21.- E-S-C-Á-N-D-A-LO

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Sentí los rayos del sol en mi rostro, abrí los ojos y noté que estaban atravesando el gran ventanal que por alguna razón habíamos dejado sin cubrir con persianas la noche anterior; bostecé y froté mis ojos con las palmas de mi mano, caí en cuenta en donde estaba.

Miré el brazo de mi peli azul rodeando mi abdomen, ella estaba aún dormida y sus párpados se movían levemente como si estuviera soñando, Poché era un ángel. Me tomó algunos segundos darme cuenta de que ambas estábamos desnudas debajo de las gruesas sábanas blancas, recuerdos de la noche anterior llegaron a mi cabeza inmediatamente, sonreí.

—Buenos días —Susurré mientras mi mano recorría centímetro a centímetro del perfecto rostro de mi novia —Eres hermosa —Continué hablando y ella continuaba durmiendo cual bebé recién nacido —¿Por qué eres tan perfecta? —Me acerqué a sus labios para plantar un suave beso antes de ser interrumpida por algunos golpes en la puerta.

—¿Hola? —Escuché la voz de una mujer en eco alrededor de la enorme habitación, debe ser la mucama, pensé —¿Hay alguien? —Volvió a tocar, sentía a Poché moverse entre las cobijas y bostezar

—¿Quién es? —Preguntó con su voz ronca mientras frotaba sus ojos

—Creo que quieren hacer limpieza —Respondí mientras salía de la cama y colocaba una bata alrededor de mi cuerpo con el fin de ir a abrir la puerta —Hola, perdón, se que ya es tarde, pero nos quedamos dormidas —Expliqué al ver a una señora con todo el equipo de limpieza

—No se preocupe, mis disculpas —Contestó la señora sujetando el carrito de limpieza —Vendré más tarde

—Disculpas —Añadí antes de que me brindara una sonrisa como respuesta.

Poché había ganado bastante dinero el otro día jugando a las cartas, no era mi idea favorita mirar como arriesgaba nuestro dinero en juegos negros, pero había sido una vez solamente, para perder la curiosidad ¿no?, después de ese día había hecho una reservación en el hotel Attica, uno de los más costosos y finos en toda Coruña, yo por supuesto no me iba a negar, mucho menos al llegar y mirar todas sus instalaciones y el trato que tenía el personal con nosotras; era como si estuviéramos viviendo una vida de millonarias por toda esta semana y la idea me comenzaba a agradar.

—Es nuestra culpa —Mencioné mientras caminaba de vuelta a la cama —El reloj ya casi marca las tres de la tarde, debimos haber despertado hace mucho —Mi novia hizo el gesto de dar palmadas al espacio vació que yo solía ocupar en la cama.

—¡Ven! —Me ordenó con una sonrisa traviesa, yo obedecí y entré de nuevo en las sábanas —Estamos pagando una fortuna por este lugar como para que una mucama llegue a desafiarnos y decirnos cuando debemos hacer limpieza y cuando no —Poché podía llegar a ser muy grosera cuando el poder se le subía a la cabeza, sin embargo mirarla llevar el control de todo lo que estaba sucediendo solamente me provocaba querer estar debajo suyo gimiendo su nombre.

—Amo verte así —Confesé mientras ella quitaba mi bata y la arrojaba hacia algún espacio en la enorme habitación

—¿Así como? —Preguntó alzando su ceja y mirándome con picardía

—No lo sé... ¿dominante? —Dije nerviosa, Poché comenzó a besar mi cuello lentamente, cerré mis ojos.

—Sabes que no necesito dinero para tener el control —Admitió y continuó besándome mientras su mano no fallaba en travesear con cada parte mi torso, mi respiración se entre cortó, Poché me volvía loca —Desafortunadamente estoy muy hambrienta y sin algo en mi estómago no funciono —

—Yo también muero de hambre —Respondí mientras sus labios atrapaban los míos en un apasionado beso

—Vístete, vamos a comer algo al restaurante —Añadió antes de levantarse y salir de la cama, dejando al descubierto su cuerpo desnudo mientras hacía paso al baño.

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora