Capítulo 03

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Fue una tarde de Septiembre en que gran parte de la familia Danvers se reunía en el panteón para darle el último adiós a Alura.
Su hermano Jeremiah, sostenía a una hermosa pero ahogada en la tragedia a la pequeña Kara.
Sus ojos aún centelleaban lágrimas y en el momento en que cada quien de los familiares cogen un puñado de tierra para lanzarlos al agujero, Alex tomó la mano de su prima y la miraba con dulzura, pese a también sentir un pesar por despedirse de su tía a quien la adoraba.

- Tu puedes hacerlo. - le dijo cuando la joven tenia en manos dos rosas blancas y las debía de lanzar al agujero.

Las atenciones hacia Kara continuaron al anochecer, luego de la cena, Eliza pedía quedar con Alexandra mientras su esposo, Jeremiah acompaña a su sobrina en la hora de dormir.
Hacía varias noches que dormía asustada con la idea de quedar huérfana, pero ahora era una realidad muy cruda el tener los restos mortales de su madre bajo tierra en un panteón, el miedo abordó a la joven.

Para su más grande alivio, sus tíos son personas generosas que no durarían en dejar las extenuantes jornadas laborales como cargueros de encomiendas viajando por todo el país y estar con la joven en tan duros momentos.

- Aún no salgo de mi asombro por la muerte de Alura. Tu tía gozaba de buena salud y no era una mujer de vicios más que el de trabajar y criar a Kara. - expresó Eliza mientras fumaba un cigarrillo junto con su café.

- Sólo tenía una sola hija y era su único legado. Es increíble que se fuera de una forma que no pasara por un calvario doloroso pero a su vez, me da pesar por Kara que quedó sola y no tiene a nadie más que nosotros. - secundó moción Alex.

- Por eso, más que nada me preocupa el bienestar de la niña.
O bien, qué digo. Kara ya tiene quince años y está en la flor de la juventud. Aún no puede vivir como una persona independiente pero si, tiene una voluntad de hierro para sobrellevar la soledad. Sabes... La mayor parte del tiempo que tuvo a su madre internada en el hospital, ella no pidió relevos y se mantuvo cercana hasta el anuncio de su deceso. Tu padre y yo, tratamos de convencerla de tomar un par de horas para dormirla pero tu prima se quedó hasta el último momento. A veces rompía en llanto y el temor la abordaba, pero también entendía sobre la ley de vida y aceptaba que su madre si tenía que partir, se iría sin preocuparse de dejarla a la merced de la orfandad.

Por un buen rato Eliza continuó relatando sobre los acontecimientos de esa última semana tan dura, y Alexandra sostenía sus conflictos sentimentales en la lengua.
Por un lado, tras los diretes de Kelly sobre las andanzas de su novia la pintora, esa maldita deslealtad, quien también necesitaba el amor de padres era ella misma, pero no pondría sus problemas personales por encima de una niña que acababa de perder a su madre y que necesitaría de toda la atención de sus tíos para sobrellevar la situación.
Ya luego habría oportunidad de desahogar sus pesares y ver en que hacer con su vida porque no podría retornar a Ciudad Starling y llevar las cosas como si no le importara tal desengaño.

En este momento Kara era una prioridad y por tanto, en respetar la última voluntad de su tía para con su hija, que fue una sorpresa el que Eliza le mencionara que el abogado de la ahora difunta había solicitado la presencia de su sobrina mayor para la lectura del testamento.
Dicho documento que sería presentado en la siguiente tarde en la oficina de la notaría después de tener los papeles certificados y demás documentos que la difunta pidió legalizar.

- A mi adorara y dulce Kara:
Como madre soltera me decían que sería complicado el ver por tus necesidades, pero lejos de sentirme acomplejada por eso, yo misma he puesto mis esfuerzos para que tengas todo lo necesario y un poco más para que nada te haga falta mi querida niña.
Muy a pesar de haber finalizado mi tiempo en este mundo, pero no te sientas triste ni te hundas en una depresión porque te he enseñado a que del dolor, podemos ser más fuertes y que cuando sientas que algo te haga falta, siempre podrás contar con tus tíos queridos, Jeremiah Eliza...

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