Capítulo 1

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Dejo la carta encima del frutero de la cocina y pego una nota en la nevera para que sepa donde está, en caso de que no la vea. Recorro toda la casa de nuevo, se me ha quedado pequeña. Únicamente veo los recuerdos de cuando era niña, en los que aún estaba ella, los de ahora los quiero olvidar cuanto antes. Paso los dedos por el marco de un cuadro. Miro el salón por última vez. Sí, a pesar de todo, la sigo viendo sentada en el sofá ojeando sus revistas de moda.

-¡April! April, ¿Dónde estás?- dice Anna irrumpiendo en el salón. -Aquí estás.- bufa. -Te llevo llamando un rato, venga vamos antes de que llegue.- dice agarrándome de la mano y empujándome hasta la entrada.

Vuelvo la mirada por última vez antes de cerrar la puerta, algo me dice que esta no va ha ser la última vez que venga a esta casa. Subo al coche mientras que Anna carga las maletas en el maletero. Nos ponemos en marcha a nuestro nuevo, y mejor, destino. Después de varios minutos sin hablar ella pone música algo alta. Le gusta dejar de pensar mientras conduce.

-Deberias sacarte el carnet.- dice sin mirarme.

-Lo sé. Empezaré pronto.- digo mirando por la ventana.

Sube el volumen de la música al escuchar que ha empezado una de sus canciones favoritas.
Pone una mano sobre mi muslo para que le preste atención.

-April, tienes que dejarlo atrás.- dice colocando de nuevo la mano en el volante.

-Lo sé.- digo sin mirarla.

-Sé que es difícil y puede que te cueste pero me tienes a mí. Y yo no voy ha hacer como ella, no voy a dejarte sola.- dice mirándome un instante.

Hay tanta culpabilidad en su mirada, cuando no fue su culpa, tenía que pasar y así fue. O eso quiero creerme.

-Estaré bien.- digo con un intento de sonrisa. -Estaremos bien.- añado volviendo a mirar por la ventana.

Ella asiente y se centra de nuevo en la carretera. Estas cuatro horas van ha ser largas. Inclino un poco hacia atrás el asiento para recostarme algo mejor en el. Le doy un par de vueltas a la pulsera que tengo en la muñeca, es un regalo de Anna. Todos los recuerdos de ese día se aglomeran en mi mente.

-¿Qué vamos ha hacer cuando lleguemos?- pregunto sin dejar de mirar la pulsera.

-Ir a mirar muebles.- dice entusiasmada.

La miro extrañada.

-Estás de coña ¿no?- pregunto riéndome.

Me mira seria.

-¿Por qué iba ha estarlo?- dice volviendo a mirar la carretera.

-No lo sé, supongo que es porque en la residencia las habitaciones ya tienen muebles. O eso he visto en las fotos.- digo mientras me recojo el pelo.

-¿Y? Eso no significa que no pueda mirarlos igualmente.- me dice poniendo su cara de superioridad.

Ruedo los ojos.

-Está bien, iremos.- accedo.

-¿Tú qué querrías hacer?- pregunta.

-Quiero mirar si hay clases de teatro e interpretación, pero eso puedo hacerlo mañana también.- digo buscando las gafas de sol.

-Vale, pues iremos a ver muebles.- dice sonriéndome. Le doy un golpe en el hombro y ella me saca la lengua. Subo el volumen de la música mientras que ella tamborilea con los dedos el ritmo en el volante. Contemplo el paisaje aunque no es nada que no haya visto ya. Después de una hora y poco paramos en una gasolinera. Un chico de pocos años más que nosotras se acerca para atendernos.

—¿Quiéres comprar algo?— pregunta Anna sin mirarme mientras me bajo del coche.

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