso como para absorber y sellar el alma de Kibum.

Así bien... Jiah conocía el lugar donde el alma de Kibum se encontraba, ya que cuando Joon la escondió por primera vez, ella lo siguió.

Fue realmente fácil llegar a aquella cueva oculta detrás de una gran cascada, en medio de un frondoso bosque entre montañas serpenteantes, las minúsculas partículas de agua daban la impresión de tener la zona inmersa en neblina.

Al atravesar el ancho manto de agua se encontró una cueva completamente seca y oscura, contrario a lo que creía que encontraría habían muchas flores iridiscentes obteniendo la poca luz que entraba y ésta se reflejaba de mil formas y colores entre los pétalos de todas ellas, como si guiaran el camino de los visitantes al interior de aquel lugar, adornando la estancia de descanso del alma perteneciente al más hermoso de los hijos del emperador.

Jiah caminó con lentitud hacia el fondo, sus pasos se perdieron en el sonido del agua, después de unos metros, frente a ella encontró una curiosa figura de alguna piedra preciosa irradiando una bella y cálida luz naranja.

—Mi joven príncipe—Susurró ella al levantar el collar en dirección a la figura, ni dos segundos se requirieron para que el brillo de aquella se transfiriera al collar.

El seco eco de la figura al caer resonó en toda la cueva, Jiah se apresuró para salir llevando consigo el collar, los destellos naranjas en él comenzaron a desaparecer y las voces de Joon y Dongwoo la hicieron correr escondiéndose a las afueras.

Los mencionados ingresaron a la cueva, diez segundos después el joven Dongwoo fue expulsado de la misma y se estampó contra un gran árbol, impactó contra el suelo retorciéndose en agonizante dolor, llagas negras y malolientes comenzaron a aparecer en su piel, una sobre otra rompiendo desde el interior y dejando expuesta su carne.

Dos segundos después Joon salió de la cueva, Jiah se sorprendió pues creyó que mataría al hombre pero en cambio hizo algo mucho peor... Lo maldijo.

Una maldición que duraría mil años, ese era su castigo por haber perdido el alma de Kibum, la furia de Joon en aquel momento era tal que no pensó con claridad cuando condenó al pobre hombre a permanecer en su cuerpo encerrado los siguientes mil años mientras el tiempo hacía los estragos naturales en él sin dejarlo descansar.

"Experimentarás la muerte en vida, tu cuerpo se pudrirá y caerá a pedazos, tu carne resbalará de tus huesos mientras cada una de tus entrañas se rompen y carcomen tu interior, tus huesos se romperán uno a uno durante los siguientes 600 años, 300 años deambularas por la tierra como una asquerosa masa putrefacta y 100 años experimentarás como tu alma se desgarra poco a poco mientras deseas que aparezca y te destruya."

Joon se fue del lugar dejando atrás a un agonizante Dongwoo con sus huesos astillados y cubierto en sangre que se arrastraba poco a poco intentando llegar al agua pues sentía que su interior estaba siendo quemado.

Jiah dudó por un segundo si debía acercarse, nuestra joven noble sentía algo de culpa ya que ella había robado el alma de Kibum, al final lo hizo, se acercó a Dongwoo a quién más tarde le enseñaría el arte de asesinar vampiros y fundaría la única Rama Genuina de Cazadores en Corea.

Jiah volvió a donde Risa se encontraba para entregar el collar con el alma de Kibum, pero no logró su objetivo ya que su princesa le entregó el niño que estaba con ella, ordenó que le pusiera el collar y nunca se lo quitara.

Jiah tenía una nueva misión, proteger a ese niño a toda costa hasta que Risa le indicara lo contrario, lo que Jiah no sabía es que tendría que cuidar del niño durante 450 años, y si... Es lo que están pensando... ese niño, era Minho.

FIN DEL FLASH BACK]

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Así fue como el gran clan de cazadores surgió, con Dongwoo como líder y la noble vampiresa como su respaldo, Dongwoo se hizo el propósito de destruir a todos los vampiros posibles durante el tiempo que su maldición se lo permitiera, y tenía un vampiro en específico a quién quería destruir, desde luego ese era Joon.

Jiah vivió los siguientes 450 años cuidando de Minho, hipnotizándolo constantemente para que él mismo pensara que era un simple humano, hipnotizando a todos los cazadores del clan y a todos los habitantes de aquella ciudad.

Pero entonces, sé lo que se están preguntando...

¿Minho no es humano?

¿Minho es un vampiro?

Ya casi se revela el secreto de Minho, no desesperen, volvamos al presente con Jiah llevando a Minho a donde Risa le indicó.

