Capítulo 2: Sin Paciencia

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—Una bolsa de café será, entonces.


Shelly había tenido que ir a la tienda del pueblo para comprar sus granos de café. Debido a su bajo sueldo, había tenido que comprar una bolsa barata. La diferencia de ese café con los más caros era el campo donde era cosechado, pues no todos tenían los recursos suficientes para que sus sembríos estén con los mejores cuidados. Era la principal diferencia. Y la joven de cabello púrpura notaba la diferencia en el sabor. Por mucho que le gustara el café, le ere muy obvio que el sabor era algo... Menos disfrutable.

Tomó la bolsa y pagó las monedas que le pedía el tendero. Salió de la tienda y sus pasos la encaminaron de vuelta hasta su humilde casa. No tardó en ver las paredes hechas a base de troncos de madera, lo mismo con el techo. Tenía un pequeño porche, bajo el cual, a veces, la morena colocaba un pequeño banquito o una silla y se sentaba a descansar para respirar el aire libre.

Shelly no tenía días libres, pero se había aprendido los días que se podía dar el lujo de llegar algo tarde por el horario y humor de la clientela cada día de la semana. Los domingos eran, irónicamente, los días que más odiaba pese a que era cuando más tarde podía llegar. ¿Por qué?

Muy fácil. Todos llegaban a la taberna casi empezando el mediodía, lo malo era que iba buena parte del pueblo, y el bar se llenaba, ocasionando que cuando el aire empezara a llenarse de olor a alcohol, no hubiera lugar de donde Shelly o la otra mesera, de nombre Elisa, recibieran piropos y halagos que no estaban precisamente felices de escuchar.

Y los domingos, las ansias que Shelly tenía de mandar todo al demonio y ganarse el despido a cambio de romperle la nariz al cliente más cercano y marcharse del pueblo se hacían más grandes.

Justamente, ese día era un domingo. La joven de piel morena había preparado su café y en ese momento había salido al porche, tomando una silla con su mano derecha mientras que la izquierda sostenía su taza de café. Una vez posicionó la silla, se sentó para poder sentir el aire fresco contra su rostro junto al aroma del café caliente, mientras disfrutaba de la vista del pueblo extendiéndose frente a ella. Sí.

Podría haberse tomado más tiempo de descanso, pero la mala suerte había hecho que se despertara algo tarde, además de que tuvo que ir a comprar el café, poniendo el café a hervir algo tarde. Terminó el café, teniendo que volver dentro de la casa para lavar la taza. Observó que el mediodía que se acercaba. Shelly había aprendido a medir la hora usando las longitud y dirección de las sombras para, así, saber la posición del sol. No tenía recursos para comprarse un reloj.

De sus labios brotó un resoplido de fastidio. Agarró una maleta, algo grande, pero diferente a la que escondía bajo la cama. Era la maleta donde guardaba su ropa. Allí estaba su uniforme. Una vez se vestía con el uniforme, tenía que ir así hasta el bar y luego volver a su casa, ambos viajes debiendo vestir ese uniforme de escote muy grande para su gusto y falda corta.

En verdad odiaba ese traje. Se sentía más como una exhibición, y era muy claro que su atractivo era un factor que el tabernero tomaba en cuenta.

Shelly debió primero desvestirse, para luego colocar cada prenda de aquel vergonzoso uniforme sobre su cuerpo. Aquella falda le llegaba hasta poco más arriba de las rodillas, pero por su forma era fácil de levantar hasta por el aire (por eso odiaba tanto el tener que realizar los trayectos vestida así). Por si fuera poco, el escote era muy grande para su gusto.

Pese a la clara incomodidad que sentía aquella joven de piel morena al vestir aquellas prendas, debió de salir de su casa y emprender el camino hacia la taberna. Como siempre, iba a paso ligero mientras sostenía su falda con ambas manos para evitar que el viento le jugara alguna mala pasada.

La Gran Travesía. ʙʀᴀᴡʟ sᴛᴀʀs #PH20Where stories live. Discover now