✧ :・゚➽ Tan doloroso.

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Puedo apostar a que realmente, no siente nada por él

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Puedo apostar a que realmente, no siente nada por él. Se está casando por conveniencia.

Había conocido, muchas personas pero ninguna me hace sentir como ella, pero tienen razón, no soy un noble, no tengo oportunidad alguna.

Una caminata larga hasta el bosque perdido. Uno de los caballos se lastimó,  el de Shad y Zelda le prestó el mío, como si nada sucediera, ese imbécil.

Nunca había odiado tanto a nadie. Era egoísta e ignorante. ¿Porqué Zelda le dijo que se casarían? Realmente no lo entendí.

Esto será un desastre, yo no puedo pensar bien, me duele mi cabeza.

Me siento tan inferior, como si fuera su peón.

Pensé qué Zelda y yo éramos cercanos, ¿Qué sucedió?

Sin darme cuenta, las lágrimas caían por mis mejillas y se notaban en el suelo, pero los dos adelante de mi no lo notaban, estaban absortos en ellos mismos.

Una vez llegamos se bajaron de los caballos.

—No...—. Susurré —. Princesa, Shad, les pido qué regresen al castillo—.  Ambos me miraron—. Puedo hacerme cargo solo.

—No, Link, si esperaremos.

—Su Majestad...—. Me arrepentí, camine adentrándome en el bosque, mientras ellos nunca prestaron atención.

Cada pocos segundos un zumbido se oía cerca de mi, como si algo pasara a mi lado.

Ahí se veía una entrada, cubierta de musgo y enredaderas verdes, una luz cálida resplandecía en el lugar.

Mientras camino, oyen las voces de los pequeños kolog a mi alrededor.

"Héroe de Hyrule".

—Gran árbol Deku—. Dije ignorando el resto de las cosas a mi alrededor.

"Tiene muchas inquietudes, ¿Qué sucedió?".

—Zelda se casará.

"No pensé qué lo afectaría a usted".

Caminé un poco más hasta llegar al centro del pedestal.

Agité y moví la espada por última vez, mi unión, mi amuleto.

Un aire de nostalgia me invadió, como si no quisiera despegarme de ella, era especial.

Finalmente, apreté la empuñadura y fui clavando la espada poco a poco en el pedestal.

Sentí, qué mis ojos se humedecían.

...

La miraba en sueños, una habitación llena de cartas.

Los vagos recuerdos de mi madre sobrevolaron mi mente, sin duda, en esos momentos, apenas cumplía mis cuatro años, y ella estaba sumamente orgullosa de que acompañara a mi padre a la Región Zora.

Fragmentos de toda mi vida, desde los más hermosos, hasta los más dolorosos.

[...]Frente a él, arrodillado, el joven muchacho de cabello cenizo, con la mirada hacia abajo, mostrándole sumo respeto. Su uniforme de caballero, la cota de malla que usaba hacía resaltar aún más su persona.

Al lado del rey, una joven princesa sonriente de apenas dieciséis años, mirando al chico con curiosidad.

Ellos, al principio, no se llevaban bien, pero un par de veces en su infancia, llegaron a hablarse.

Al lado izquierdo del rey, un señor un poco más viejo, de cabello anaranjado canoso y cicatrices en su cara.

Y más al fondo, al lado de su padre, un chico de casi su misma edad, vestido de forma elegante y con facciones atractivas.

Zelda, él será tú escolta personal-[...]

Un recuerdo tan real, y no tiene ningún significado, ¿por qué?

En esa noche lloré por sentirme débil.
Por eso busqué el coraje que tanto me hacía falta.

Mire hacía arriba para encontrarme con el lugar donde había dejado todo. Aún tenía la espada entre manos, la solté.

—Gracias por todo...—. Musité mientras caminaba y me limpiaba mis lagrimas con mi antebrazo.

...

Caminar por el frío bosque finalmente termino de calmarme, sentía qué me habían lanzado a un lugar desconocido. Sin la espada me sentí desnudo.

Al límite del bosque, aprecié una escena qué ni en mil años hubiera querido ver.

—Te recuerdo, Shad, por eso te lo pedí, que te casaras conmigo.

—¿Qué?

—Hace cien años... tú y yo...

Él solo la vio y sonrió, abrazándola, haciendo que ella soltara una risilla, haciendo sentir peor.

Ya había roto mi corazón, pero parecía que estaba decidida a pisotearlo.

Era natural sentirme así, y aunque lo aceptara, me dolería, perseguiría y enfurecería verla feliz con él.

No quería aceptarlo.

No quería aceptar...qué me había enamorado de Zelda.

Pero...

Por ver su sonrisa a diario, sus ojos verdes brillar y escuchar su tenue voz, era sentirse tan vivo, a pesar de qué el causante de todo ello no fuera yo, si ella era feliz, yo también.

Sonreír para que nunca se pusiera triste.

Entonces, por su felicidad, fingiré qué este amor nunca existió.

✦ ❥ ¿Y qué si tengo celos?  [ Zelink ]Where stories live. Discover now