—¿Jiah?—Minho susurró al sentir la calidez de su prima que lo sacaba del lugar, ella se sorprendió tanto que casi lo deja caer.

El frío de la noche se hizo presente con la brisa marina y el chocar de las olas fue cada vez más nítido.

—Jiah...—Minho obtuvo fuerza para sujetarse de ella quien detuvo su caminar—Jiah, yo... tuve un sueño loco, soñé que eras una vampiresa—Ella detuvo su andar y ayudó a Minho a sentarse en una gran roca junto al acantilado con el océano de fondo.

—Tranquilo... pronto lo olvidaras ese mal sueño—Jiah comentó al posicionarse frente a él mientras acariciaba su mejilla para hacerlo mirarla.

—¿Qué pasa si no quiero olvidar?—Preguntó Minho mientras con su mano detenía y aprisionaba la de Jiah—En verdad eres una de ellos... ¿Por qué debo olvidar?—Repitió al notar el destello carmesí en esos ojos que creía conocer.

—No quiero olvidar... ¿Por qué presiento que eh olvidado algo importante antes?—Minho repitió haciendo dudar a Jiah, entonces la chica respondió.

—Solo olvida Oppa—Minho frunció el ceño molesto y tomando la mano de Jiah con fuerza la empujó.

—¡Dije que no!... ¡Basta!—Minho se levantó y comenzó a alejarse de Jiah quien lo miró sin estar segura de que hacer, no podía negar que en los últimos 450 años ese hombre se había convertido en alguien valioso para ella, pero al final, había jurado lealtad a Risa.

La chica se levantó para cumplir con su misión, apareciendo repentinamente frente a Minho activó los reflejos de cazador que lo habían acompañado toda su vida, en realidad sus más de 450 años, explicarían fácilmente porqué era tan buen cazador.

Des afortunadamente en esa ocasión terminó odiando sus diestros reflejos cuando frente a él se encontró con las pupilas de ella contrayéndose, una desconocida calidez envolvió su mano y de la comisura de los labios de ella dos hilos de sangre emergieron contrastando de forma fantasmal con su blanca y pálida piel.

Los ojos de la chica buscaron a Minho, los de él bajaron a su mano para darse cuenta que había atravesado el abdomen de Jiah.

La respiración de Minho comenzó a acelerarse, la de Jiah a ralentizarse, los latidos de él parecieron detenerse y los de ella bombearon tan rápido que la sangre de su herida salió a borbollones.

El reflejo de Minho fue retirar su mano, sus ojos se abrieron tanto que dolieron al darse cuenta que, su mano estaba completamente negra.

Jiah perdió el equilibrio y se desplomó hacia el frente sujetándose de los fuertes brazos de Minho quien desde luego intentó detenerla.

Su negra mano en contacto con Jiah quemó la piel de la última carbonizando el brazo que tocó de inmediato.

—¡¿Q-q-ué...?!—Fue lo único que salió de los labios del cazador al retirar sus manos de ella y sentir como algo dentro él comenzaba a moverse.

Jiah sonrió al caer de rodillas y al fin comprender cuál era el plan de su joven princesa.

—N-no es... Tu culpa...—Le dijo a Minho sonriendo—Olvídame ahora... solo soy un vampiro más que debes exterminar—Al decir aquellas palabras, los ojos de ambos brillaron y el recuerdo de Jiah desapareció de la mente de Minho.

Un profundo vacío se sintió en el pecho de él, 450 años de recuerdos modificados por Jiah volvieron, y en todos y cada uno de ellos la noble vampiresa desapareció.

La piel de la chica comenzó a carbonizarse partiendo de ambas heridas, como si de cenizas se tratara comenzó a desprenderse siendo transportada por la brisa marina.

—No hagas lo que "ella" quiere—Fueron las últimas palabras de Jiah acompañadas de una cristalina lágrima carmesí.

Los ojos de Minho se tornaron completamente negros, su mano se alzo y sin piedad golpeó el corazón de la chica, lo que quedaba de ella explotó esparciendose en todas direcciones.

Una sonrisa ladina adornó el rostro de Minho mientras lo que quedaba de las cenizas se desprendía de sus dedos.

—Lo recuerdo—Susurró para si mismo—Lo recuerdo todo.

El negro en su mano comenzó a desaparecer al tiempo que un fuerte mareo lo acechó, llevó su mano a su cabeza como intentando que ésta no cayera, sus ojos volvieron a la normalidad y finalmente se tambaleó.

A punto de perder el equilibrio y caer sintió que alguien posó su mano en su espalda.

Su respiración se cortó, se sentía incluso más aterrado que aquella vez que estuvo a punto de morir en el bosque a manos de Xia.

