Delirio de dragón

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Abandonaron Vhakan luego de que el sol saliera.

Mina, tan atenta como siempre, preparó un saco con comida para ellos y los despidió con una sonrisa bastante decaída que pareció recomponerse cuando Izuku sostuvo su mano y le susurró que no descansaría hasta que Kacchan estuviera bien.

Kirishima había querido viajar con ellos, pero Katsuki lo había puesto a cargo del reino temporalmente y el pelirrojo no pudo negarse a ello. Sero los acompañó al borde de la ciudad, bastante callado y sin su usual sonrisa.

—Volveré antes de que la luna nueva ocurra. —prometió el cenizo cuando el azabache se despidió de él y este asintió, comentando que se lo diría a los demás apenas volviera al palacio.

Izuku se despidió con un ademán y se giró para seguir los pasos del cenizo, los zapatos rojos que su madre había hecho especialmente para él resaltando entre el verde apagado de la maleza y el peso casi fantasma de One for All anclado a su costado.

Bakugo parecía arrepentido por haber soltado información tan privada al humano la noche anterior, por lo que pasó toda la mañana evitándolo y Midoriya entendió el mensaje sin necesidad de preguntar.

Había tenido otro de esos sueños que se sentían muy, muy reales y que parecía, se volverían comunes para él; despertó un par de veces más durante la noche, cubierto de sudor y con el corazón muy acelerado, aunque esta vez, por razones muy distintas a las de la primera ocasión.

En su primer sueño, se había sentido aterrado, paralizado por su propio miedo y con la mente aturdida, como si estuviera llena de una neblina muy densa, pero en el segundo su cuerpo estaba adormecido por una sensación muy cálida en su pecho pues Kacchan lo sostenía con fuerza entre sus brazos, besando suavemente su mandíbula cada cierto tiempo y alejándose solo para susurrarle palabras reconfortantes, dándole el calor que al parecer le faltaba, todo mientras Izuku se aferraba a él con fuerza, asintiendo a cada frase que abandonaba los labios del cenizo.

Tan solo recordarlo hacía que se sintiera avergonzado. Se descubrió a sí mismo deseando que Katsuki se quitara la capa para poder mirarlo sin recato o anclando sus ojos a las gotas de agua que rodaron por su cuello cuando este bebió agua y entonces comprendió que estaba arruinado.

Revisó su arrugado mapa de Yuuei cuando se detuvieron en Asvan para descansar. Kacchan parecía conocer bien el bosque y ni una sola vez dudó sobre el rumbo de sus pasos, otorgándole a Izuku una sensación de seguridad que le había faltado desde el ataque a Grimrah.

Tomó de entre sus cosas un trozo de pan y le dio una mordida para después mirar al ra'ka, quien ya estaba mirándolo de vuelta.

—¿Q-qué?

—No estaba mirándote, Deku idiota.

Rodó los ojos y regresó a su almuerzo, dejándose caer sobre la hierba larga y suspirando, las cigarras cantaban a su alrededor y él encontró el ambiente mucho más relajante que nada; se extendió para tomar su mochila de viaje y la sacudió para sacar todo el contenido, cayendo su bolsa de monedas, el libro y una pluma.

Hacía un tiempo que había terminado de leer la enciclopedia, pero se había vuelto una costumbre para él llevarla consigo a todos lugares, como si pudiera servirle en algún momento y en ese instante le pareció una buena idea ojearlo.

Kacchan se levantó de su lugar de repente y caminó rápidamente hacia el fondo del bosque, rompiendo pequeñas ramas bajo sus botas y empujando el follaje de los árboles con las manos para poder avanzar sin lastimarse; Izuku lo observó atentamente antes de regresar a lo suyo.

Vhakan; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora