Capítulo 01

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Alexandra Danvers solía pensar mucho en el pasado.  Sentía la sensación, infinidad de veces de aquel pasado siempre que lo tuviera presente, y en cierto modo era así.

Aquella mañana de primavera, con un sol que aparecía rojizo y caliente cuál estación de verano, Alexandra salía del portal de su casa situada en una villa privada cuyo de vecindario está rodeado de residencias amplias de estilo moderno, ella subía a su pequeño auto deportivo color rojo cereza y se dirigía a su sala de arte.

Al sentarse al volante, siempre recordaba el por qué no había terminado la carrera de Medicina, que era lo que estudiaba en aquella época en Ciudad Starling, cuando lo dejó todo al garete al descubrir que Margareth Swayer, su novia de ese entonces la engañaba.

Estaba loca por ella y Kelly Olsen, amiga de ambas, le había puesto al corriente de las andaduras de Margareth con otras mujeres.

Sabía que Margareth pasaría horas y horas pintando lienzos y explorando nuevas técnicas para aplicar a sus obras.

Sabía que se reunía con frecuencia con otras personas que se dedicaban a su misma pasión, ya sean artistas o compradores de buen ver, o críticos que valoraban su trabajo.

Sabía que por su menuda apariencia, su cabellera negra y ojos prominentes era atractiva tanto para hombres como para mujeres.

Sabía además, que la quería y que sería incapaz de serle desleal, pero aquellas palabras de Kelly aún se mantenían cuán frescas como grabadas en aquel audio de llamada telefónica recibida en el buzón de voz.

Sabía además, siendo chisme comidilla de su profesión que Margareth tenía fama como pintora por todo el mundo.

No había vuelto a verla, pero por lo visto, ella tampoco continuó con sus estudios.
Llevaba la carrera de Derecho, que cursaba en la facultad en aquella época, a la vez que estudiaba las técnicas de Picasso y Salvador Dalí para integrarlos a su estilo personal.

Alexandra había tirado al traste su carrera en la Medicina y había comprado la sala de arte con el dinero que su tía Alura le dejó antes de fallecer.

El tiempo pasó y de repente, se volvió a encontrar a Kelly, siendo convertida en una escritora de cierta fama, que había publicado varios libros de novelas cortas.
No fue hasta que cuando salió su primera novela larga y que sería adaptada a una serie de televisión, que el ver su fotografía en una portada de revistas de variedades, que la hizo retroceder y comprobar en efecto que el nombre de Kelly Olsen era la nueva sensación del momento.

"El amor es ciego". Título cuya autora era Kelly Olsen.  La misma amiga que tenía cuando era la novia de Margareth en ese tiempo.

La situación en aquel momento, unos cuantos años...  Unos siete años era simple.

Kelly, íntima amiga de Maggie, no podía difamar a su compañera si no fuera cierto.
Se lo dijo un atardecer cuando debido a las ocupaciones de Maggie con sus pinturas, Kelly la invitó a salir al cine.

Seguramente los mariscos que cenaron ayer, estaba riquísimo. — le había dicho Kelly a Alex.

¿Qué mariscos? Acaso, ¿olvidas que tengo alergias con esos crustáceos salados? — le había replicado ella, porque el día anterior no había salido en todo el día de sus clases en la facultad, inclusive, ni asistió a la jornada nocturna de practicante como estudiante de tercer año se medicina.

— Mujer, no me digas que no estabas cenando con Maggie en El Acuario.

Alex sintió un largo sobresalto.  En su tiempo residiendo en Ciudad Starling, y ya que llevaba unos años por estudiar en la facultad, pero no había entrado jamás a ese restaurante como bien su nombre maneja el tema, su especialidad a la carta con delicias de la costa, que no le era de tanto agrado a Alex, salvo por sus famosos postres que ahí se sirven.
Con Maggie tenían planes de ir a cenar en ese lugar, pero esas largas horas entre lienzos y las mantillas de blanco clavadas en el madero que perdía la noción del tiempo como para tomarse una noche e ir a ese restaurante.

