Mi pequeña

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Nuevamente estaban volviendo a su antigua rutina, Katsuki se comportaba como la esposa mimosa que hacía bentos para su amado esposo. Luego de cinco días donde ambos se entregaron no podían pedir más. Cada vez que el mayor llegaba del trabajo se tomaban el tiempo necesario para amarse como se debía. Habían hecho infinidad de poses y todas les gustaban.

- Oye bastardo ¿Qué quieres comer esta vez? –

- No sé, ¿qué sugieres tú? –

El oji rubí se lo pensó un tiempo, la última vez que comió su comida favorita fue hace un mes, le había dicho al mayor que si volvía a comprar semejante mierda de picante se iría de ahí, claro que era una broma pero el muy maldito se lo tomó en serio y le suplicó de rodillas que no lo hiciera, desde ese entonces su omega le había obligado a quedarse en esa casa. Entonces recordó que la comida favorita de su ahora novio era el Katsudon, que curiosamente iniciaba como su nombre. Bakugou se sonrojó un poco, tanto el nombre del platillo como el suyo iniciaban con Katsu. Sonrió un poco.

- Ya sé que comeremos –

- Y bien ¿qué es? – El pecoso salió del baño yendo directamente con el rubio y abrazándolo por detrás, había iniciado esa manía al día siguiente de que se entregaron, le gustaba ver cocinar a su pareja.

- Es sorpresa si quieres saber que es, debes llegar a las tres –

- ¡Oh vamos! Sabes que salgo a las dos todos los días –

- Exactamente, si quieres saber deberás correr –

El peli verde hizo un ligero puchero al tratar de reclamarle, por más que quisiera pelear con Katsuki siempre perdía, pero conocía otros métodos en los cuales jamás podría perder. Una batalla de besos. Con sumo cuidado comenzó a besar el cuello de Zero, teniendo como resultados unos jadeos.

- Basta...se te...hará tarde –

- No me importa, mis clases comienzan a las nueve – Izuku susurró en el oído del menor. Sus manos se paseaban por todo el abdomen de Zero deteniéndose en sus pezones, con una sonrisa maliciosa comenzó a jugar con ellos. Katsuki comenzaba a gemir con más volumen, se sujetaba de la barra de la cocina para no caer al suelo sin mucho éxito – Si tardo un poco puedo excusarme -

- Hijo de puta –

Levemente pasaron los minutos, las caricias y embestidas aumentaban su ritmo. En esos cinco días que ambos terminaban teniendo relaciones, el mayor había adoptado un lado sádico. Golpeaba los glúteos del omega sin misericordia dejando impresa su mano en ellos. También enterraba sus uñas en las caderas de Katsuki, muy pocas veces esas marcas comenzaban a sangrar. Pero lo que más le gusta hacer mientras tienen relaciones es sonreír con malicia, aquel acto asustaba al rubio pero de cierta forma lo excitaba. Ambos eran raros.

El reloj marcaba las ocho cuarenta de la mañana y el peli verde se encontraba en la puerta dándole una mirada amigable y tierna a su pareja, solo el rubio sabía que escondía debajo de esa linda sonrisa. Cuando el oji rubí finalmente estuvo solo se acostó en el sofá con dificultad, su trasero dolía un poco, no estaba acostumbrado, su novio empezaba a volverse brusco al momento del sexo, no le desagradaba, pero tampoco dejaba de buen humor al menor.

- Bastardo infeliz –

Caminaba tranquilo por la calle, su sonrisa que llevaba poco a poco se iba borrando dejando una marca de seriedad. Desde el lunes que llegó a su aula de clases todos empezaron a sentir el olor de un omega, por supuesto todos le preguntaron al respecto, al principio no supo que contestar ¿Qué le diría a sus alumnos?

Solo el dueño de Zero intuía que fue a ese prostíbulo otra vez. Izuku no se lo negó, después de todo el chico no tenía la menor idea de cuál era el aroma de su ahora omega. Camie intentó hablar con él a lo ocurrido el viernes, él no se quedó atrás. La mujer le comentó que si pudo oler las feromonas, pero para no arruinar el momento, prefirió fingir.

Estocolmo {Dekukatsu} -Finalizada Y Editando-Where stories live. Discover now