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—Lo siento —una rubia con voz quebradiza habló, llamando la atención del Dr. Bae—, sé que no debería ingresar a la habitación pero sentía que no podía más —admitía con pesar—. Prometo no hacer nada pero déjenme quedarme aquí con ella —casi suplicó al hombre quien apretaba ligeramente la muñeca de Irene, comprobando junto con la máquina el pulso acelerado de ésta, al punto de darle impresión por la velocidad anormal que producía.

Estaba claro, eran sus poderes pero al mismo tiempo, eran sus emociones.

Parecía que Taeyeon tenía razón con respecto a la relación cercana que tenía su nieta con Wendy. Le era algo difícil de asimilar pero necesitaba comprobar algo.

Soltando el pulso de la pelinegra, se volteó y enfocó su atención en la rubia.

—De acuerdo, quédate con ella —accedió—. Pero antes necesito que... hagas algo —con inseguridad, agregó la última frase. Wendy asintiendo de acuerdo con tal de estar con Joohyun.

El Dr. Bae al tener la aprobación de la menor, tomó una libreta y buscando dentro una hoja que no estuviera escrita, comenzó a escribir lo que le pediría a la rubia. Podría habérselo dicho, claro, pero era bastante precavido, debía ser más astuto que los poderes de la pelinegra que descansaba en la camilla. Si lo hubiera pedido hablando, aun si se tratara de un simple susurro, sabía que Irene podría escucharle bien y que no serviría de nada hacer las pruebas si al final, sus poderes podrían impedirle el obtener una liberación definitiva de éstos. Al terminar de escribir, arrancó la hoja de la pequeña libreta y se la tendió a la rubia, le hizo una seña de mantener silencio y que simplemente lo leyera. Al cabo de unos segundos, Wendy asintió tras terminar de leer.

Taeyeon y el Dr. Bae dieron paso a la salida de la habitación. El hombre dándole una mirada cómplice a la menor que entendió perfectamente, al dejar a ambas chicas solas. Wendy se acercó con cautela mientras limpiaba sus lágrimas y se disponía a hacer lo pedido en la hoja ya doblada sobre su mano izquierda.

—Hola —saludó simplemente, podía escuchar el escandaloso pitido de la máquina seguir allí pero debía ignorarlo, como pedía el Dr. Bae, aunque aquello le angustiara—, las chicas están bien... por si te lo preguntas —Wendy cerró sus ojos, debía mantenerse seria y no dejar que las emociones le abrumaran si quería que Irene estuviera bien—. No te preocupes, hemos cuidado la casa y estamos esperando por ti, saldrás de ésta sólo es una falsa alarma —trató de sonar segura pero dos lágrimas escaparon a la vez por sus orbes marrones, las limpió rápidamente. Con seguridad, aprovechó para tomar la mano de la pelinegra en la camilla, dio un apretón sintiendo el contacto lejano... y frío—. Te extraño —murmuró, acercándose al oído de la paciente. Observando la mascarilla que cubría su boca, tomándose su tiempo para fijarse en las facciones que hace varios días atrás podía ver tranquilamente.

Fue a fijarse en el lunar que nacía un poco lejano del inicio de su frente y entremedio del cabello de sus raíces, siempre lo había notado, cuando se trataba de Joohyun solía ser más observadora que de costumbre. Pasó su vista hacia sus cejas y se posó en sus ojos cerrados, un sentimiento de pena le atravesó, recordando por qué se encontraban allí, le hubiera gustado saber que la pelinegra solo dormía para así disfrutar de su aura pacífica en aquél instante. Siguió mirándola, notando su nariz y sonrió ligeramente, era tierna aun cubierta por aquella mascarilla que no la dejaba ver tanto y su boca, la cual había besado tantas veces ahora se encontraba increíblemente rojiza, aun sin haberse puesto un labial. Wendy acarició la mano izquierda de Joohyun y temblando, decidió obedecer al pedido del Dr. Bae, ignorando completamente el pitido molesto de la máquina, el cual no había cesado. Con cuidado, tomó la mascarilla de la pelinegra y la fue quitando, sus manos no habían parado de temblar en el proceso y aquello le hacía sentir mal ante la idea de estar arruinando aún más el estado de la mayor. Al terminar finalmente de quitarlo, se fijó en los dos pequeños y muy finos tubos debajo de las fosas nasales de la contraria, estos también le permitían respirar, el Dr. Bae no le había mentido, soltó un suspiro de alivio y se acercó a la mayor. Dándole un breve vistazo a su rostro, los ojos se le humedecieron al notar el encuentro más íntimo de lo que esperaba, acercándose al rostro de Joohyun no tardó en susurrarle lo siguiente:

¿Súper Joohyun? ; Wenrene Donde viven las historias. Descúbrelo ahora