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TaeHyung

En ese momento fue cuando supe lo que ocurría conmigo. El juego había comenzado, tal como dijo JiMin. Ana estaba comenzando a jugar con mis pensamientos y mi mente. Logrando hacer que mis acciones ante ella sean nulas, puesto a que mi cuerpo no reacciona y me termino dejando llevar por su locura. Sin saber que ahora soy yo quién cae en la locura junto a ella. Sin saber que ahora estando lejos de ella no puedo evitar sentirme nada. Es algo extraño, junto a ella siento un sentimiento que nunca antes había sentido. Todo es extraño ahora, con a ella todo es diferente. Junto a ella siento seguridad aunque corro peligro estando a su lado. Sabiendo de las cosas que ella es capaz, incluso, de que soy capaz de morir estando con ella. Pero algo en mí me da seguridad junto a Ana, como si el miedo ya desapareció en mí y no es miedo lo que siento, no sé qué es, pero quiero saber porqué tengo la necesidad de estar con ella. En estos momentos desearía estar con ella, pero... no puedo, me han prohibido ir al manicomio sin que sean mis horarios con ella. Y es que sí, he estado yendo allá los día que no tocaba con ella pero era inevitable no ir. Mi mente solo se centra en estar con ella de cualquier forma posible. No importa cómo, pero sé que ahora debo estar con ella y por algo agradezco que séa martes.

Conducía con una sonrisa en mi rostro como nunca antes. Sin que el miedo me conquistara e intentara hacer todo lo posible con tal de no ir hoy, pero este era todo lo contrario, en verdad estaba necesitando observar aquellos ojos llenos de locura y maldad, que a la vez expresan tristeza y humildad. Ni bien pasaron los quince minutos de cada día yendo al manicomio y detuve mi auto en el estacionamiento. Allí sentí una sensación extraña recorrer mi cuerpo, y supe que debía irme de ahí, pero no podía. Mi cuerpo y cerebro peleaban en irse o no irse. Hasta que comencé a caminar inconcientemente hacia la entrada del hospital. La puerta se abrió y comencé a caminar en dirección a la habitación de mi querida y dulce Ana. Solté un leve suspiro en lo que estaba frente a la puerta y con ayuda de una llave la abrí. Lo primero que ví fue aquella delgada silueta de espaldas observando la pared como cada día que llegaba y Ana estaba haciendo lo mismo. Caminé lentamente cerrando la puerta, mientras Ana comenzaba a enderezar su espalda al escuchar mis pasos.

- ¿Acaso no te cansas, TaeHyung? -Me preguntó sin girarse, aún mirando la pared.

- ¿Cansarme de qué?

- Ay, por favor, no séas imbécil y solo vete. A no ser que séas un maldito masoquista. -Mi cuerpo se encontraba a su lado mientras observaba con detalle cada facción de su delicado rostro.
Su cabello lacio, negro y brilloso, observaba de este imaginándome lo suave que sería tocarlo y estar todo el día acariciando de él.
Su rostro, ¿Cómo es que era tan perfecto? Su mandíbula fina con la que, con deslizar mi dedo, sentiría como cortara de este. Sus ojos celestes como el cielo lograban resaltar como si fueran luciérnagas en medio de la oscuridad. Y luego, estaba su piel, blanca como si fuera un mismísimo fantasma. Era notable el hecho de que no tomaba sol, puesto a que tiene prohibido ir al exterior con su nivel de peligro. Su piel parecía ser completamente suave y sin imperfecciones. Y sus labios, eran grandes en forma de corazón, rosas y siempre estaban entreabiertos mientras sus dientes apenas eran visibles.
¿Cómo es que una chica como ella acabó aquí? ¿Cómo es posible que con esa apariencia esté aquí? En verdad, nunca creí aquella frase de "Las apariencias engañan", pero lo mejor que debía hacer ahora, era creerla.
Lo único por lo que venía, era solo para apreciar su rostro perfecto. Era una persona bastante llamativa aquí. Las mujeres que se encuentran aquí usualmente suelen tener una apriencia descuidada, nada comparado a Ana.

Escuchar la puerta abrirse y cerrarse provocó que salga de mis pensamientos rápidamente, girando mi cuerpo observando la puerta... Mierda.
Observé como Ana salía rápidamente de la habitación, por lo que en un principio no me preocupó hasta escuchar la cerradura, como la llave daba tres vueltas. Corrí hacia la puerta y comencé a empujar de ella, puesto a que cuando esta no tiene llave, es fácil de abrir con un poco de fuerza. Pero estando cerradas, era lo mismo a intentar mover una ballena siendo una sola persona y sin tecnología, eran impresionantes aquellas cosas. Claramente eran hechas para manicomios y utilizadas en casos como Ana.

The dream of the Psycho || Kim Tae HyungWhere stories live. Discover now