Capítulo 7

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Intento evadirme durante unos minutos y a la vez contener el sueño. El alcohol, aunque poco, la inseparada llamada de mi padre, la amabilidad de Soffy, el extraño comprotamiento de Ethan, lo ocurrido con Nico y Bruno. La habitación me da vueltas repentinamente. Es como una gran noria a la que me subí por error y de la que no puedo bajarme. Escucho voces. Parecen gritos desesperados, o al menos eso es lo que resuena en mi mente. Poco a poco se van tornando a ecos indifernetes. Intento abrir los ojos. Tras una larga lucha interna, los párpados se despegan momentáneamente y puedo ver un paisaje borroso desde lo que parece una ventanilla de un coche. Siento manos que recorren mi cuerpo sin pudor alguno. No puedo moverme. ¿Estoy atada? No, no lo estoy. Es como si una cierda invisible me rodease por completo y me dejase inmóvil. Siento que me dejan sobre algo bastante mullido, debe de ser un sofá. Si, sin duda alguna es un sofá, uno donde ya he estado antes. Escucho una risa que provoca una acidez en mi estómago. Es como si pasaran unas llaves sobre una pizarra. Puedo escuchar también como conversa con un chico. Abro los ojos perezosamente y distingo un par de siluetas mal formadas. Una le está entregando un fajo de billetes a la otra, o eso parece. Quiero marcharme, salir corriendo, pero es imposible. Delante de mi hay un espejo, pero esa chica que está reflejada no soy yo. Me concentro en poner mis cinco sentidos en escuchar lo que dicen y logro entender un te la dejaré unas horas. Todo me da vueltas. Toda esta situación es surrealista. ¿Qué está pasando? ¿Por qué veo a una niña de diez años en el espejo? ¿Dónde estoy? Desvío la mirada, hay una ventana a mi izquierda por donde entra la luz. Deben de ser las cinco de la tarde aproximadamente y eso me descentra aún más. Un sudor frío recorre mi espalda al notar una mano en mi hombro. Una de las siluetas está justamente a mi lado, ni si quiera la he notado llegar. No hay no rastro de la otra, debe de haberse marchado al cobrar la cantidad acordada, pero ¿Quién era? La silueta se acera más y se sienta a mi lado. Puedo distinguir los claros ragos de un hombre bastante más mayor que yo. Casi media milésima de segundo le sobra para quitarme la camiseta que llevo y agarrarme las muñecas por encima de mi cabeza. Sigo sin poder moverme, ningún músculo me responde. Estoy aterrorizada. Aparto la vista de se desenfocada mirada y vuelvo a ese misterioso espejo, donde ahora hay una niña de diez años aún más aterrorizada que yo. Las lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas descontroladas cuando la silieta intenta despojarla de la poca ropa que le queda encima. Ella patalea y se resiste con todas sus fuerzas, a diferencia de mí, que sigo sin poder articular ni un gesto. Me mira desespera y me suplica que la ayude. Una mano me gira la cabeza para que le mire. No quiero mirar. Lo pasaremos bien dice tranquilamente.

-¡No!- grito desesperada una vez que consigo moverme.

Jade está sentado al borde de la cama y me mira con una expresión de preocupación desmesurada.

-April, ¿estás bien?- pregunta acercándose lentamente.

-Vete. Alejate.- digo mientras un par de lágrimas ruedan por mis mejillas.

Me detengo un instante para mirar mi alrededor. Estoy en el piso de la residencia. No entiendo nada, estoy totalmente perdida ¿cómo he llegado aquí? ¿Qué hora es? Me apresuro a buscar un reloj. Las cuatro y cuarto de la mañana. Me levanto de la cama y vacilo con caerme al suelo. Jade se apresura en cogerme antes de que me de la hostia de mi vida y vuelve a tumbarme en la cama.

-¿Qué ha pasado? ¿Por qué sigues despierto? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Dónde está Anna? ¿Quién era la silue...?- un recuerdo espantoso llega a mi mente como un relampago y me despeja todas las dudas. La espeluznante figura borrosa era la de A. Marttins, mi antiguo jefe.

-Tranquila, vayamos por partes ¿vale?- dice sentándose a mi lado.

