Capítulo 11.

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La luz que entraba por la ventana hizo que el mayor despertara apretando con fuerza los ojos. Trató de levantarse para cerrar la cortina, sin embargo un pequeño hombrecillo lo tenía agarrado con fuerza mientras dormía.

"Si usara esa fuerza contra los de su instituto" pensó mientras reía para sí.

Comenzó a acariciar el alborotado pelo del castaño para tratar de despertarlo.— Bonito...— Lo llamó con una voz suave.— Arriba pequeño... —Insistió.

El menor soltó un pequeño quejido parecido al de un niño de cinco años que se negaba a levantarse para ir a la escuela.

—Tesoro, arriba, vamos...

—Un ratito más...

Hongseok rió.—Pero es hora de levantarse.

—¿Qué hora es?

—La de levantarse.

—Minutos...—Murmuró.

Fingió mirarse un reloj de pulsera.—Oh... ¡caray, qué tarde es! Debes llegar a clase a tiempo y con las horas que son... Tu madre me va a matar.

Jin Ho se sobresaltó quedando sentado sobre sus piernas encima de la cama mientras se limpiaba con una mano la baba y con otra se frotaba los ojos. Rápidamente se levantó aún sin abrir los ojos por la luz que iluminaba la habitación y fue al armario tratando de encontrar el uniforme solo con el tacto.

—Cariño.— Llamó Hongseok entre risas.

—¿Qué? Date prisa, llegaremos tarde.

—Cielo, para.

—¿Por qué?— Trató de abrir uno de sus ojos para encontrar con más facilidad su atuendo.

—Es fin de semana. No tienes clase.

Jin Ho quedó petrificado, abrió completamente los ojos, miró a Hongseok, parpadeando repetidas veces, tratando de analizar lo que acababa de pasar. —¡¿Pero a ti qué te pasa?!

Hongseok no podía parar de reír, si bien no tenía suficiente con la escena anterior, la reacción del menor le causaba una ternura incalculable.

—Tendrías que haberte visto la cara.— Rió agarrándose el abdomen mientras se echaba para atrás.— Ay... Eres tan tierno que te comía a besos.

Jin Ho infló las mejillas en modo de enfado y volvió a soltar el uniforme que tanto le había costado encontrar en el armario. —No tiene gracia...

—Ayyy...—Hongseok se limpió un par de lágrimas y se incorporó, quedando sentado en la cama.— Ven aquí, anda, bonito.— extendió sus brazos hacia Jin Ho, quien se acercó y se sentó en su regazo, acurrucándose en su pecho.

—Casi se me sale el corazón... No me gustan estas bromas.

—Perdón, mi amor. ¿Me perdonas? —Preguntó tras posar un dulce beso en su coronilla, recibiendo un asentimiento del menor.

—Vamos a desayunar... Ya no tengo sueño... —El pequeño se levantó del regazo de Hongseok y se estiró. Volteó a mirar al moreno ya más sonriente y lo pilló embobado, admirándolo, sin embargo, este no detuvo su acto.

—En serio, me fascinas. —Hongseok se levantó tras Jin Ho, después de causarle un leve sonrojo en las mejillas. Se las besó y siguió su camino para bajar al comedor.

Jin Ho se quedó mirando en el sitio lo que hacía, y una vez salió bufó. —¿Por qué provocas esto, Yang Hongseok?

[...]

Jin Ho observaba los cereales nadar sobre la leche de su desayuno mientras los movía con la cuchara.— ¿Cuándo irás a casa?

—¿Cuándo quieres que me vaya?

Puedo Oír Tu Voz | JinhongseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora