‡■•R.I.P•■‡

460 30 8
                                    

Las velas se alzaron en la oscuridad haciendo su camino desde la ciudad hasta la cima de una colina, la cual brindaba una bella vista de la playa a sus pies y la hermosa extensión de agua salina brillando bajo la luz de la luna, el viento los acom...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las velas se alzaron en la oscuridad haciendo su camino desde la ciudad hasta la cima de una colina, la cual brindaba una bella vista de la playa a sus pies y la hermosa extensión de agua salina brillando bajo la luz de la luna, el viento los acompañaba corriendo con descaro en la fría noche; pero las velas no se apagaban.

Era como si el espíritu y calidez del héroe las mantuviera en pie, flameantes y vivas.

Fuertes y constantes.

Como él.

El camino de luces se movía a paso lento, formado por miles de personas que sostenían con pesar el pedazo de cera en sus manos cerca a sus corazones. Cada humano, mobian o ser vivo provenientes de otras ciudades, de otros países, de otros mundos y dimensiones. Todos decididos a reunirse en esa calmada y lenta noche, con un único propósito.

Decir adiós.

En el ambiente se podía sentir con claridad la gran variación de emociones: tristeza, pena, melancolía, dolor. Todas y cada una sinonimo de la otra. Los quejidos y sollozos, incluso gritos quebrados, se podían oír en diferentes direcciones de los miles de seguidores desahogando sus sentimientos sin dejar de avanzar, juntos, lo más cerca de la cima que les fuera posible.

Nadie era excepción de esto.

Hasta los más vistos como seres fuertes e inquebrantables, lloraban en silencio, algo apartados, pero cerca del mar de gente en pena. Compartiendo el mismo sentimiento.

Cada criatura parecía revivir una película en su cabeza, como una clase de rollo antiguo lleno de recuerdos y momentos bellos que pasó o vió del joven erizo, al que siempre llevarían marcado en sus mentes y corazones. Las imágenes de su resplandeciente sonrisa, destilando de esperanza y confianza; una de esas sonrisas que hacen temblar el cuerpo y sentir que eres llenado de caos en tu interior, una sensación verdaderamente mágica. Y esa, era una de las miles de cosas que no se podrían borrar de sus memorias. Jamás.

Su espíritu libre al fin podría cumplir con lo que tanto amaba hacer.

Correr.

Y estaría corriendo en libertad, por siempre.

Delante de todo la masa de seres en llanto se ubicaban los amigos y familiares más cercanos al cerúleo, algunos trataban de mantenerse firmes, con su fachada de seriedad y expresión calmada; pero eso no engañaba a nadie.

Todo aquel que conoció o tuvo contacto con el héroe no podía evitar sentir un ligero dolor en el pecho y derramar aunque sea una mínima lágrima, recordando inconscientemente algún momento en el necesitaron a alguien y el erizo azul estuvo ahí para ellos, cada vez que su miraba cruzaba cerca del freto siendo exhibido debajo del gran roble en la cima de aquella colina.

Su lugar favorito.

La anciana marmota de pie a un lado del cajón daba un último discurso apenas, con su voz a medio quebrar. En honor al héroe, no solo de Mobius, sino también, de toda aquella alma que haya sido espectadora de la gran bondad y espíritu benevolente de ese joven que, sin dudar ni un segundo, habría sido capaz de entregar su propio corazón sólo para salvar a otro.

Extras & Cortos~ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora