8

1.2K 61 2
                                    

1ro de septiembre 2017:

Ya pasaron tres meses desde que conocí a Tomas, nos volvimos mas unidos, se creó un lazo de confianza entre nosotros. El me gustaba, pasábamos todos los días juntos, prácticamente vivíamos bajo el mismo techo, aunque como diría el "vivimos bajo el mismo cielo", lo decía siempre que estábamos en nuestro lugar, un campito abandonado lejos de la ciudad. Lo encontramos en una noche desolada en donde solo estábamos los dos y la luna que iluminaba la fría noche.

- Rubia, ¿Vamos a tomar una birra? – me pregunto el peliverde detrás de la línea telefónica.

- De una, ¿En el lugar de siempre?

- Si mami. – al decir eso corto.

Empecé a cambiarme, ya que estaba en ropa interior, y estando sola lo aprovecho porque es lo más libre que hay. Me puse algo totalmente sencillo, pantalón negro, un buzo negro con el logo de barderos y mis confiables fila.

Podría ser un pibe tranquilamente.

Antes de dirigirme hacia nuestro preciado lugar, fui a comprar un par de cervezas, ya sabía que íbamos a estar toda la noche ahí y nos íbamos a quedar sin escabio. Al terminar de comprar, camine tranquilamente por las calles de nuestra ciudad, con la música a todo lo que da por mis auriculares.

Cuando llegue solo podía ver la pequeña casa abandonada, o mejor dicho, lo que quedaba de ella, que solo era la puerta y las paredes. Tome asiento en el piso, esperando a que llegue Tomas, que a lo lejos lo vi, a paso lento, encapuchado y con un cigarrillo en la mano.

- Después de las doce con una morena salgo tranquilo pa' la calle... - cito una parte de su canción y dando un beso en mi mejilla, como saludo.

- Tendrías que haber puesto rubia, y me la dedicabas. – dije riendo.

- Creo que iba a quedar muy obvio nena. – se sentó al lado mío, apoyando su cuerpo contra la fría pared, yo imite su acción. – Me imagino que trajiste las cartas.

- Raro seria que no las tenga encima. – dije sacando las cartas de la mochila y algo para anotar. – Si alguno pierde de los dos pierde hace un reto. – propuse.

- ¡Vas a perder Grover! – exclamo competitivo.

Baraje las cartas y ya estábamos jugando, era algo difícil entre nosotros porque los dos jugábamos muy bien al truco.

Un rival digno.

- Envido... - dijo serio, lo odio, no movía ninguna fracción de su cara o cuerpo, entonces nunca detectaba si mentía.

- Quiero, 28. – dije sonriendo.

- Yo tengo 30 señorita. – dijo guiñándome un ojo.

Seguimos jugando hasta que alguno de los dos llegara a los 15 puntos. Obviamente gane yo.

- Na loca, vos te anotaste mas puntos. – dijo renegando y prendiéndose un porro de la frustración de haber perdido.

- Tomas, ¿Vos sos pelotudo o te patio un ropero? Estabas anotando vos quemado de la cabeza. – dije yo riendo.

- Oh... - recalculo. – Entonces dígame que tengo que hacer Aixalina de los aliens. – me dijo llamándome por ese horrible apodo que solo él me decía.

Yo no pego una con todos los apodos que me ponen, uno peor que el otro.

- Mmm... déjame pensar. – dije haciéndome la pensativa. – Tenes que grabar un video diciendo como te rompí el ojete en el truco. – le propuse o más dicho ordené, con una cara picara.

- Uh loca, vos me haces pasar vergüenza ante todo el mundo. We dale fumanshi, empieza a grabar. – dijo rendido.

Prendí la cámara dejando iluminar su rostro.

- Bueno wacho, la pibita que esta grabando esto me acaba de romper el orto en el truco, con 2 puntos de diferencia nada más, ¿Pueden creer eso? Pero como es ella la dejo pasar, porque la amo. – fue explicando hasta que dijo esas últimas palabras mirándome a los ojos.

- ¿Me amas? – pregunte embobada, después de eso apague la cámara.

- ¿Me amas? – pregunte embobada, después de eso apague la cámara

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

- Si reina. – dijo acercándose a mí, yo lo miraba atentamente, no sabia que decir o que hacer, solo me rondaba ese "la amo" sobre mi mente. El si sabia como confesarse, y ahora seguramente lo estarán viendo un montón de personas.

Pero acá, éramos solo él y yo.

- Yo también te amo. – por fin esas palabras salieron de mi boca.

Fue lo mas sincero que dije en mi vida, después de decir eso el rompió toda distancia que nos separaba el uno del otro, convirtiéndolo en un dulce beso, duradero, algo que anhelaba y deseaba. Eran esos dulces labios sabor a flores que fumaba todos los días, y ya se habían impregnado a ellos.

No quería que esto terminara, quería pausar el momento, pero yo sabia que este recuerdo lo tendría gravado en mi mente como uno de sus tatuajes.

- Tenia ganas de hacer esto desde el momento en que te conocí. – dijo cuando rompimos el beso, acto a eso rodeo mi cuerpo con sus brazos.

- Puede ser que yo también... - dije sonriendo y mirando para arriba, alcanzo a ver algunas mechas verdes que cubrían su cara.

- Pero buena bardeada me pegaste ese día. – rió al recordar eso, sí que me había enojado.

Seguimos recordando cosas que habíamos pasado juntos estos meses, o simplemente cosas al azar. Hasta que por el horizonte se podía ver el sol saliendo, algo bello de apreciar.

- ¿Vamos a mi casa? – pregunte ya que me había agarrado un poco de sueño y el estar prácticamente acostada sobre el cuerpo de Tomas no ayudaba mucho.

- Vamos barderita. – ayudo a pararme y nos dispusimos a caminar el largo trayecto hasta mi casa.

Después de media hora, llegamos y vimos a Zoe acostada con Alejo en el sillón, así que fui al cuarto de Zoe a buscar una frazada así no pasaban frió. Al entrar a mi habitación estaba Tomi solamente con unos pantalones de dormir que dejo acá la primera vez que se quedó, el día de mi cumpleaños.

- Tengo al ce erre o sin remera frente a mis ojos. – dije jodiéndolo.

- Admíralo porque esto no se ve todos los días. – me respondió haciéndose el importante.

- Y... yo diría que pasa cuando dormís conmigo, que es todos los días. – aunque antes no fuéramos absolutamente nada, él dormía conmigo, las primeras veces fueron "accidentalmente" porque nos quedábamos dormidos, luego tomamos la costumbre.

Pero esta vez era diferente.

- Buenas noches, mi reina. – basto eso decirme que ya estaba completamente dormida, sobre el pecho de Tomas, escuchando como sus latidos se hacían cada vez mas lentos y su respiración se volvía mas profunda.

El mejor momento con el.

- Buenas noches rey.

Reina C.R.OWhere stories live. Discover now