Tacto

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El dōjō le recibe con un agradable aroma de piso recién encerado. Afuera el manto blanco de Invierno cubre los techos y los pisos. Se extiende hasta donde sus ojos pueden ver. Sabe que a Bakugo le disgusta el frío. En realidad es una suposición.

Recuerda el comentario de Midoriya al respecto cuando vio los cambios a su traje de héroe. Bakugo necesitaba del calor para sudar y utilizar su quirk. Pero más allá de eso al blondo no le agradaba el frío. Utilizaba chamarras mullidas y bajo estas ropa térmica. Siempre que estaba en compañía de Kirishima el pelirrojo se aseguraba de brindarle su calor corporal que no era poco. Al menos juzgando que su traje de héroe constaba de muy poca tela incluso para ser invierno.

Así que se distrae prendiendo sus llamas y fungiendo como calentador del lugar para que Bakugo se sienta más cómodo en cuanto llegue.

Está nervioso, también. Teme que Bakugo le diga que no seguirán con sus clases, que le eche en cara que es débil y que para el caso solo es un retroceso en sus habilidades comparándolo con Midoriya o con la resistencia que puede brindarle Kirishima. A final de cuentas él no pierde.

O que le diga que ha adivinado sus intenciones. Que ya sabe por qué lo busca. Sabe su sucio secreto sobre quererlo — no quiere pensar en que está enamorado porque la palabra es pesada y aplasta su pecho. Tiene miedo de darle un nombre a sus sentimientos y que estos no tengan una oportunidad de florecer — y se siente asqueado por ello. Porque no lo considera digno. Suficiente. Porque está roto y Bakugo merece algo mejor. Alguien valeroso, decidido, que siempre haya estado para él, alguien heroico. En resumen alguien que no sea él.

—¡Bastardo! ¿Vas a volver esto un puto sauna?

Bakugo le grita desde la entrada. Se esta quitando la chamarra y colocando los zapatos en el genkan. Pero tiene los brazos alzados sobre su rostro de modo que Todoroki no puede verlo bien. Se levanta de su sitio impulsado por el miedo. Quiere correr y no escuchar lo que el rubio tenga que decirle. Pero se queda en su sitio con los músculos congelados.

En efecto, el más alto se percata de sus llamas que se han extendido y están próximas a la madera. Pudo haber incendiado el lugar y no lo habría notado de no ser por el blondo.

—¿Qué carajos estabas haciendo? — increpa Bakugo, acercándose finalmente a Todoroki.

—Calentaba.

—Parecía como si quisieras quemar esta mierda.

Bakugo se planta frente a él, le toma del brazo y lo jala hasta que ambos se quedan sentados uno junto al otro. Muy cerca. Frente a frente. Solo entonces de percata de la mochila naranja que lleva Bakugo.

—Quitate la playera, bastardo.

Todoroki asiente sin decir palabra alguna. El tacto de la mano suave de Bakugo le quema el brazo. Habría pensado que con el carácter que tenía y lo duro que se veía sus manos serían ásperas. Probablemente sea por su quirk que sean todo lo contrario.

De la bolsita Bakugo sustrae un frasco y una botella, ambos de cristal, junto a un costalito.

—No volveré a hacer esta mierda, bastardo. Si te vuelves a sobre exigir, pues allá tú. Si quieres matarte no soy quien para interferir.

Abre el tarro que parece tener una crema que luce como la arena y se la unta en las manos antes de colocarlas en sus hombros. Masajea la zona, baja por su clavícula y se detiene en sus pectorales. Bakugo no le mira a la cara, la mantiene baja, concentrado en su trabajo. Retira sus manos y abre la botella, tiene un gotero incorporado a la tapa, lo llena de un líquido verde y lo vacía directamente en la piel de Todoroki. Procede con el masaje con firmeza.

Todoroki siente que se sonroja. Le arde la cara por lo cerca que está el rubio, puede oler su cabello cuando se inclina sobre él. Y el contacto entre ambos hace que su cerebro vuelva a hacer cortocircuito. Suspira al sentir sus músculos siendo acariciados y como se van destensando.

Las manos de Bakugo son hábiles. Se desplazan por los pectorales, el esternón, las clavículas, los hombros y los brazos.

—Date vuelta.

Le ordena. Todoroki quiere negarse. Decirle que no puede darle la espalda porque es lo más hermoso que ha visto. Pero obedece temeroso de que el blondo lo explote y se aleje.

—Estás muy puteado.

El mismo ritual se aplica en sus omoplatos, en el dorsal ancho, a lo largo de su columna vertebral. En su cuello. Todoroki siente que se derrite. Y ronronea.

Ignora la voz molesta que le susurra que Bakugo podría hacer eso con Kirishima o Midoriya. Y se concentra en ese momento.

Incluso si aún no es digno de Bakugo, va a disfrutar su cercanía y se esforzará por estar a la altura.

—No vayas a dormirte, no pienso cargarte de nuevo.

—Podría llevarte yo — ofrece.

—No estaría mal, para variar.

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Gracias a quienes votan, leen y comentan.

Ya sé que Todoroki es inseguro y eso les hace pensar que la cosa va a terminar mal, pero para eso está Bakugo. Solo hay que darles tiempo para que se acerquen más. De todas formas ustedes opinen.

Actualización el martes.

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