¿Qué pensarías si te digo que vivimos en el mejor de los mundos posibles?
Existe una teoría que afirma y sostiene un optimismo arrollador; basada en el pensamiento de Leibniz, él sostiene que si Dios, frente a la infinita posibilidad de mundos que tenía para crear eligió este. Significa que vivimos necesariamente en el mejor de los mundos posibles, en un mundo que matemáticamente podría describirse como "óptimo".
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Los días de luto pasaron dolorosamente. La pérdida de un ser cercano siempre nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. César y Victoria pensaron bastante, no solo en lo acontecido, también es sus familias, en ellos mismos y evidentemente en su relación.
El estuvo al pendiente de ella durante ese tiempo, al principio su presencia fue muy marcada, pero conforme avanzaban los días, el mismo iba de nueva cuenta tomando distancia. Los momentos compartidos no habían cambiado nada de lo sucedió semanas atrás, podemos decir que se tomó una pausa para poder asimilar todo lo que acontecía.
Parecía que todo, de nueva cuenta se le cargaba a la bella actriz, los incesantes compromisos que tiene con el gobernador de Hidalgo, por desgracia, su aún marido, las agotadoras horas de grabación de su nuevo proyecto, los malestares físicos que se han ido agravando, la actitud tan poco apropiada de sus hijos, especialmente de la jovencita, junto a la falta de corrección y supervisión a los mismos. Aunemos la pérdida de una amiga y todo lo que esto suele remover en la cabeza de quien lo vive.
Es por ello que el actor de mirada profunda y voz privilegiada no quería sumarle más problemas, sostener una relación como la de ellos, acarrea distintos conflictos, tanto internos como externos a los inmiscuidos. Así que optaría por quedar al margen de esa historia de amor que no se pudo concretar. Le dolía, y le dolía en el alma, pero dicen que el amor no es egoísta, que aquel que verdaderamente lo siente está dispuesto a sacrificarse así mismo por el bienestar del otro.
Y César, es un hombre que ama de verdad.
Una noche que se encontraba parado frente al enorme ventanal, que daba a una vista espectacular de la ciudad, contemplaba la belleza hipnotizante de la luna, le dió por escribir, escribirle a ella, a Victoria.
Dedicarle las líneas más puras provenientes de sus más profundos sentimientos era una actividad que hacía a menudo, pero desde la separación, Erato, la musa de la poesía amorosa según los griegos, lo había olvidado.
No así esta noche, esta noche las ganas de dedicarle unas palabras estaba presente, tal vez la luna, tal vez su dolor, tal vez su desesperación por no tenerla cerca, tal vez querer desahogar eso que lo oprimía desde dentro, o tal vez Erato, era la culpable de su deseo de escribirle.
Tomó papel y con pluma en mano empezó a desplegar sus sentimientos en ese trozo rectangular y blanco.
Al termino limpio las pequeñas gotitas saladas que adornaban su rostro, esa noche no escribió él, el humano. Escribió su alma y su corazón. Respiro profundamente, mientras soltaba todo el aire que guardaban sus pulmones se fue despidiendo de ella, tenía que dejarla avanzar, recuperar su familia, reconstruir de nuevo su vida. Su vida lejos de él.
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Victoria por su parte continuaba como la vida, destino, universo, Dios o quien fuese el creador de todo se lo permitía. Nunca imaginó llegar a esa edad y tener tantos problemas sombre sus pequeños hombros, si bien, huir de las adversidades no era lo suyo, ya que siempre estaba al frente y con buena actitud para encontrar soluciones, en estos últimos meses alguien allá arriba se estaba ensañando con ella.
Desde hace ya unas semanas la atención estaba dirigida totalmente en su única hija. Hasta ahora la más difícil de carácter. La compadecía hasta cierto punto ya que la situación familiar que se estaba viviendo en casa no era para nada la más normal y agradable en la que un adolescente pueda crecer.
