✧ :・゚➽ Tan feliz.

8.9K 381 168
                                    

"Durante todo este tiempo nunca he dejado de vigilar tus pasos y admirar tus esfuerzos"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"Durante todo este tiempo nunca he dejado de vigilar tus pasos y admirar tus esfuerzos".

Caminé lentamente, sintiendo la humedad del rocío en mis ropajes, el viento aún aullaba por la reciente batalla y se podían oír a los pájaros cantar con la mañana.

"Estaba completamente segura de que tú destino era vencer a Ganon de una vez por todas".

Frente a mí, tan deslumbrante como siempre, con su cabello siendo acunado por el viento, mirándome, Zelda, por fin estaba de nuevo junto a mí, con aquella sonrisa que esperé todo ese tiempo para ver.

"Gracias Link... Héroe de Hyrule".

Mi cuerpo se estremeció al oír su voz de nuevo, su dulce y cálido timbre, y la sensación de olvido.

"Dime...¿te acuerdas de mi?".

—Princesa... —Musité en voz baja inclinándome hacia ella.

-

Mi cabello, rubio cenizo alborotado cubría la mayor parte de mi cara, y finalmente lo removí con una mano, me acomodé para salir de mi cama y automáticamente al sentarme un ardor profundo se plantó bajo mis costillas.

—Tch...

Dirigí mi vista hacia el lugar donde se originaba el dolor. Tenía vendas, en toda la espalda desnuda con unas pocas manchas carmín, y la única prenda que me cubría era un pantalón café claro.

Estaba en mi casa, en Hatelia, el piso de madera se opacaba, así que podía asumir que era fácilmente mediodía.

Ahí recordé el accidente de ayer, un viaje con Zelda. Terminamos siendo atacados por un grupo de lizalfos, bajé la guardia para respirar y uno me clavó su lanza bajo las costillas.

Zelda... ella me había traído y creo que regresó a la posada donde hasta nuevo aviso se hospedaría.

Las cosas eran un total caos, el castillo estaba a media reconstrucción, estaban reclutando soldados, formando un consejo y pensando qué sería de la familia real.

Deberían ya haber acabado la mitad, quienes fueron contratados nos indicaron qué Zelda ya podía estar ahí, su habitación y unas partes del castillo ya están listas para ser habitadas.

Se suponía que al día siguiente nos iríamos y apenas era mediodía, entonces tenía tiempo de vagar un rato.

Me paré apoyándome de la pared hasta donde estaban mis armas, ropa y pertenencias.

Salí con dificultad, apoyándome con los árboles hasta llegar a mi yegua.

—Vamos, Epona. —Dije mientras cabalgaba hasta el pueblo. Iría al Laboratorio a perder el tiempo, no tenía nada más que hacer. ¿Y porqué con Epona? No me sentía en condición de caminar.

Al fin, esa noche pude dormir bien, e incluso soñar, cosa que era rara desde el cataclismo.

-

Después de un viaje sin paradas, finalmente llegamos.
El castillo se veía mejor, más agradable, pero había algo raro que no solo yo noté, sino también Zelda.

El paso restaurado se veía como antes a excepción de la vegetación.

Era por la tarde, habíamos viajado cuatro o cinco horas.

Por dentro, se veía diferente, a comparación de la última vez qué lo pisé, las paredes estaban totalmente reconstruidas, las alfombras y lamparas fueron cambiadas y por lo que veo, los soldados ya han empezado a hacer lo suyo, y aunque eso no me quitó mi puesto como escolta personal de la princesa, no dejaría que lo hicieran.

Llevaron a Zelda a sus aposentos, y a mí me asignaron un cuarto a unos treinta metros del de Zelda. Me terminé bañando y acomodándome en la habitación.

Era enorme, había una cama de dos plazas junto a una de las paredes bajo una ventana grande y un baño conjunto.
Apuesto a que Zelda ordenó que me dieran algo así de grande.

Después me mandaron a llamar, iríamos a que ella hablara con el capitán de la nueva guardia real.
Caminaba sin interés detrás suyo hasta donde estaba, esperándonos en la armería. Finalmente para ese ajetreado día, como de rutina, ella iría a cenar.

Una vez en el refectorio, ella insistió en que cenara con ella, lo cuál fue de lo más extraño, pero cortésmente acepté.

Sirvieron bastante comida y me contuve a no devorarlo todo. Ella al poco tiempo habló.

—Link, se qué es muy pronto pero, pasado mañana, iremos a Kakariko — Me miró —Necesito arreglar unos asuntos, ¿Conoces gente ahí? Considero que nos sería útil.

Asentí.

Después de la corta y simple plática, ella se retiró nuevamente a sus aposentos.

Acostado cubierto por las cobijas hasta la mitad de mi cuerpo, con aún vendas en la cadera, miraba hacia el techo.

Conocía a Zelda, ella me habló de sus penas, miedos y sueños en los últimos meses, y lo único que quise era hablar y hablar con ella.

Lo que pensaba y lo que recordaba, como terminó todo y volvió a empezar.

Sus palabras, marcaron un inicio.
El sentimiento de ser las únicas personas que sabían lo qué se sentía irse cien años, regresar y no conocer casi a nadie, sentir que no estaba sólo realmente me aliviaba, sentirla ahí.

Lloré varias veces, abrazándome y diciéndome qué solo era una pesadilla, qué quería despertar, volver a ver lo que una vez fue.

Me carcomía la culpa, y era de noche cuando estas ansiedades regresaban a mi mente.

Intenté todo para lograr sonreír un poco, y cuando lo logré, me di cuenta de que había cambiado demasiado.

Mi cabeza dolía, mejor, no jactarme con recuerdos y realidades, y nuevamente, decidí pensar en otra cosa.

Ella tiene un lindo nombre, me recordaba un amanecer. Solo pensarlo hacía que un repentino cosquilleo me recorriera de pies a cabeza.

—No debería estar sintiendo aquello. —Susurré antes de caer dormido.

-

Apenas entramos en el salón principal un muchacho de espalda giro la vista hacia nosotros y sonrió, usaba lentes, sus ropajes eran muy oscuros y tenía un libro de espaldas. Era realmente atractivo, ¿Para qué mentir? Pero, no me gustó su nariz.

—Hola, héroe, princesa—. El pelinaranja hizo una reverencia rápida—. He venido aquí por usted majestad, vine como pretendiente, mi nombre es Shad.

Esto último me cayó como un balde con agua helada.

✦ ❥ ¿Y qué si tengo celos?  [ Zelink ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora