27.- Como los gorilas UH UH UH UH

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—¡Llegamos! —gritó emocionada mi novia bajándose del taxi, con su ayuda logré hacer lo mismo. 

Alcé mi vista para poder observar la entrada de aquel museo en donde me había traído mi pollito, era una gran estructura hecha de ladrillos antiguos de un color café gastado, grande, espaciosa y muy pintoresca. A las afueras estaba repleto de gente dispuesta a entrar con el mismo propósito que nosotras, disfrutar de aquellas antigüedades.  

Caminamos tomadas de la mano hasta la ajetreada fila, algo dentro de mí estaba emocionada por observar algo nuevo pero por otro lado, pensaba que podíamos hacer algo más divertido que estar aquí. 

—Tickets, por favor —habló el correcto señor a la entrada extendiendo su mano, Poché lo miró confundida. 

—¿Disculpe? —preguntó mi novia, él señor al parecer no estaba teniendo un buen día, pues rodó los ojos con bastante molestia. 

—Para entrar al museo necesitan tickets, ¿Captan? —su tono prepotente hizo enfurecer a mi pequeña pitufo porque el ceño fruncido de su rostro se hizo notar, abrió su boca dispuesta a discutir con el señor pero intervine antes de que el guardia de seguridad nos sacara a fuerzas.

—¿En dónde lo podemos conseguir? —sonreí amablemente, tomé la mano de Poché e hice que rodeara mi cintura detrás de mí. 

--Los tickets se compran con anticipación, están agotados hace una semana —espetó, al mismo tiempo una pareja conformada por una mujer rubia, alta y una gruesa figura seguida de un chico un tanto enano y piel morena extendieron sus tickets y el señor no tardó en sonreír  y dejarlos pasar inmediatamente —Sin tickets no hay museo, ahora por favor córranse que hay gente que si compro sus tickets a tiempo —con su mano nos empujó levemente sacándonos de la fila, la cual estaba algo larga por nuestra demora. 

El enfado de Poché era evidente, tomó de mi mano y me jaló hasta las afueras del museo, el sol golpeaba directamente provocando que achinara mis ojos. La pequeña sacó su celular y tecleó rápidamente. 

--¿A quién le escribes? —intenté observar la pantalla de ese aparato negro sin parecer chismosa, pero una sonrisa burlona se formó en su carita. 

—¿Piensas que te engaño? —preguntó quitando el celular de mi vista, hice puchero al solo pensar que eso podía ser una opción. Desde que tenía ese aparato, nunca me había dado curiosidad revisarlo o algo por el estilo, hasta ahora —Le escribo al idiota de Kyle, olvido el pequeño detalle de sacarnos tickets —gruñó bloqueando el aparato y guardarlo en el bolsillo trasero de su pantalón. 

—Amor, no tengo problema de ir a otro sitio —intenté calmar un poco su enojo, de verdad no era que estuviera ansiosa por entrar a un museo, prefería ir a otros lugares más divertidos que ver cuadros, pinturas y estatuas con poses extrañas —Podemos ir a un zoológico —sonreí emocionada al solo pensar en la posibilidad de tener una foto de Poché con un animalito exótico.  

—No nos quedaremos con las ganas, te prometí que entraremos a este lugar y lo haremos, ¿Okey? —habló insistente, suspiré. Esto era una perdida de tiempo, no había ninguna posibilidad de entrar sobre todo si ese señor con bigote extraño seguía parado en la puerta. De pronto el celular de la chiquita comenzó a vibrar y una amplia sonrisa se formó —Ven...

Mi instinto interno comenzó a vibrar, esto no iba a ser una buena idea. 

—Nos meteremos en graves problemas —espeté. 

—No seas aguafiestas —seguí sus pasos hasta la esquina de la calle para después meternos en un pequeño pasillo que conllevaba a una puerta sucia y de color rojiza, estaba claro que fue idea de Kyle —Según el rubio, podremos entrar por aquí —habló como si todo fuera tan sencillo, ¿Acaso era la única de las dos que razonaba? 

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora