CAPÍTULO 56 LOS TENEMOS

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El trayecto que normalmente se hacía en media hora lo habían hecho en tan sólo quince minutos.

Desde lejos Santiago y Bruno vieron el resplandor del fuego.

_Solo espero que hayan logrado salir. - dijo Santiago más para sí mismo que para Bruno. _ ¿hiciste lo que te pedí? - interrogó sabiendo de antemano la respuesta.

_Sí, nuestros hombres están alertas por toda la zona, no se quedarán quietos  hasta dar con ellos, los van  a buscar.

_Bien. - asintió. _cuando lleguemos quiero que todos se distribuyan por el lugar y vean en que pueden ayudar. - ahora se refería a los hombres que los seguían en varias camionetas.

_ ¡Santiago! - llamó Bruno su atención. _Todo saldrá, bien. - quiso tranquilizarlo, rara vez lo veía perder la cabeza y notaba que estaba demasiado impaciente, se daba cuenta de que Aureliano y su familia le importaban más de lo que quería aparentar.

Aún no hacía alto total la camioneta, cuando Santiago ya estaba fuera de ella, y corría hacia la entrada de la casa en llamas, había distinguido a alguien intentando alcanzar la salida junto con densas y oscuras oleadas de humo que salían no sólo de la puerta si no por las ventanas y cualquier orificio que se lo permitiera, había visto como lograba llegar justo a la puerta y se desvanecía. Cuando intentaba arrastrarlo Bruno ya estaba a su lado ayudándolo porque no era una persona, ni dos, eran tres.

*****
Los tres cuerpos estaban inertes fuera ya del alcance de las llamas y el humo. No era la primera vez que Bruno y Santiago se enfrentaban a una situación de ese tipo y sabían que hacer.

Durante el camino Santiago había hecho varias llamadas, esperaba que la ayuda llegara, a tiempo, mientras tanto, Junto con Bruno y otro de sus hombres intentaban reanimar a Aureliano y su familia, el menos grave era él, ya que después de darle respiración de boca a boca había reaccionado, pero aun así seguía tendido en el piso con dificultad para respirar, mientras que Bruno se encargaba del pequeño que necesitaba reanimación, al igual que su madre, de quien se encargaba Santiago, por fin el pequeño empezó a reaccionar, pero ella no lo hacia

El sudor resbalaba por el cuerpo de Santiago, estaba cansado, pero no podía rendirse, no podía dejar a Mariana, Aureliano no se lo perdonaría, ni tampoco su esposa y por supuesto él mismo, le tenía gran admiración, respeto y cariño.

_¡Llegaron! - escuchó entre brumas la voz de Bruno, su atención se concentraba en no desfallecer y lograr que ella volviera en sí.

Bruno tuvo que apartarlo para, que diera lugar a la gente que acababa de llegar, era un médico y enfermeras que traían el equipo necesario.

Santiago y sus hombres se apartaron unos metros ya no podían hacer más, todo estaba en las manos de los recién llegados.

*****
Mariana despertó, sentía el cuerpo pesado, sus pulmones dolían al respirar, estaba cansada y su mente se negaba a reaccionar.

Abrió sus ojos, pero automáticamente se cerraron de nuevo. Con obstinación se obligó a abrirlos de nuevo, su visión era borrosa, pero aún así pudo distinguir la figura de aquel hombre al que amaba con todo su corazón, miró su rostro, estaba manchado de hollín, tenía el cabello revuelto, su ropa no era la usual, de hecho tenía puesta una bata de hospital, cuando su visión se aclaró más pudo darse cuenta de que  su brazo estaba canalizado, miro hacia arriba de él y ahí estaba el suero que se le estaba suministrando, con aprehensión recordó lo sucedido, él también había estado ahí, en el incendio y Saúl... ¿En dónde estaba Saúl?... Con angustia pensó en levantarse, pero si Aureliano estaba ahí, dormido, tan tranquilo, era porque su pequeño estaba bien, ¿o no?

*****
_Su hijo se encuentra fuera de peligro. - le explicó la amable enfermera que la atendía, ahorita está dormido, más tarde lo podrá ver, y su esposo. - movió la cabeza de un lado a otro como diciendo que era un caso perdido. _ en cuanto pudo, se bajó de la camilla y no pudimos hacerlo regresar, no hubo poder humano que pudiera alejarlo de usted en cuando verificó que su hijo se encontraba fuera de peligro y de que constató por si mismo que se encontraba dormido, él debería estar recuperándose, pero no quiso dejarla sola, no se ha apartado de usted ni un minuto, fue necesario poner en el suero algo para dormir, por eso está así, y ni aun de ese modo lo hemos movido, nadie se atreve, porque no sabemos cuál sea su reacción cuando despierte, y vea que no está junto a usted. Después de todo aunque no es la mejor posición, al fin está descansando. - sonrió.

Mariana no pudo contener las lágrimas que escaparon de sus ojos. Ciertamente él era un hombre obstinado y más cuando se trataba de la seguridad y el bienestar de sus seres queridos, con ternura acaricio su cabeza recostada a un lado de la cama en donde había sucumbido al somnífero administrado por el personal médico. Con certeza supo que él había sido quien los rescató del incendio, en sus manos se apreciaban quemaduras, no eran graves, pero mostraban que había estado ahí.

Al pensar en el incendio se dio cuenta del porqué de la paranoia de Aureliano de mantener vigilancia constantemente, ella había discutido en varias ocasiones con él porque no quería que alguien anduviera siempre detrás de ella, sin embargo, él se había mostrado firme en ese aspecto, aunque en cualquier otro siempre terminaba haciendo la voluntad de ella.

Ahora lo comprendía y no volvería a discutir por ello, pero le aterraba ver cuán vulnerables eran y volvía a entender la posición de Aureliano, seguramente ese era el resultado de querer dejar las filas del crimen organizado, con terror se dio cuenta de que por primera vez en su vida se planteaba el aceptar que el continuará con ese tipo de vida, si eso garantizaba su seguridad y su supervivencia.

No lo quería perder, ni a Saúl tampoco, eran su familia, todo lo que tenía y los amaba, pagaría cualquier precio por que permanecieran a salvo, no lo presionaría más, de hecho, no lo hacía con palabras, pero él sabía cuál era su anhelo y buscaba satisfacerla por todos los medios, incluso por encima de su propia seguridad. No dejaría que se expusiera más.

*****
Santiago salía del hospital en donde había pasado a ver a sus amigos, por desgracia no había podido hablar con ellos,  estaban dormidos. Mariana con Aureliano dormido a su lado sentado en un sillón junto a su cama.

Le inspiraron ternura, pensó en Elizabeth, su hermosa esposa, conocía esa sensación de estar a punto de perder a tu familia y no se lo deseaba a ellos.

También había pasado a ver a Saúl quien al igual que sus padres permanecía dormido. Todos estaban fuera de peligro.

Al salir sonó su teléfono.

_ ¡Bruno! ¿Qué sucede?

_ ¡Los tenemos! - dijo dándole su ubicación. _te esperamos.

Santiago colgó, habían dado con los culpables del incendio. Estaba furioso, tres familias habían sido afectadas, entre ellas sus amigos, esos hombres no sabían con quien se habían metido.

_ Son diez hombres los que tenemos aquí. - le informó Bruno al nada más llegar. _fueron quince los que participaron en los incendios, estamos tras los otros cinco, después de hacer lo que hicieron se separaron, pero de nada les valió.

_ ¿Sabes quién los envió?

Bruno asintió.

UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora