🌻; Su pecho.

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No podía estar bien, quedaba solo un mes para que los estudios de Hogwarts terminarán y los de último año tendrían que decirle adiós a aquel lugar que había sido un segundo hogar por tantos años, volverían a sus casas, con sus padres, platicarían de las tantas cosas que habían aprendido, también platicarían sobre su futuro, pondrían empeño para ser ayudados en lo que escogieran como su carrera, ya fuese lo que desearan.

Y para Draco era tormentoso. Tener que regresar a Malfoy Manor, aquel sitio tan enorme pero que estaría tan vacío. Quitando de por medio a los elfos doméstico que estarían esperando aunque sea para ir a plancharse las manos.

Pansy, Blaise y Thedore le habían pedido que quizás podría pasar una temporada en casa de ellos. Pero le era imposible, no quería verse como un arrimado y se conocía, no iba a encajar en ningún lado que no fuese su propia mansión (donde la soledad lo iba a consumir). Y es que joder, sus padres lo habían educado para muchas cosas pero jamás cuando ellos faltarán. ¿Que se supone que debía hacer? ¿Como debería de actuar?

Estaba seguro que todos se daban cuenta de su condición, desde que había vuelto del entierro de su madre, simplemente había cambiado (quizás no para bien) de actitud, ahora solamente permanecía callado, sin ser capaz de responder a insultos de otros estudiantes.

—Draco...pasaste tu examen de transformaciones, estabas preocupado por eso —Pansy trataba de hacer conversación mientras le acercaba el plato de comida—, deberíamos festejar con un gran banquete. ¿No?

Su respuesta fue el silencio, dejando que los murmullos de los demás se escucharan.

—La comida está muy buena, si no te la comes me lo comeré yo.

Aún así ni hizo caso a Blaise quién también se veía igual de preocupado, incluso Thedore al fin había dejado de estar leyendo su libro para fijar su vista solamente en este. Los 3 lo miraban con preocupación, sin saber que hacer.

Estaba seguro que los muy malditos tenían la intención de sujetarlo, otro de abrirle la boca y seguramente Pansy, ser la encargada de meterle la comida a fuerza.

Los miró fijamente por primera vez en aquel día para darse cuenta que si era cierto, estos no podían disimular ni un poco que estaban sumamente preocupados por el. Y no sabía qué hacer, así que se puso de pie sin hacer caso al llamado de los 3. No tenía hambre, no quería ver a nadie, simplemente quería estar solo, estudiar lo suficiente para poder pasar todas las materias. Y adiós Hogwarts.

Estaba dispuesto a retirarse a su dormitorio para encerrarse a estudiar hasta quedarse dormido, vaya que ahora hacia lo que alguna vez le crítico a Granger.

Sin embargo, no pudo ni siquiera avanzar en aquel pasillo al encontrarse de enfrente con Potter. Este parecía que llevaba un buen rato esperando ahí, encontrándose de brazos cruzados y recargado de la pared, se veía sumamente aburrido como para haber elegido estar ahí por su propia cuenta.

Era un vil tonto. Uno muy detestable.

—¿Cuánto cobras la noche? —murmuró acercándose hasta este quién alzó una ceja.

Entonces Potter entendió, se separó de aquella pared y bajo sus manos. Pero su comentario no le pareció gracioso.

—No digas tonterías, todavía que te estoy esperando y vienes a tratarme como una puta.

—Pues Potter, para la próxima no te pares como una. —le miró de arriba a abajo y giró la mirada hacia la dirección por donde había venido—, ¿Y por qué me esperabas?

—Te he estado viendo estos días.

—Yo pensé que eras ciego.

—Y me di cuenta que no has comido nada, de nada. Sabía que te pondrías de pie, y saldrías —el moreno había decidido ignorar sus comentarios y le llamó con la mano—, se lo que necesitas.

Draco estuvo a punto de preguntar qué carajos podría saber este, pero al ver que extendía un poco sus brazos, logró que se sintiera nervioso.

¿Por qué? Ni idea. Tendría una buena excusa.

—No Potter... aquí no —ni siquiera supo porque aclaró las cosas.

