Sex tape

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Un fin de semana tranquilo, sólo los dos era lo que necesitábamos y no había mejor lugar para hacerlo que en Chattanooga, estaba lo suficientemente apartado de la ciudad como para desconectarnos de todo y además siempre había querido visitarlo porque era uno de los pocos pueblitos ecológicos que habían en el país y yo amaba todo lo que tuviera que ver con cuidar el medio ambiente.

Además moría por visitar el Chattanooga Choochoo, un hotel que fue construido en una estación antigua de trenes y las habitaciones más exclusivas estaban dentro de un vagón de tren, era el lugar perfecto para nuestra escapada.

–Espera...hazlo lento mi amor que la cámara se mueve y no puedo enfocar tus bellas nalgas.–reí mirándolo por encima de mi hombro y negué al verlo tan concentrado en grabar nuestro acto sexual cómo si se tratara de un director famoso.

Le hice caso y comencé a moverme lento, haciendo que las penetraciones fueran más profundas y lentas acompañándolo con movimientos de caderas, gemí varias veces  y luego me pidió que me moviera más rápido escuchando sus gemidos en el proceso.

–Ahora date la vuelta.–me pidió en medio de un jadeo y volví a mirarlo.

–No me vas a grabar la cara.–me detuve y él negó rápido con una sonrisa maliciosa en sus labios.

–Te prometo que no...date la vuelta.–me nalgueó suavemente y bufé girándome para acostarme por completo en la cama.

–Esto me está bajando la calentura ¿sabes?.–dije cruzándome de brazos y se inclinó para besar mi abdomen dando pequeñas succiones haciéndome reír.

–Editaremos todo eso que dices en post producción y pondré gemidos, para que la magia no se pierda.

–Asno.–dije con mala cara y me eché a reír viéndolo subir sus cejas.

Me entregó la cámara dándome instrucciones de cómo debía ponerla y de que ángulo grabar, era una locura lo que estábamos haciendo, pero era la clase de locura que sólo haría con él.

Comenzó a besar mi sexo dejando mis piernas sobre sus hombros y gemí arqueando mi espalda mientras intentaba mantener la cámara fija, se suponía que no íbamos a grabar nuestras caras pero necesitaba grabar eso porque amaba cuando él se hundía en mi interior con su lengua y me hacía ver las estrellas.

Sacó su cara de ahí pero mantuvo mis piernas separadas mientras yo miraba por la cámara todo lo que hacía, tomó uno de los objetos que más nos había encantado de todos los que había comprado en la sex shop y sonreí mordisqueando mi labio porque no veía la hora de que lo usara en mi de nuevo.

Me había convertido en la fanática numero uno de las pinzas para pezones, el primer día que las vi sentí pánico, pero Luke era demasiado cuidadoso con todo y tenía experiencia en esos temas así que sólo fue cuestión de dejarme llevar por él y disfrutarlo.

Pasó su lengua por mis pezones un par de veces succionando un poco y colocó las pinzas haciéndome soltar un suspiro que se convirtió en un jadeo. Grabé el recorrido de su mano derecha desde la loma de mis pechos hasta mi sexo y con su otra mano se sujetó el pene para hundirse de nuevo en mi dejando su mano presionada en mi vientre.

Gemí intentando grabar cada movimiento y separé más las piernas logrando que él encajara perfectamente entre ellas como siempre lo hacía. Apretó mis muslos para elevarlos y moverse con más rapidez mientras mis gemidos se escuchaban en toda la habitación, ya no podía sostener más la cámara y él me la quitó para grabar mis pechos y luego bajar el lente hasta nuestras partes haciendo zoom mientras me penetraba repetidas veces.

–Eres arte, mujer.–dijo mientras gemía .–Tócate la cereza.–pidió mirándome excitado y reí, aun me daba risa como se refería a mi sexo.

Youngblood | L. Hemmings ✦VOL.I✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora