Capítulo 11

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Esa noche, a Emma le costó mucho conciliar el sueño. Necesitaba a su amiga Leyla para que le aclarara las ideas, pero no había podido localizarla. 

—¡¿Qué demonios me pasa?! —se pregunta en voz alta, tumbada sobre su cama.

Se queda mirando el techo embelesada, pero no es capaz de ver los pequeños focos que cuelgan de él, ni el color con que está pintado. Tampoco se fija en esas pequeñas marcas que le hacían imaginarse que era una cara sonriéndole. No. Sólo puede recordar la escena vivida con los hermanos Laponte y el momento en el que ambos reconocían que ella era diferente. 

Siente un escalofrío por la espalda al pensar que Roger, la gran estrella Roger Laponte, le acaba de decir que es una chica especial. El mismo que ahora  era considerado como uno de los hombres más atractivos del planeta, el actor de moda, el hombre por el que suspiran millones de mujeres en todo el mundo. El mismo que habría tenido relaciones con mujeres tan espectaculares como la ex que había irrumpido en la fiesta aquella noche. 

—No puede ser verdad —vuelve a decir en voz alta. 

Emma sigue soñando, aunque en el fondo es consciente de que aquellas palabras no eran más que un gesto de amabilidad por parte de Roger. Está completamente segura de que sólo lo ha dicho para contrarrestar el carácter severo de Fabio. Sin embargo, no puede evitar sentir una excitante emoción. Y no quiere reconocer que lo que más le excita y emociona es que Fabio haya dicho lo mismo. Que haya confesado que se ha dado cuenta de que es especial. 

¿Por qué le importa tanto la opinión que Fabio tenga de ella? ¿Quiere eso decir que se ha ganado su confianza? ¿Podrá, por fin, llevarse mejor con él? ¿Y por qué tiene tanto interés en mejorar su relación con Fabio? ¿Es que acaso, no sólo quiere llevarse bien con él, sino también gustarle? ¿Y por qué? Cientos de preguntas se agolpan en su atolondrada mente.

—¡Oh, vamos, Emma, no seas ridícula! —se riñe a sí misma por dejar que su corazón se acelere por sus ensoñaciones.

Pero una nerviosa sonrisa se dibuja en su rostro y un ardor incontrolable le recorre de pies a cabeza. No es una noche especialmente calurosa y sin embargo empieza a sudar. Se mueve inquieta sobre la cama y su respiración se acelera cuando empieza a imaginarse que Fabio entra en su habitación en ese instante. Se queda de pie, a su lado y lentamente se va desabrochando los botones de su camisa.

Emma observa su torso desnudo, unos pectorales que se contraen mientras va quitándose las mangas y lanza la prenda al suelo, con un gesto rápido y muy, muy sexy. Pero entonces algo llama la atención de la joven justo a su derecha. Es Roger, quien ha aparecido al otro lado de la cama. Se quita la camiseta con suavidad y se desata el largo cabello que lleva sujeto con una goma. Su mirada lasciva no deja lugar a dudas de sus intenciones.

Los dos se acercan lentamente y se sientan a cada lado de su cama. Emma no sabe a cuál de los dos hombres dirigir su mirada. El semblante salvaje de Roger, con el pelo revuelto que cae sobre sus fornidos hombros, su sonrisa pícara y la lujuria dibujada en su mirada, le provoca una oleada de placer. El gesto serio de Fabio, que se suaviza con una dulce sonrisa, sus labios carnosos y una mirada profunda, hace que su deseo aumente. 

Fabio mete su mano por debajo de las sábanas, buscando la mano de Emma. La coge y la dirige suavemente hacia su pecho y él la sostiene a la altura de su corazón durante unos instantes. Roger imita el gesto de su hermano, coge la mano de la joven y la lleva directamente a su entrepierna, sintiendo su pene erecto. 

Los rostros de ambos hombres se acercan lentamente al de ella y Emma no sabe cómo reaccionar. Cada vez ve sus labios más cerca, mira a uno y a otro sin decidirse por cuál de los dos probar primero. Se siguen acercando, mirándola con deseo y ella se pone cada vez más nerviosa. ¿A cuál le ofrece sus labios primero? 

Cierra los ojos y se deja llevar. Su corazón le dicta que se gire a la izquierda. Reconoce que desea besar los labios de Fabio. Abre lentamente su boca y nota su cálida lengua. Es un beso más agresivo de lo que esperaba. Lo imaginaba más dulce, más suave, más tierno. Asombrada por la pasión recibida en aquel beso, abre los ojos y se encuentra con el rostro de Roger. Ante la sorpresa, Emma da un respingo y despierta sobresaltada. Está completamente empapada en sudor, excitada y desconcertada.

Se incorpora y mira a su alrededor. No sabe en qué momento se ha quedado dormida, pero es evidente que todo ha sido un sueño, pues se encuentra completamente sola en su habitación.

Busca la botella de agua que ha dejado en su mesita de noche, pero la encuentra vacía. Después de respirar profundamente e intentar calmar su agitado ánimo, decide bajar a la cocina para rellenar su botella de agua fresca. 

Ya han pasado varias horas desde que terminó la fiesta y presupone que la casa estará desierta. Hasta el personal de servicio debe estar ya durmiendo.

Baja las escaleras en silencio y, antes de dirigirse a la cocina, se da cuenta de que un tenue haz de luz sale por debajo de la puerta del despacho de Fabio. Las vívidas imágenes de su sueño se aparecen en su mente y la dejan completamente inmóvil. Se queda mirando la puerta y, por un momento, tiene la tentación de dirigirse hacia allí, entrar y comprobar si el torso desnudo de Fabio es tan sugerente como ha soñado. 

Suelta una nerviosa y casi inaudible risa, sacude la cabeza para desprenderse de la escena que su imaginación le provoca y se da la vuelta para dirigirse a la cocina. Y justo detrás de ella se encuentra con Fabio, quien se ha quedado parado observando sus piernas desnudas, a penas tapadas por una deshilachada camiseta de tirantes. 



Los LaponteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora