EXTRA (1)

480 22 16
                                    

Este capítulo se sitúa antes de empezar la historia. Se centra en la relación que Leonardo tenía con Katia.

LEONARDO

—Espera. Rebobina,—insiste Tiago sentándose frente a mí con los ojos bien abiertos.—¿Fuiste a la gala de inauguración, te emborrachaste y terminaste acostándote una de las modelos?

—Sí.—mustio cabizbajo.

—¿Y cuál es el problema?—ríe mi amigo dejándose caer en el sillón delante de mí sin cuidado.

—Estoy casado, Tiago.—le recuerdo severo dándole otro largo trago al whiskey de mi vaso

Llevo toda la tarde encerrado en el apartamento de Tiago bebiendo y contándole el tremendo embrollo en el que me he metido. ¡Quien me manda a beber de esa manera, joder!

Y es que después de nuestras habituales discusiones con Katia, me vi obligado a asistir a un bodrio de evento el cual no quería ir solo, pero terminé yendo para contentar a la prensa y a mis padres.

El problema vino cuando me sentí tan frustrado con mi matrimonio que empecé a beber hasta que lo último que recuerdo son las torneadas y largas piernas de una pelirroja encima mío. Ni de su nombre me acuerdo.

Joder, Leonardo. Esta vez te has lucido.

—Si, esa es otra de las cosas por las que ahora mismo te estaría dando una paliza por no haber tenido los huevos de contármelo antes.—replica Tiago mosqueado.

¿Otro de mis errores? Haber aceptado la promesa a Katia de no decirle a absolutamente nadie sobre muestro casamiento. Hasta la fecha de hoy no entiendo el por qué me lo hizo prometer con tanta urgencia, pero ya no puedo más, ya no puedo aislarme de mi amigo cada vez que quiere salir a tomar algo.

—¡Te lo estoy contando ahora!—exclamo perdiendo los nervios. Sé que hice mal, pero en ese momento estaba atado de pies y manos.

—Claro, cuando ya no tienes escapatoria.—discute tomando también un largo trago de su vaso, pero lo suyo es coca cola. Supongo que alguno de los dos ha de mantener la mente fría.

—¿Que hago?—me lamento con voy rasposa, producto de la desesperación y escondiendo la cara entre las manos.—Como Katia se entere de esto...

—Te va a dejar y serás libre para acostarte con quien te dé la gana.—termina por mí, pero lo único que se gana es una mirada fulminante.

—De verdad que no entiendo cómo sigo escuchándote.—refunfuño maldiciendo en voz baja.

—Porque sabes que tengo razón y te da miedo aceptar lo evidente.—me replica del todo convencido.

—¿Aceptar el qué?

—Que ya no estás enamorado de Katia.—suelta como si nada y me atraganto con la bebida.

—¡¿Cómo se te ocurre...

—¡Oh, vamos Leo!—vocifera carcajeándose de mi enojo creciente.—Puedes mentirte y decirte que esa chica que conociste en la universidad sigue siendo la misma que ahora duerme a tu lado, pero no es así.

—Eso no es cierto, ha pasado por muchas cosas y ahora con la presión de mi padre para heredar la empresa todo se ha vuelto más complicado.—nos intento justificar buscando las palabras adecuadas.

DOBLE NACIONALIDADWhere stories live. Discover now