—¿Por qué no? Anda, que importa lo que digan los demás, tu necesitas de mis abrazos.

—Mis amigos me los pueden dar.

—Apenas y les haces caso.

—Eres un maldito —murmuró cayendo en sus juegos pero se vió caminando en dirección a este, quedando solo a pocos cm.

Cualquiera que pasara en ese momento, podría salir corriendo por algún profesor para avisar que Draco Malfoy estaba a punto de golpear al Salvador del mundo mágico, y se metería en graves problemas si con eso atraían al ministerio de magia que siempre lo iba a traer en la mira. Por lo menos durante algunos años.

Estaba a punto de retirarse, echarse para atrás y dejar al chico con las ganas, pero el contrario fue más hábil.

Le tomó de la cintura de manera sorpresiva para atraerlo a su cuerpo, logrando que quedarán tan unidos en un cálido abrazo, sintiendo como aquellos brazos lo apretaban con cierta fuerza que no lo lastimaban, al contrario, le daban mucho confort. Se sentía en casa, como aquellos días que llegaba a Hogwarts y sus padres se hallaban esperando por él en espera de que comenzara a hablar sobre cómo le había ido, incluyendo estar hablando mal del niño-que-vivió, sus padres adoraban oírlo por horas.

Que más daba, si había perdido todo. Quizás podría perder un poquito de dignidad. Por ese mismo motivo, terminó recargando su frente contra el pecho de este, sintiéndose mas refugiado que antes, como si su lugar fuese en esa zona. Pero era imposible.

Jamás se imaginó estar de aquella manera, su madre se moriría de risa si le contará que se estaba haciendo amigo de Harry Potter e incluso que estaba confundido, pensando que estaba enamorado. Entonces, ella podría sonreír, darle algunos besos para hacerle entender qué del odio al amor hay un solo paso. Como ella solía decir cuando había conocido a su padre, a Lucius. Seguramente ella estaría tan feliz, se burlaría de él, lo apoyaría.

—Te quiero, Draco —logró escuchar entre susurros a Harry quién le daba suaves caricias en el cabello—, no dejaré que te sientas solo. Puedes odiarme todo lo que quieras, pero deja que ahora yo sea tu Salvador.

Draco, quién apenas podía ser consciente de las pequeñas lágrimas que habían escapado de sus ojos, se dejó llevar por primera vez.

Siguió recargado de aquel pecho, Incluso logró sentir los latidos del corazón de Potter que iban tan rápidos sin encontrar el motivo. Ojalá pudiese calmarlos, lograban ponerlo de alguna manera: nervioso. ¿Por qué? Porqué se hacía una vaga idea de que este iba a estar ahí siempre. Pero por favor, se habían odiado desde años, desde niños como para cambiar de la noche a la mañana.

—No puedes quererme...mi tía, Bellatrix mató a..

—Se quién lo hizo. Y que lleve tu sangre no me importa —Este lo apretó más contra su cuerpo casi con miedo de que se fuera—, dejemos todo atrás. No me hagas rogarte, Malfoy.

Hasta ese momento, Draco pudo sonreír con sinceridad mientras se alejaba un poco, poniendo sus manos sobre aquel pecho para impedir que lo volviera a acercar.

—Dime que me quieres.

—Te quiero.

—Otra vez.

—Te quiero, Draco. Te quiero —este sonrió ampliamente poniendo tímido al rubio.

Sin embargo supo disimularlo.

—Dime que fui el mejor buscador que Hogwarts pudo tener.

—Bueno, tampoco te pases... ¡Draco! —Harry abandonó el lugar en el que estaba para poder ir detrás de aquella serpiente quién se había escurrido tan fácilmente—, ¡Draco por favor, no hagas dramas!

Draco apresuraba sus pasos, sin ser consciente que la sonrisa que llevaba en esos momentos era sincera, divertida, había olvidado sus vagos pensamientos mientras escuchaba a Potter gritar detrás de él.

De haber sabido que tenía que refugiarse en aquel maldito pecho y tendría a Potter rogándole detrás suyo, quizás lo hubiera intentado años atrás.

• Criticando a Potter; [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora