Prólogo.

317 43 12
                                    

Volvía a casa, exhausto apoyándose en la pared, rezando porque su madre no se encontrara en casa y pudiera esconderse en su habitación.

Llegó. Las luces estaban apagadas -menos mal-. Soltó la mochila en un rincón de la entrada y subió las escaleras, dirigiéndose a su desastrosa pero acogedora habitación. Su madre siempre lo regañaba porque el orden no era uno de sus puntos fuertes y él siempre respondía lo mismo, que dentro de todo ese desorden, él encontraba un orden.

Fue al armario y cogió un par de prendas más cómodas para cambiarse de ropa. Llevó el uniforme al cesto de lavar y se tumbó en la cama, mirando al techo. Ladeó la cabeza y vio un papel en su mesilla de noche, la letra era conocida:

"Volveré tarde, cielo, te he dejado la comida en la cocina, no me esperes. Te quiere, mamá."


Todo un detalle el haberse acordado de avisarle. Su madre era muy detallista, siempre estaba preocupándose por él. Y mucho más después de todo lo ocurrido con su padre. Desde aquello, su madre había intentado hacerle todo lo feliz posible para poder superarlo. Sin embargo, había ciertos agentes externos que no la ayudaban mucho. Como su problema haciendo amigos, su facilidad para meterse en problemas con unos cuantos, su habilidad para caerle mal a otros pocos y que su aparente inocencia y fragilidad ayudaba a que los matones del instituto se metieran con él debido a la falta de recursos para defenderse.

En definitiva, esos sucesos que atormentaban día a día al pequeño castaño y que eran los culpables de la falta de autoestima y de amor a la vida que tenía.

Quizá la situación con lo de su padre le había afectado demasiado, pues todo aquello le empezó a angustiar más desde que sucedió.

Miró el reloj, pensó que tal vez era la oportunidad que tanto había buscado, es decir, solo, en casa, sin nadie que pudiera detenerlo... ¿Por qué no intentarlo una vez más?

[...]

Hongseok volvía a su casa con los auriculares puestos, escuchando un grupo que descubrió hacía poco, y que sin duda le agradaba.

Él era un chico popular entre chicos y chicas, mucha gente lo admiraba por su belleza, don de gentes e inteligencia -por ese orden-.

Sin embargo, estaba mucho más agusto a solas, oyendo música y pensando en sus cosas.

Tarareaba la canción que sonaba cuando le tocaron el hombro.

El protagonista, se quitó los auriculares y miró hacia atrás. Ahí se encontraba Shinwon, un buen amigo suyo.

-¿Ya te ibas a ir sin mí?

-Perdón, estaba en mi mundo. -Se excusó.

Ambos siguieron su camino, en silencio.

-Oye Hongseok, tenía que preguntarte algo.- Hongseok le miró curioso, esperando la pregunta.- ¿Te presentarás a las prácticas que haremos en el hospital?

-¿Qué clase de pregunta es esa?

-Siempre te saltas las clases, por eso preguntaba.

-Empecé a estudiar esto por las prácticas, era lo único que me llamaba de la carrera. Y tú, ¿Irás?

-Qué va, prefiero no hacerlo. Soy demasiado torpe.

-Conociéndote te pones a hacer carreras con la gente que va en silla de ruedas.

-No lo había pensado, pero tiene que ser divertido. -Ambos rieron.

Finalmente se despidieron, Shinwon siguió su camino a casa, por otra parte, Hongseok ya había llegado.

Abrió la puerta, estaba bastante feliz para lo que solía, no era amante de pasar las tardes con su familia, siempre lo regañaban por no estudiar suficiente, por sacar malas calificaciones e incluso por saltarse las clases que para él, eran aburridas y solo estaban ahí para rellenar. Sin embargo, ese día era diferente, le habían dado una muy alta calificación y aunque se esperaba la respuesta de sus padres, tenía que intentarlo.

-Madre, padre. -Entró Hongseok sonriente llamando la atención de los nombrados.

-Bienvenido Hongseok.-Dijo su padre.

-Buenas tardes, hijo.

Él era un chico despreocupado, rara vez se podía conseguir verle alterado, sin embargo, había dos personas en el mundo que conseguían hacerlo día a día.

Sus padres.

Una de las cosas que más odiaba de su familia era que siempre iban de gente correctísima y toda su infancia había tenido que hablarles de usted, aunque fueran sus propios padres. Creían que eso era enseñarle modales a su hijo, el cual, cuando conoció a Shinwon, perdió todo ese "correcto comportamiento" para empezar a ser un niño normal.

-¡Tengo que contarles algo!

-Adelante. -Dijo su padre, no muy emocionado.

-He sacado la calificación más alta. -Hongseok buscaba en su móvil una foto que le había tomado al papel donde salían las calificaciones.

-Bueno, así es como debes de hacerlo siempre y con todas las asignaturas.

-¡Ah! ¿No pueden alegrarse por mí al menos una vez en la vida?

-Tal vez, si nos lo pudieras más sencillo, lo haríamos.

Hongseok entró en cólera y salió de la habitación para entrar en su dormitorio y cerrar la puerta tras él con un portazo.

-¡¿Por qué no puedo tener una familia normal?!Desearía que mi familia se alegrase por mí tan solo un segundo y me quiera tal como soy.- Dijo en un grito.

Puedo Oír Tu Voz | JinhongseokNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