Cada una de sus extremidades se sintió helarse, como si fueran expuestas a nitrógeno líquido, su piel se estremeció a tal punto que la sensación en ella terminó siendo comparable a una seca y marchita hoja.

—No te asustes...—Unas pequeñas manos se entrelazaron en su pecho al tiempo que un cuerpo frío se pegó a su espalda.

El tiempo pareció detenerse, por extraño que pareciera esas simples palabras parecieron tranquilizarlo.

Después de diez segundos su respiración se tranquilizó, su palpitar volvió a su estado normal, su piel recobró su calidez y sus manos fueron capaces de moverse lo suficiente como para separar aquellas sobre su pecho y darse vuelta para encontrarse con la dueña de aquellas.

—¿T-Tamara?—Preguntó al ver a la que físicamente se veía como ella pero su mirada amarilla la delataba, además de un calculador y frío sentimiento al interior de sus ojos.

La brisa del mar hacia bailar los cabellos largos y ondulados cabellos de la chica frente a él, una imagen que le recordó aquel día que la vio por primera vez.

Minho se sentía confundido, ante él estaba Tamara, la vampiresa que le mostró que no era un monstruo, y aunque no terminaba de procesar los 450 años de recuerdos que le habían sido devueltos mientras sentía su cerebro como si se encontrara dentro se una licuadora, podía estar seguro que el recuerdo de esa chica era genuino.

Las cenizas en el viento seguían bailando a su alrededor y la voz de Risa rompió el silencio.

—¿Qué se siente?... Matar a un noble—Una sonrisa maligna se dibujó en los labios de la chica mientras Minho miró alrededor para asegurarse que no quedaban rastros del asesinato que acaba de cometer.

La sonrisa de ella se reflejó en el rostro de él al tiempo que sus ojos se tiñeron de negro en su totalidad y negras venas aparecieron en toda su piel.

—Se siente bien—Respondió Minho al tiempo que pisaba las pocas cenizas que quedaban en el suelo.

—Es una lástima, era una buena chica—Risa se acercó a Minho sonriendo y se posicionó frente a él tomando su rostro entre sus pequeñas manos—Realmente te extrañé—Susurró sobre sus labios con la intención de besarlo.

—¿Risa?—Preguntó él sobre los labios de ella cerrando sus ojos para recibirlos.

Y lo hubiera hecho... De no ser por la imponente bestia que salto desde el bosque gruñendo y provocando que toda la construcción a sus espaldas se cimbrara.

Caramelo... Había vuelto... El leal cachorro había estado buscando a Tamara y al fin la había encontrado.

La mirada de Risa encontró al monumental perro que se acercaba a paso firme hacia ellos.

—Eres una peste—Sentenció ella levantando su mano hacia Caramelo con el claro propósito de matarlo.

Pero se vio interrumpida por el fuerte quejido de Minho quien con cada paso que Caramelo se acercaba sentía como si su cerebro se expandiera al interior de su cráneo.

Como resultado Minho comenzó a retroceder para alejarse de él, lo que fue un grave error ya que terminó cayendo por el acantilado detrás de él directamente a las aguas del profundo y negro océano.

—¡Maldito!—Risa se exaspero ante la escena, porque, había esperado tanto para ver a Minho, exactamente 450 años y un mugroso perro mutante no la iba a fastidiar.

Pero lo que Risa no sabía era que, el mugroso perro era creación de Jonghyun.

Tal vez si lo hubiera sabido se hubiera alejado a buscar a Minho en lugar de tratar de matarlo, su acción fue extrañamente torpe, sus poderes no se manifestaron y terminó siendo estampada contra la construcción donde Minho había estado prisionero.

Cayó y se impactó en el suelo y Caramelo terminó sobre ella con sus enormes patas a los costados de su cabeza.

Un fuerte y estruendoso gruñido fue lo que le siguió a continuación, más poderoso que un trueno y con un aliento calcinante que terminó por quemar cada uno de los cabellos de Risa (O mejor dicho de Tamara), así como la piel de su rostro, cuello y brazos.

Prácticamente su rostro quedó en los huesos para el momento en que la mirada amarillenta de Risa al fin se fue, los ojos castaños de Tamara volvieron y al instante perdió la conciencia.

Caramelo se detuvo y comenzó a lamer a su dueña, los tejidos de Tamara ya habían empezado a regenerarse pero asombrosa mente cada lamida de la enorme, babosa y maloliente lengua de Caramelo parecía acelerar su regeneración.

Después de unos minutos Tamara se encontraba "completa" una vez más aunque inconsciente, Caramelo se acurrucó junto a ella conservando su bestial forma como si la cubriera de la fría brisa, nuestro leal cachorro pasó la noche en vela protegiéndola.

LUNA ESCARLATA (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora