Muchas cosas habían cambiado desde la última vez que llegué así a casa.
Tuve unos segundos para mi misma en los que solo me pregunte: "¿En serio acaba de pasar eso?". Y luego mi mamá llegó.
-______,¿estuviste con Ross?- sonreía, como siempre. Pero dejo de sonreir cuando vió que yo no lo hacía.
Antes de todo esto, mi intensión había sido venir a casa y contarle que estaba embarazada.
Ya no tenía sentido hacerlo ahora.
Tampoco tenía mucho sentido decirle que Ross y yo acababamos de terminar.
-Sí.- respondí, me obligué a sonreir.- Tuvo que ir a una entrevista.
Asintió.
-¿Quieres descanzar ahora o prefieres que vallamos a cenar algo?- preguntó.
Yo ya sabía mi respuesta.
-Estaré en mi habitación, estoy cansada. Si quieres puedo llamar a pedirte un poco de comida.
Mi madre negó con la cabeza.
-No gracias, no tengo hambre.
Me acomodé la chaqueta, esperaba que no notara nada raro en mí.
-Genial.- dije. Y caminé hacia mi habitación.- Si necesitan algo solo díganmelo.
Mi madre asintió y me dió un beso en la cabeza.
Entré en la habitación y me lanzé a la cama.
Sintiendo que todo a mi alrededor había desaparecido. Como si estuviera sola en una habitación vacia. Y que por cierto: resultaba ridiculamente grande para una sola persona.
Me quité la ropa y me puse lo más cómodo que tenía.
Rydel me había dejado un mensaje. Estaba en su casa y no le había pasado nada en el camino. Y Ratliff había ido a verla.
Bien, almenos ella estaba bien.
Dejé el teléfono y lo apagué.
No quería ser molestada en la noche, pensaba dormir hasta que no pueda más. Hasta que mi cerebro borre las últimas horas de mi vida.
Pero sabía que eso no iba a pasar.
Cerré los ojos y me obligué a dormir, tendrïa suficiente tiempo para pensar mañana, pero ahora simplemente no.
....
Desperté con mi madre acariciando mi cabello. Solía hacerlo cuando era pequeña.
-Buenos dias.- saludó.
Volteé para verla y le sonreí.
No quería preocuparla ni molestarla con cosas de jovenes.
-¿Que haces aquí tan temprano?- pregunté.
-Cada segundo cuenta ahora que ya sé como funcionas.- rió.
Mi madre podía ser aveces la madre más dulce del mundo.
-No tengo planes para hoy.- dije.
Mi madre tomó mis manos.
-Yo sí.
Durante la mañana solo estuvimos en la piscina.
Bronceandonos, relajandonos y hablando de todo. Hasta papá se nos unió más tarde, solo se recostó en una silla (él seguía resfriado) y estuvimos allí hasta que empezamos a sentir hambre.
Mi padre se fue a dormir a las 4 de la tarde, algo tarde si conciderabamos que estaba mal y con fiebre. Nos aseguró de que estaría bien, y que deberiamos salir.