La afirmación de Kelly parecía ser exagerada para aplicarse en su novia que no le gustaba el lujo ni las formalidades de un sitio como ese, pero no quiso decírselo y sin embargo, insistió para que Kelly soltara todo lo que sabía, si es que había algo en concreto en sus palabras.

— Estaba sabrosísimo. — expresó tratando de que no saliera una mueca de asco.

— Se nota. — dijo Kelly. — que Maggie está loca por ti.  Supongo, que no tardarán mucho en casarse.

Como Alex solo tiene veintidós años y muy pocas intenciones de casarse antes de terminar la carrera estando en plenitud de su tercer año de medicina y ahora con la opción de escoger una especialidad, le dijo a Kelly:

— No pienso casarme antes de obtener el doctorado y Maggie todavía no ha terminado Derecho.  Va algo retrasada por esa manía de la pintura.  Estamos a medio semestre y a cada momento libre que puede está con la paleta y los colores.

— Es que ella — apuntó la señorita Olsen, estudiante de periodismo con especial en redacción y lenguaje literario — será una pintora de gran fama y nunca ejercerá su carrera.
Hoy a lo mejor perdió el semestre, pero pintará un cuadro digno de gran valor económico como para tomarse una carrera más comercial que artística como ella suele defender su talento.
Ya verás, que el tiempo nos lo dirá.

— Así que... Y nos viste ayer, en el Acuario.  — retomó para no desviarse de lo principal que tomó su atención.

— Si, si.  Y tu cabello me pareció un poco más oscuro y largo de lo normal.  No sabía que te gustaban las extensiones.  Te veías muy guapa...

Alex tenía una predilección de llevar su cabellera castaña corta.  Bastaba un poco de fijador o no pasarse el cepillo pero su cabellera lisa y corta la adaptaba con cortes atractivos para ambos sexos.  En esta ocasión tenía las laterales semi rapadas y media melena recogida hacia arriba con un poco de fijador.
Su corte de cabello era de las sensaciones de moda para las chicas lesbianas.
Odiaba tener el cabello largo, ni como para usar pelucas en Halloween.

... Pero a ella la vi perfectamente.  Las vi de lejos, claro, a través de la mampara que está en el vestíbulo.

— ¿Estás segura que era yo?

— Sin duda.  Miré más a Maggie porque estaba vestida con un modelo azul y calzaba zapatillas altas.  Tenía de tus manos junto con las suyas.  Supongo, ya están comprometidas en llevar su relación más formal, con miras a su matrimonio...

Alexandra no tenía prisas por casarse, así como tampoco no cabía dentro de si que Maggie vistiese un vestido que le marcaran sus curvas, salvo tratándose de presentarse a galerías de exposiciones de arte se vestiría elegantemente para la ocasión, aunque ella optaría por trajes de pantalones y chaquetas o abrigos largos con vestidos cortos y medias a combinación que iban dentro del código de vestuario para esos eventos.

... Bueno, que tontería.  Tú sabrás si estabas o no estabas allí.  Tú conoces los detalles mejor que yo.

Ella sabía que no había estado allí.  Que a lo mejor pudo confundir la apariencia de las chicas con otras damas que departían ante la vista indiscreta de su amiga.
La afirmación del cabello largo y las vestiduras de su novia en un principio los manejó como inventos irónicos de su amiga.

Ese fue el primer comentario de muchos en los que Kelly le hizo sobre las correrías de su novia.
Por supuesto, las tres eran muy amigas y aunque pareciese que en una relación amorosa, una chica soltera y heterosexual entre dos chicas lesbianas y enamoradas sería un plan de mal tercio, lo cierto es que Alexandra, Margareth y Kelly compartían tiempo como las grandes amigas que se conocieron en la Universidad, a pesar de estar en diferentes facultades pero sus gustos por la música, las artes y las motocicletas las unían mucho como para pensar que podían ser inseparables... Hasta que Alex y Maggie comenzaron a entenderse y salir como novias.

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