Capítulo 3

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En la cocina, Fabrizio está hablando con el cocinero, a quien le ha entregado una lista con el menú que tendrá que preparar para la fiesta de ese fin de semana. Una fiesta para celebrar el premio que le otorgan a Gina Laponte por su larga trayectoria en el cine. 

No es la primera vez que se organiza una celebración de tal magnitud en casa de los Laponte, aunque eso no impide que se cree un gran revuelo durante los preparativos, se genere cierta tensión y también nerviosismo ante el deseo de que todo salga según lo planeado. 

Después de que Fabrizio le entregue el menú previsto, el cocinero pregunta, elevando su voz:

—¿Cómo que no me puede confirmar el número de comensales?

—No he conseguido el número exacto —responde Fabrizio algo apurado —: Calcule para unas 60 personas. Necesito que me confirme el menú para que ordene las compras.

El chef suelta un sonoro bufido y se dirige a los frigoríficos para comprobar qué alimentos e ingredientes hay en su interior.

Sigue moviéndose por la cocina, con gesto airado, abriendo y cerrando puertas de armarios, haciendo algunas anotaciones en el mismo trozo de papel donde tiene anotado el menú. Fabrizio observa con paciencia todos sus movimientos. En ese momento, entra Carlota, su ayudante, quien tras dar los buenos días, se dirige directamente al chef:

—¿Ya tengo la lista?

—Iré contigo —contesta el chef Lamec  con determinación.

—¿Por qué? —pregunta Carlota sorprendida —:Puedo encargarme de hacer la compra sin ayuda.

—Lo sé. Quiero ir contigo

—Tú te encargas de la cocina, yo me responsabilizo de las compras —contesta Carlota, quitándole el menú de las manos.

—Las compras de los ingredientes que se van a cocinar en mí cocina, también es mi responsabilidad —añade Lamec con autoridad, recuperando el papel que le había quitado Carlota. Esta no puede evitar su indignación, coloca las manos sobre su cadera y le pregunta:

—Es tu cocina, son tus ingredientes, es tu responsabilidad... ¿Y yo qué soy?

—Mi ayudante.

Mientras Lamec se quita el delantal y sigue comprobando el contenido de otros armarios, Carlota suelta un gran bufido:

—¡Grrr! ¡Siempre igual! Mi cocina, mi ayudante... ¡¡MI, MI, MI!!

—Por favor, no empiecen otra vez... —interviene Fabrizio, ya cansado de las constantes peleas entre el chef y su ayudante —: Señor Lamec, como buen chef que es, confío plenamente en su criterio, su buen hacer y su capacidad para gobernar este barco. Ya hemos vivido acontecimientos de esta índole en otras ocasiones, y todo tiene que salir perfecto. Por ello, cualquier capitán necesita confiar en su tripulación.

El chef Lamec y su ayudante se miran de reojo. Carlota se cruza de brazos frente a él, esperando la aceptación de la sugerencia que acaba de hacerle el mayordomo.

—Lo dejo en sus expertas manos —continúa el mayordomo —: Por favor, colaboren.

Mientras tanto, en su habitación, Emma está hablando con su amiga Leyla por teléfono. 

—¡Todavía no me lo acabo de creer! —exclama entusiasmada —: Te aseguro que voy a hacer todo lo posible por conservar el trabajo, aunque "el señorito Fabio" se haya empeñado en ponérmelo muy difícil.

—¿Por qué dices eso, mujer? Tienes de tu parte a Gina Laponte, dueña y señora de la casa.

—Ya, pero me parece que su hijo va a estar mirando con lupa todos mis movimientos. Está claro que no le gusto y que aprovechará la mínima oportunidad para despedirme.

Los LaponteWhere stories live. Discover now