No lograrás quitármelo

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Todoroki llevaba días espiando a Midoriya, desde esa visita inoportuna que le dedicaron al peli verde solo podía pensar en una cosa: El rubio.

¿Quién era? Y ¿por qué Akatani lo ocultaba de los demás? ¿Qué tenía de importante ese chico? Cuando vio aquella cabellera rubia sospechó de inmediato que algo malo andaba ahí. Desde que ocurrió lo de la visita, todos los viernes se dedicaba a ver al pecoso y según Todoroki iba a darle consejos de como conquistar a su omega y como no pelear con él, también de que controlara sus enojos hacia su alfa interior.

Su trabajo de maestro pasó a segundo plato. Necesitaba descubrir quién era ese chico.

De lunes a domingo, exceptuando los viernes, siempre estaba en el registro civil buscando información acerca de Akatani Mikumo, buscaba en cada libro, en cada apartado, sin embargo siempre acababa en las mismas. Nunca encontraba nada.

– Daría mi vida por saber la verdad - Azotó su cabeza en la estantería que usaba como mesa, se revolvía los cabellos en señal de frustración, suspiró hondo y tomó un trago de su té.

A lo lejos estaba el encargado del lugar quien también era su mejor amigo, el solo ver así a su compañero de años le molestaba. Se acercó un poco, una plática amena podría ayudarle.

- ¿Encontraste algo? – La mirada que el bicolor le dio era un rotundo no – Mira, no sé qué te traes, has investigado a ese hombre durante semanas ¿te ha hecho algo? ¿Interfirió contigo en algo? ¿O qué?

- Ya te lo dije antes. Fuimos a su casa y había un chico en ella, rubio con...con el cabello despeinado y solo conozco a una persona con esas características –

- ¿Seguro que es el chico que dices?, las personas pueden tener gemelos por el mundo –

- Por eso estoy investigando –

- En vez de tomarte el tiempo buscando información del hombre, deberías buscar información acerca del muchacho –

¿Cómo había sido tan idiota? La clave era el menor, si no mal recuerda Mikumo se refirió al chico como Zero.

- Iida, eres un genio – Recogió todos sus papeles, tomó de un sorbo su té y se despidió de su amigo con unas palmadas en la espalda. Su objetivo debía ser el menor.

Sábado en la tarde, amaba los sábados en la tarde, la mocosa Eri por fin abandonaba su hogar, por fin los dejaba a él y a su querido omega solos.

- Dile a Kacchan-sensei que lo quiero mucho –

- No te prometo nada –

La relación de ambos era más bien de rivales, los dos competían por el amor y mimos del omega, la mayoría de las veces Eri era quien ganaba, era una niña ¿Qué esperaba? Todos los miércoles y sábados iba en busca de la pequeña y claro él también la llevaba a la guardería antes de que su madre llegara, en esos momentos donde la niña desaparecía de su vista, era cuando se sentía más feliz. Unos momentos a solas con su pareja, nadie le podía aguar la fiesta.

Cuando llegó a su casa estuvo buscando por la sala y la cocina a su omega, se preocupó un poco hasta escuchar el ruido de la ducha, se habían bañado juntos antes pero esta ocasión era especial y no iba a desaprovecharla.

Katsuki estaba probando el agua, siempre era fría, a comparación de su casa esta era más agradable. El agua resbalaba por todo su cuerpo, lo disfrutaba, era relajante, sobre todo ahora que estaba como el diablo en el infierno, digamos que un hombre con cabello verde se infiltró en el baño. Giró sus ojos desganado, no era la primera ni la última vez que ese hombre hacía tal cosa, le puso seguro a la puerta corrediza.

Estocolmo {Dekukatsu} -Finalizada Y Editando-Onde histórias criam vida. Descubra agora