Capítulo 1.

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Sonó el despertador, Hongseok nunca había tenido dificultad para levantarse por la mañana, era muy responsable en ese sentido. Se levantó y fue al baño a darse una ducha fría, como siempre, mientras cantaba.

Mucha gente decía que tenía una voz preciosa, sin embargo él no le daba mucha importancia, simplemente le gustaba cantar, tuviera buena voz, o no.

Terminó de ducharse y salió de la ducha, se miró al espejo y sonrió. Era el último día de clases en el trimestre, y podría dedicarse a lo que realmente le gustaba, la cocina.

Tenía la suerte de que sus padres trabajaban en una gran empresa, y hacían muchos viajes de negocios, por lo que podría dedicarse a ello sin ningún problema.

Terminó de prepararse y bajó, se había entretenido demasiado pensando en todo lo que podría hacer esa tarde y llegaba tarde. Cogió la mochila y metió sus libros en ella, cogió algo de dinero y se lo guardó. Tras eso salió de la casa y se dirigió a la universidad.

Llegó antes de la cuenta, por lo que su grupo de amigos y él, se pusieron donde siempre a hablar de diversos temas.

[...]

Jin Ho estaba cansado, odiaba el instituto, cada vez que iba allí se sentía observado, sentía que cada vez que pasaba por el lado de alguien se reía de él, por no hablar de las veces que lo dejaban en ridículo o lo pegaban.

Llegó al mismo y se puso su capucha, intentaba pasar desapercibido, sin embargo, su pequeña complexión física lo delataba y no podía esconderse.

Entró a su clase y se sentó en el último asiento, al lado de la ventana. Apoyó los brazos sobre la mesa y hundió su cabeza en ellos.

—Hola enano.— Alguien dio un manotazo en la mesa, asustándole sobre manera.

El pequeño castaño levantó la cabeza y vio a su peor pesadilla frente a él.

—Aún nos queda tiempo hasta empezar las clases, ¿por qué no nos divertimos un rato?

—Y-yo... No me encuentro muy bien.—Titubeó.

—¿Cuándo me ha importado tu estado de salud?

Jin Ho suspiró y se levantó, sería mucho peor si se negaba, así que no tenía más remedio que aceptar.

Lo llevaron a la parte de atrás de la escuela, donde nadie pudiera verles, y se dedicaron a hacerle daño mientras él se retorcía de dolor.

Le tomaron del cabello con fuerza e hicieron que su cabeza fuera golpeada contra la pared del edificio.

—¡Agh! — El castaño cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio, evitando quejarse, pues, si lo hacía, sería mucho peor.

—Así me gusta, que aprendas rápido.— El mayor pateó su estómago, haciendo que el más pequeño cayera de rodillas al suelo cuando sonó el timbre que avisaba el comienzo de las clases.— Hasta luego, pequeño, nos vemos en un par de horas aquí, en el descanso.— El mayor se fue, no sin antes darle una bofetada, dejándole en el suelo maldiciendo su existencia.

Se levantó como pudo y se dirigió a su salón, apoyándose en la pared.

El día había terminado -por fin- y el pequeño fue de camino a su casa tan rápido como pudo, temía volverse a encontrar con aquellos quienes le pegaban por gusto y diversión. No le importaba mucho su vida, sin embargo, no era muy amante de las palizas que le daban. Le dolían demasiado las piernas, así que decidió ir a un parque de la zona, a descansar un rato, para luego seguir con su camino.

Sacó su teléfono y escribió a su madre.

Mamá–

–Dime cielo.

Hoy llegaré un poco más tarde.–

Me quedaré a hacer un trabajo.–

–Está bien, tarda lo que necesites.

–Te quiero, diviértete.

Igual tú.–

El más joven bloqueó el teléfono y sacó su cuaderno de dibujo. Una de las cosas que le gustaba hacer para evadirse del mundo, era dibujar, le ayudaba a imaginar un mundo mejor, donde no hubieran injusticias y todo el mundo fuera feliz, toda una utopía.

[...]

Hongseok salió de la universidad junto a sus amigos, y decidió pasar un rato con ellos antes de irse a su casa.

Los chicos paseaban hasta llegar a un parque un poco solitario, solo había una persona. Un joven estudiante, concentrado, dibujando. Un joven que llamó la atención de Hongseok.

Se sentaron en el banco de al lado por petición de uno de sus amigos.

El pequeño se percató de la presencia de los chicos y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Guardó sus pertenencias en su mochila, donde encontró una nota. La leyó detenidamente una... Dos... Tres veces. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y recogió todo lo rápido que pudo. Tiró el papel al suelo tras hacer una bolita con él, y se fue deprisa.

—Qué pena, y yo que quería hacer amigos. —Dijo Hyunggu, uno de ellos.

—Si ni siquiera le has hablado. —Todos empezaron a reír, cuando Hongseok fue a por el papel. Se arrodilló y lo agarró para mirar lo que ponía y al segundo miró al pequeño irse todo lo rápido que le permitía su dolorido cuerpo.

—¿Qué pone?

—No estoy muy seguro.

—¿Cómo? ¿A qué te refieres?— Preguntó algo confuso Changgu.

—A ver, no sé si es una declaración de amor o una amenaza.

—A ver, déjame leerlo.

—El experto en relaciones, Lee Hwitaek va a sacarnos de dudas.— Dijo Hyunggu entre risas.

El nombrado leyó la nota. —Sin lugar a dudas, es una petición de amor.

—¿Y por qué estaba tan asustado?— Hongseok no dejaba de mirar por donde se había ido el castaño.

Tal vez no lo conociera, pero había algo que le había llamado la atención, sentía que debía ayudarle, tal vez su pequeña complexión había ayudado a hacerle pensar así, o tal vez realmente el destino tenía preparado que se conocieran.

Sea como fuere, quería saber más de él. Tenía curiosidad.

Puedo Oír Tu Voz | JinhongseokWhere stories live. Discover now