Le miro ruborizada. Hace mucho tiempo que ese recuerdo, esa tarde, ya se había ido de mi mente. O eso creía. Pero está claro que por alguna razón ha vuelto para torturarme. Debo de quedarme un rato largo mirando al techo ya que Jade posa una mano en mi frente y luce in rostro de preocupación aún más intenso que hace unos minutos. Le miro seria, no puedo apartar todos los recuerdos de mi mente. De nuevo siento como las lágrimas amenazan con rodar por mis mejillas, veo borroso. Nunca me ha gustado que la gente me vea llorar, me hace sientir débil y frágil y esa no es mi esencia aunque en el fondo sé lo débil que soy. Me incorporo y quedo a escasos centímetros de la cara de Jade. Un rayo tenue de luna alumbra su cara, no me había fijado en lo intensa que era su mirada hasta este momento. Tiene una mezcla de colores en su iris, una gama de azules y verdes que nunca había visto. Rodeando la pulita tiene un color verdoso claro pero a la vez intenso. Llegando a la mitad de si iris ese color verde se va oscureciendo en un azul fogoso aunque también oscuro. Sus pestañas están en perfecta armonía imitando un abanico. Cada segundo que su mirada pasa debajo de ese haz de luz más se aclaran sus tonalidades verdes y azules, mostrando un iris casi cristalino.  Su mirada es de pureza absoluta, pero a la vez hay algo que me indica todo lo contrario, aunque todavía no sé muy bien lo que es. Desvío la mirada de sus ojos  hasta sus labios. Debe de ser al alcohol en sangre que llevo encima ahora mismo, o que hace mucho que no bebía, pero algo, un hilo invisible me tienta a rozar los suyos con los míos. Bañados en este hilo de luz de luna son demasiado deseables. Ese color sonrosado se intensifica cuando él moja sus labios antes de preguntarme si ya me encuentro mejor. Mi mente se encuentra bloqueada, no puedo contestarle. Pasa con delicadeza una mano por mi mejilla y me seca las pocas lágrimas que todavía ruedan por mi húmeda mejilla. Es un gesto tan noble que no le pega con tantos tatuajes y piercings que lleva. Sigo con mi ruta y bajo la mirada a sus tatuajes. Tiene tatuado con líneas finas un pájaro. Lo inspeciono mejor y puedo notar los claros rasgos de un colibrí. Sigo bajando por su torso, tiene tatuadas debajo de la clavícula unas ramas de olivo también con tinta fina. Justo encima de la unión de las ramas tiene una especie de flor. Me gustaría saber que símbolo es o que significa pero no estoy en condiciones de preguntar o plantearme nada. Jade continúa con su mano pegada a mi mejilla. Bajo la vista un poco más a su costado, tiene tatuadas algunas palabras de lo que alcanzo a leer "la esperanza [...] en medio de aguas[...] no queda nada". Me intriga esa misteriosa frase, aunque solo momentáneamente. Un pequeño brillo deslumbra de su pecho derecho. Tiene un piercing com dos pequeños pinchos. Me detengo en sus marcados abdominales, no tienen tatuajes. Mueve ligeramente mi menton para que le mire. Me centro en su mano, no había recaído en los tatuajes que tiene en los nudillos ni en la especie de mandala que le sube hasta casi tocar el codo. Tiene escrito en una "What" con letra gótica. Miro hacia su otra mano y efectivamente en los nudillos tiene escrito también con letra gótica "ever". Me gustaría hacerme algún tatuaje pero mi padre siempre se ha negado, es algo antiestético, como solía decir él. Sin duda, me tatuaría un león en la espalda como un símbolo de fuerza y valentía. Luego me haría otros tatuajes más pequeños.

—Deberías descansar.— inquiere Jade sacándome de mis pensamientos.

Levanto la vista para chocarme con su mirada profunda. Asiento levemente.   Me tuvo de nuevo en la  cama.

—¿Por qué estás despierto?— pregunto una vez que recupero la voz.

—¿Sabes lo que es el insomio?— responde apoyándose en la pared.

Esas fueron las últimas plabras que escuché antes de poder dormirme.

113 Páginas para amarte [#Wattys2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora