Parte XXX

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Narrador Omnisciente

El rubio de los rulos comenzó a escribir en su celular y de inmediato el mensaje llegó al otro rubio de orbes violeta.

—Fugo, estoy arriba en la habitación de Mista. Por favor, distrae al señor Abbacchio para que salgamos porque si me ve se va a poner pesado.— terminó de leer.

—Pss, Narancia, acércate.— Fugo le susurró al azabache que aún seguía algo aturdido por la escena que había presenciado hace unos minutos.

—Yo sé lo que ví y me imagino que quieres hablar de ello, no te preocupes, yo voy a distraer a Leone.— Narancia se levantó del comedor y fue hacia donde el de hebras plateadas.

—Hey, Abba ¿Es bueno jalarsela?— soltó lo primero que se le ocurrió, al albino se le fue todo el color a sus mejillas por tremenda pregunta del menor.

—Mocoso ¿Por qué de repente sales con esta pregunta?— estaba algo nervioso, no era bueno dando charlas de sexualidad, para Leone era algo demasiado íntimo.

En lo que ellos conversaban, Pannacota respondió a su amigo que se encontraba aún en el piso de arriba, le sorprendía lo listo que llegaba a ser Narancia en ocasiones.

—Listo, ahora salgan lo más rápido posible. Narancia es demasiado estúpido para sobrellevar la charla tan bochornosa que le sacó al señor Abbacchio.— envió.

—Muy bien, Mista ¡Corre!— el rubio tomó su mochila y abrió la puerta. Se movió con rapidez hasta llegar a la salida de la casa, dicha acción repitió el moreno. Una vez fuera los dos, tomaron camino hacia el portón negro donde una próxima aventura les esperaba.

Del otro lado de la vecindad

Me pregunto que se traerá el apestoso con ese rubiecito ricachón.— Ghiaccio estaba observando desde la ventana como corrían hacia la salida.

—Parece que se te pegó la costumbre de Prosciutto.— Melone llegó por detras, provocando que el de cabellos celestes se irritara.

—Los de enfrente algo se traen en manos. Formaggio vió al Narancia besuqueandose con otro rubio rico, ese que luego deja en la entrada su auto y no es la primera vez que viene, lo más seguro es que se haya ido con ese cabrón la vez que Buccellati lo andaba buscando. Ahora el hediondo de Mista está con ese sujeto que no tiene facha de pobre. Seguro les están sacando dinero a cambio de favorcitos.

—Definitivamente te hace daño estar mucho tiempo junto a Pros.— se burló el de hebras violetas haciendo nuevamente rabiar a Ghiaccio.

—Bueno que te valga verga, baboso.— le gritó con de costumbre.

—Baboso me lo pones.— soltó con tono provocativo.

—Ohhhhh vamos, ¿Ahora que intentas hacer?— el chico de lentes estaba molesto pero a la vez le intrigaba lo que estaba a punto de hacer el de cabello largo.

—Sabes, los viejos no están y su habitación está libre ¿Qué dices si...mmmm no sé, te doy un masaje para que se te olviden esos chismes.— Melone estaba desatando los zapatos del peliazul y posteriormente sacándolos para dejarlo únicamente en calcetines.

—Si piensas que voy a caer en tus juegos sucios... estás en lo correcto.— Ghiaccio se dejó llevar por los encantos del otro.

—Di Molto.— se relamió los labios y ambos entraron a la habitación de sus padres.

De nuevo del otro lado

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