Capítulo 14: Antónimo

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El sentimiento de morir, es parecido a una pequeña ceguera junto a destellos borrosos de luz, o es así como lo relataban los "sobrevivientes". Tu cerebro explora tu recuerdo más cercano he interpreta lo que tú imagines al final de la muy preciada "vida"

—¿Tom?

Sus ojos visualizaban lentamente un nuevo paisaje blanquecino, cuanto odiaba ese color—¡No!. Rápidamente se levantó y de nuevo deseaba huir, le era imposible pues había sido forzado por unos sujetadores de cuero resistente, como si de un enfermo mental se tratara—¡Ayuda! Por favor...
Si seguía así entraría en una completa psicosis.
—Tom, calma. ¡Soy yo!

El rostro conocido, el lugar diferente. Al fin se había librado de aquella prisión—Dip. Los músculos se relajaron tras decir esa sílaba, la enfermera le proporcionaba un poco más de calmante, debía controlar al menor. La imagen nuevamente borrosa, pero en paz esta vez, cerró los ojos con cansancio para dormir plácidamente al fin.

La vida inicia rápido, veloz, en treinta segundos el espermatozoide se une con el ovulo para iniciar el proceso de vida, y en un solo segundo este corazón formado en nueve largos meses puede agotarse en un solo segundo. La vida es tan hermosa y tan frágil al mismo tiempo, existen actitudes que matan y palabras que dan vida. ¿Qué es la vida sin sentimientos? De que sirve el aire si no puedes respirar.

Unas horas más tarde, con un castaño sumamente preocupado y un ocaso colocándose, se encontraba Pines hablando con el doctor correspondiente, ser menor de edad no ayudaba en lo más mínimo, el respeto que te tenían era nulo.
Agotado de explicarle la "increíble" situación al doctor, se rindió negando toda acusación a la corona y admitiendo que el muchacho tenía problemas mentales, dicho esto la enfermera le dictó una receta y una dirección para acudir lo más pronto con un psicólogo y si este lo veía necesario próximamente a un psiquiatra.

Una maldición, seguida de un suspiro realmente pesado, la justicia no existía. La vista de su amigo era realmente deprimente, no tenía vida cerca de él. No tenía conexión con su llamada alma.

Se levantó lentamente para limpiar su pálido rostro y colocar su rosado cabello en orden, un delicado beso le dedicó en esa dañada y frágil frente. Era su amigo era alguien a quien quería, era una persona que le importaba. La falta de cariño en su vida hacia qué el cariño que proporcionará a las pocas personas a su alrededor fuera realmente puro, realmente honesto, inocente. Ojalá el mayor que tenía su corazón hipnotizado, lo habría notado a tiempo.

—¡¿Qué pasa?!—la oscuridad inundaba su cabeza, la resaca terrible en su cabeza, su último recuerdo lúcido, Daniel. Intentó pronunciar el nombre del azabache, más sus labios se sentían realmente suaves tanto que no llegaban a sentirse de hecho, se sentía como un hormigueo en todo el cuerpo, intentaba mover sus manos más era imposible, no sentía sus manos, sus pies, no se sentía absolutamente nada. El miedo a lo desconocido lo inundaba, no sentía su corazón. No sentía su respiración.
El intento inútil de abandonar esa oscuridad ya lo agotaba, el sentimiento era realmente extraño.

Su mano tembló un poco, sintiendo un leve hormigueo, se encontraba dormido tomando la mano de su somnoliento amigo—¡Hey!—sonrió el contrario, el castaño no tardó nada en lanzarse abrazar a su muy querido amigo—Te extrañe demasiado.
Hablaba el menor mientras sujetaba fuertemente al rosado, la puerta se abrió lentamente mostrando a un tatuado con un estilo realmente excéntrico respecto a moda y un aroma delicioso a café con chocolate inundaba la habitación, el sabor favorito del mayor.

—Gracias. Decía mientras se llevaba el popote a la boca y sorbía con tal deleite esa deliciosa bebida, hace mucho no comía algo real. Algo con sentido, algo que tuviera sabor a paz.

 Vida. [Tomco•Billdip] Terminada Where stories live. Discover now