{Capítulo 20}

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Lucila

La tarde de estudio se hizo pasajera con las pequeñas charlas de por medio y los mates, excepto por la parte de continuar con física. En algunos intervalos donde nuestra atención se alejaba de la asignatura, me centraba en observar a Paulo detalladamente sin quedar en evidencia: sus ojos azul cielo se veían como cristales a la luz del sol, la forma en que mueve su cabeza a un lado para acomodar su cabello es realmente atractiva, y por supuesto no podía dejar de prestar especial cuidado a sus rosados labios en el momento que me hablaba o los humedecía.

—Lucila, ¿estás escuchándome?

—¿Disculpa? —digo sacudiendo los pensamientos de mi mente mientras bebo el mate que Paulo acaba de servirme—. Lo siento, estoy algo cansada y me distraigo fácilmente.

—Si quieres por hoy dejamos aquí y lo seguimos la próxima —sugiere—. De todos modos hemos avanzado bastante.

Mientras continuamos tomando mate las charlas se van haciendo cada vez más profundas, a tal punto que el tiempo pase rápido con él y me provoquen ganas de no querer irme.

La luz del día brilla por su ausencia en el cielo, y de repente se encienden las luces de la cancha exterior de baloncesto para quienes realizan las prácticas en el turno noche.

—Tengo una idea. ¿Quieres que juguemos un rato?

—No soy buena en los deportes, y mucho menos en baloncesto.

—Entonces déjame que te enseñe —suelta Paulo con los ojos brillantes.

''Enséñame lo que desees.''

El doble sentido en sus palabras es más que evidente, por lo que mis mejillas comienzan a arder con intensidad. Asiento sin poder decir una sola palabra y nos dirigimos hacia pista al tiempo que Paulo va picando el balón.

—Esto es ridículo —exclamo riendo—. No podré hacerlo.

—Vamos, solo intenta encestarla —dice Paulo arrojándome la pelota.

Una vez que la tengo en mis manos giro sobre mis talones quedando de frente al aro de baloncesto y la lanzo en el aire sin poder embocarla. La tomo de nuevo pretendiendo encestar al menos una vez pero no lo logro.

—Esto es imposible, no sé cómo es que te resulta tan sencillo —exclamo soltando la pelota y colocando mis manos en la cintura.

—Son muchos años que tengo de práctica, Lu —dice viniendo hacia mí—. Te ayudaré.

Nuevamente con el balón en mi poder, Paulo me indica que dé la vuelta situándome un poco más cerca de mi objetivo. Mientras tanto, él se ubica detrás de mí quedando a menos de un centímetro de distancia y acomoda la posición de mis brazos. Claramente tenerlo tan cerca provoca que un inesperado calor se apodere de mi cuerpo sin dejar que pueda concentrarme en totalidad.

Una vez hechas todas las correcciones posa sus manos sobre las mías ayudándome a lanzar el balón, y para mi sorpresa entró en el aro.

—¿Viste que podías? —susurra en mí oído con la voz ronca.

—Gracias a que me ayudaste, Londra —respondo quedando cara a cara con él.

Paulo se muerde el labio inferior e instintivamente me acerco para besarlo, porque sinceramente no aguantaba un segundo más sin hacerlo. Al tiempo que mis manos acarician su nuca, las suyas bajan por mi espalda hasta ubicarse en mis muslos con el fin de elevarme para que enlace mis piernas alrededor de su cintura.

De repente escuchamos a alguien carraspear su garganta haciendo que nos separemos bruscamente y algo sonrojados por la situación.

—Disculpen, chicos —dice el hombre de seguridad de la academia—. Lamento interrumpirlos, pero esto es una cancha de baloncesto.

—Lo sentimos —exclamo avergonzada.

—Tienen suerte que no los descubrió la rectora, ahora lárguense de aquí.

Sin más que decir asentimos, y rápidamente tomamos nuestras cosas para irnos de aquí como si no hubiera sucedido nada. En camino hacia nuestras habitaciones el silencio reina entre los dos, pero sin ser incómodo porque estando con Paulo nunca podría sentirme así.

—Bueno, creo que deberíamos controlarnos un poco más la próxima —exclama Paulo en la entrada de su cuarto rascándose la nuca.

—Al menos en público.

—¿Entonces si te digo que te descontroles conmigo en privado lo harías?

Su pregunta me toma por sorpresa haciendo que mi mente quede totalmente en blanco y comience a balbucear palabras incompletas. Paulo lanza una fuerte carcajada ante la situación, hasta que sus ojos llenos de lujuria se posan en los míos para luego mirarme desde la cabeza a los pies en forma detenida.

—¿Sucede algo? —interrogo ruborizada y algo nerviosa.

—Sí, y es que me encanta verte con el uniforme de animadora —confiesa sin filtro—. Me despierta cosas en el interior que un caballero no debería decir.

¿Acaso este muchacho tiene el poder de hacerme sentir débil ante sus palabras? Porque yo creo que sí. Cada vez que me dice algo de esa forma hace que solo quiera arrojarme a sus brazos y pasar las noches con él, pero por suerte me gana el autocontrol.

—Supongo que habérmelo puesto hoy y no haber tenido las prácticas, al menos dio sus frutos para tus halagos.

—Eso siempre —dice Paulo sonriendo pícaramente.

Luego de unos minutos allí mirándonos, decido romper el momento observando la hora en mi celular.

—Paulo, lamento cortar esto, pero creo que es tarde y debería volver a mi cuarto. No quiero que me regañen por estar fuera de horario —explico apenada.

—Está bien, Lu —responde dándome un beso en la frente—. Nos vemos mañana, bombón.

—Adiós.

Paulo ingresa en su dormitorio cerrando la puerta detrás de él, dándome el pie a encaminarme al edificio de los cuartos femeninos. Cruzando el oscuro campus, un llanto desesperado llama mi atención y comienzo a acercarme de a poco al lugar de donde proviene. Una vez allí, observo a Wendell y Megan discutiendo con cierta intensidad.

—¿Creíste que no me enteraría que me estabas engañando con Samira? —grita Megan sin control.

—Puedo explicarlo, Meg.

—¡Vi los mensajes de contenido sexual cuando me dijiste que atendiera tu móvil! ¿Qué más pruebas necesito? —exclama con dolor—. Juro que les haré la vida imposible, de eso estate seguro.

Llevo las manos a mi boca ante la información que inesperadamente acabo de obtener. ¿Cómo es posible que nunca me lo contara? Rápidamente salgo de aquí para ir a mi cuarto; Samira y yo tenemos bastante que hablar.

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Acá volví con el esperado 20!!! Disculpen, pero estoy con poco tiempo para escribir y se me dificulta bastante sentarme tranquila.

Si vieron mi mensaje en el tablero de que iba a publicar dos capítulos hoy, quiero aclarar que por ahora hoy voy a dejar este ya que, como dije arriba, no ando con tiempo de sobra y si puedo voy a publicar el 21 en la semana.

PD: voy a abrir este espacio para que pueden hacerme preguntas (no muy personales) y me conozcan (ya sé que no les interesa pero bueno ahre) o si desean, preguntas sobre la novela.

Los leo!!!


Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora