Principio de parsimonia

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Siempre pensé que el lenguaje era algo fácil, después de todo lo usamos desde muy temprana edad y está presente en la vida del cualquier ser humano. Wittgenstein me enseñó que el lenguaje se complica conforme vamos creciendo, va más allá de ser meramente descriptivo, que lo fabuloso del mismo es que es un constante juego; donde las palabras cambian dinámicamente de significado, dependiendo de la situación, de quien las usa, el tono, incluso del tiempo en que fueron dichas.

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Prepararse para decir "hasta nunca" no es algo fácil, pronunciarlo es sencillo, mantenerlo, relativamente dócil, siempre y cuando no vuelves a cruzarte más con esa persona en el camino. Lo difícil viene cuando esto no sucede, cuando compartes gustos, amigos, profesión, y trabajas para la misma empresa.
Alejarte y seguir con tu vida resulta ser una tarea compleja, más aún cuando el lugar donde pasas varias horas al día está llena de recuerdos que traen a esa persona constantemente a tu cabeza, corazón... alma.
Siempre será más sencillo construir muros que rodean tus debilidades cuando se deja de ver al culpable de tus pesares. Pero cuando la vida, universo, destino o lo que sea que rige todo los vuelve a poner de frente, cuando los obliga a verse a los ojos de nuevo ¿Qué se hace en esos casos?

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César no podía conciliar el sueño, el insomnio lo atacaba sorpresivamente desde que decidió volver a la que por años había sido su casa, pero que hoy la sentía ajena, tan extraña tan alejada de lo que realmente lo hacía feliz. Y si le sumamos que días atrás, la había visto, a ella, a Victoria, en fotografía con ese actor, por lo que días posteriores, a modo de respuesta, cayó un poco más bajo y se tomó una foto con Erika, sabía de antemano que Victoria no la soportaba y que la rubia actriz subiría la imagen a redes.
-vive y déjala vivir- se repitió mentalmente varias veces la frase el gran actor.
Después de un rato de mirar el techo, se levantó con mucho cuidado, no quería despertarla, vivian le había insistido en compartir lecho, y él aceptó a regañadientes, tenía muy en claro que si quería reconstruir su matrimonio todo debía funcionar como antes. Como antes de que ella, Victoria, su Vic... Victoria, sin más, acaparara su atención, su pensamiento, su vida entera.

Bajó escaleras y se dirigió al patio trasero, ver la luna solía tener un efecto calmante... solía... al parecer, ya no. Al ver el hermoso astro solo un rostro paso por su cabeza, haciéndolo sentir más intranquilo aún.
-en esta rechingada noche de insomnio y de incomodidad estás presente, sigues presente, te necesito Victoria, te amo hasta quien sabe donde, más, mucho más allá del amor y de la vida, te amo hasta la muerte- pensó para sí mismo mientras llenaba sus pulmones del fresco aire de la madrugada, aire mismo que exhalaba con extrema pesadez, aún contemplando la luna -Solo pienso en una cosa, si estuviera ahí, en tu cama, que en algún momento sentí mía tambien, te besaría levemente, apenas rozándote con mis labios, te diría que tan importante eres tú para mi, y me quedaría dormido a tu lado, como otras tantas veces, porque ahí, junto a ti, es a donde pertenezco- dijo en un tono audible, como si decirlo en voz alta garantizará que el mensaje le llegara a ella.
-estúpida vida, para qué permites que me enamore de alguien que no puedo tener ¿No te has burlado de mí suficiente?- reclamó mirando a la nada
-no culpes a la vida, ella la puso en tu camino, tú te encargaste de alejarla, tu miedo al escándalo, tu fallo como padre y tu comodidad hicieron que se hartara de ti- le recriminó su conciencia -por primera vez hazte responsable de tus actos, ¡cobarde! no debiste reaccionar así por Carla, no debiste salir de aquel departamento aunque ella te dijera lo contrario, no debiste dar la entrevista, o grabar ese audio, menos permitir que el video de tu maravilloso matrimonio de mentira saliera a la luz pública. ¡Imbécil! cavaste tu propia tumba, ahora, aunque lo intentarás ella no te recibiría, y lo mereces, mereces todo este sufrimiento, hiciste mucho daño colateral por tu incompetencia, por no pensar en lo que realmente te importa- comenzó a respirar con pesadez. Ser consciente del dolor que esto le causaba es una cosa, otra muy distinta es saber que tú y solo tú eres el responsable de ello.

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