Capítulo 13: ¿Un sueño?

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— Creo que está despertándose —anunció una voz, le pareció que era Taiki.

Yaten pestañeó un par de veces antes de abrir los ojos por completo. Lo primero que vio, fue el rostro de su hermana Kakyuu, quien se lanzó sobre él para abrazarlo.

— Al fin despertaste. Me tenías tan preocupada —dijo Kakyuu.

— No nos vuelvas a asustar de esa manera, Yaten. Si te llega a pasar algo malo, no tendría a quien fastidiar —dijo Seiya.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Yaten confundido. Llevó una mano hasta su cabeza y vio que tenía una venda.

Taiki le explicó que estaban en una sala de hospital.

— Pero no te preocupes, todos tus exámenes están bien. Podemos irnos a casa —anunció Kakyuu.

— ¡No entiendo nada de lo qué está pasando! —dijo Yaten. Sentía que su cabeza se partía en dos.

— Descuida, el dolor pasará con reposo. Te golpeaste fuerte la cabeza y tuvieron que suturar. Además, debes guardar reposo. El impacto del automóvil lo recibiste a la altura de la cadera, así que puede que tengas dolor al caminar. Afortunadamente no hay fracturas, ni lesiones de gravedad —explicó Taiki.

Yaten lo miró confundido.

— Espero que el accidente no te dejara más idiota de lo que ya eras, primito —dijo Seiya acercándose a su rostro.

— ¿Qué?

— Cruzaste la calle en verde, vino un auto, bajó la velocidad, incluso intentó evitarlos, pero aún así, les dio por el costado —explicó Seiya.

Yaten abrió los ojos de la impresión, recordando lo que había visto hace un rato atrás.

— No te alarmes, son heridas leves. Sangraste porque tienes una herida, pero estarás bien —dijo Kakyuu para tranquilizarlo.

— ¿Y... Mina... Minako? —preguntó Yaten.

— Ella... ella está descansando ahora. Pero está bien —aseguró Taiki.

— ¡Necesito verla! —dijo Yaten intentando ponerse de pie, Kakyuu le detuvo.

— Necesitas descansar, luego hablarás con ella. Ahora vamos a casa.

— ¡No lo entienden! Yo debo ver a Minako. 

— ¡Quédate tranquilo! De otro modo no dejaran que te marches a casa —advirtió Seiya.

— ¡Por favor! ¡Quiero verla! —insistió Yaten.

— Vamos a casa. Cuando te sientas mejor podrás verla —dijo Kakyuu.

— ¡Necesito ver a Minako ahora!

— Se ha ido a su casa. Ella está bien —aseguró Taiki.

— ¿Se ha ido? Entonces, debemos ir hasta su casa.

— Ella se encuentra bien, te lo aseguro. Su padre está con ella. Otro día le hablas con más tranquilidad. Lograste protegerla, si es eso lo que quieres saber —dijo Taiki.

— Tiene que ser ahora, quiero verla... necesito verla —dijo Yaten casi suplicando.

Su familia guardó silencio e intercambiaron miradas.

— ¿Qué sucede? ¿Me están ocultando alguna cosa? Sea lo que sea, necesito que me lo digan —exigió Yaten.

— Ella... no quiere verte, Yaten —confesó Seiya.

— Quedamos en que no diríamos nada para no alterarlo —reclamó Kakyuu a Seiya.

— No le puedo mentir a Yaten. Hay que decirle la verdad o seguirá insistiendo. Esa niña debe estar muy conmocionada, eso es todo. Luego podrán hablar, cuando todo pase. Dale un tiempo a solas —sugirió Seiya.

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