Extra. LONDRES

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HERO FIENNES.

El jueves por la mañana ya me encontraba en Londres, lejos de Jo y arrepintiéndome desde el minuto uno de haberme ido. Ni si quiera se despidió de mi y tampoco respondió mis mensajes.

En el aeropuerto me estaba esperando mi madre y mi hermana, razones por las que he vuelto.

—Hermanoooo—grita mi hermana nada más verme, mientras corre hacia mi para darme un abrazo.

Cuánto la he echado de menos.

—Por fin te vemos—dice mi madre abrazándome.

—¿Y tu novia?—pregunta mi hermana recordándome de nuevo lo que he dejado en Atlanta.

Esperaba que me preguntaran, yo mismo les había asegurado que vendría conmigo y podrían conocerla en persona y no solo por videollamada como ya habían hecho. Y realmente no había mentido porque una pequeña parte de mí siempre tuvo la esperanza de que viniera conmigo.

—Ha ido a su ciudad con su madre—digo sin dar más detalle.

—¿Lo habéis dejado?—pregunta cómo es de esperar la cotilla de mi hermana.

—Deja a tu hermano, Mercy—dice mi madre al ver mi cara.

—No te preocupes mamá—digo apoyando mi mano en su hombro—Hemos decidido dejarlo, porque no estábamos preparados para una relación a distancia—añado.

—Entiendo—dice mi hermana sin volver a preguntarme nada más.

Durante todo el trayecto a casa solo podía pensar en que estaría haciendo Jo en estos momentos. ¿Me echará de menos...?

Esa pregunta me la hice los 6 meses restantes que pasé aquí. Día tras día, pasando semanas, meses...

Después de pasar unas dos semanas aquí, haciendo locuras y estupideces que me permitieran distraerme de la realidad de no tenerla a mi lado, decidí llamarla.

Hola—digo nada más ver que coge el teléfono.

—Hola—responde con voz triste. Quizás es cansada como si no hubiera dormido en días.

—Te echo de menos—digo esperando a que ella me diga lo mismo.

—Yo también—y lo dice

—¿Que tal Perth?—pregunto

—Bien, Justo como lo recordaba. ¿Y Londres?—me pregunta.

—Bien, pero sin ti no es lo mismo—digo sincero.

—Lo mismo aquí—responde

Camino un par de pasos hacia la ventana de mi habitación aún con el móvil pegado a la oreja. Me siento en la repisa y alzo los pies encogiendo un poco las rodillas para estar más cómodo mientras con la otra mano sostengo el resto del cigarrillo que me queda.

—Lo siento por haberme ido—digo con voz apagada. Me llevo el cigarrillo a los labios, inhalo su humo hasta dejar que llene del todo mis pulmones y luego exhalo sintiéndome algo más relajado.

—Yo siento no haberme despedido—dice arrepentida.

—No me gustaría que estuviéramos mal, rubia—le digo.

—A mi tampoco. Tampoco quiero dejar de hablar contigo aunque ya no estemos juntos—dice lo que ambos pensamos.

—Sabes que puedes llamarme cuando quieras. Para ti nunca estoy ni estaré ocupado—respondo.

Seguimos hablando durante horas, convirtiendo nuestras conversaciones largas en algo habitual.

Cada noche cerca de las 10 cogíamos el teléfono y uno de los dos llamaba. Nos quedábamos cerca de las dos de la madrugada hablando, riendo y recordando los momentos que pasamos juntos. Me encantaba escuchar su voz antes de irme a dormir y por supuesto sentirla cerca aunque estuviéramos a kilómetros de distancia.

BEFORE || [✔️]Where stories live. Discover now