Capítulo VII

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Carrie despertó pegando una bocanada de aire que llenó sus pulmones. Observó su alrededor. Estaba en una habitación de hospital. A su lado había algunos paquetes que llevaban su nombre. Los miró extrañada. Apretó el botón que tenía a su lado para llamar al personal sanitario, y un enfermero no tardó en aparecer.

– ¿Qué...?

– Hubo un acciddente en tu vivienda. Solamente has sobrevivido tú.

Los ojos de Carrie amenazaron con romper a llorar, pero se mantuvo fuerte.

– ¿Hay alguien aquí conmigo?

– Sí, tienes a dos personas esperando. Ahora les avisaré.

Carrie suspiró. Esperaba que Nick fuese una de las dos.

– ¿Qué es eso? –preguntó señalando los paquetes.

– Lo salvaron del maletero del coche. Creo que son regalos.

El enfermero se encaminó hacia la puerta.

– Espere –le frenó ella–. ¿A qué estamos hoy?

– Hoy es sábado dieciocho de octubre.

El enfermero sonrió y abandonó la habitación. Carrie se quedó mirando la pared blanca de enfrente. Era su cumpleaños. El peor de su vida. Se había quedado sola. Una vez más, gente a la que amaba había muerto por culpa de sus poderes. La puerta se abrió y apareció su tía Briana, hermana de su padre que vivía en Francia. Se abrazaron y ambas liberaron lágrimas. Entonces Carrie se percató de que Nick permanecía en la entrada, apoyado en la puerta. Él se acercó y ella se abrazó a su cadera, mientras él envolvía su cabeza con sus brazos e inclinaba el cuello hasta que su cabeza tocase con la de ella.

– Lo siento tanto, pequeña.

Cuando ya se calmaron un poco, Briana y Nick se sentaron cada uno a un lado de la cama.

– Cuando te den el alta, seguramente esta misma tarde, deberás tomar una decisión muy importante –empezó su tía–. Puedes venirte a vivir conmigo a Francia o ir con tu tío Nick a Japón.

Carrie los miró a ambos.

– No hace falta que lo decidas ahora, tienes tiempo –finalizó Briana.

Carrie suspiró. Miró de nuevo a ambos. No contestó, pero ya sabía la respuesta incluso antes de escuchar la pregunta.

*****

Unas horas después, se encontraba en el coche de su tío Nick por una calle de Nueva York.

– Tu tía no entenderá como he aparecido de la nada y has preferido venirte a vivir conmigo tan lejos –explicaba Nick.

– Es posible, pero creo que he hecho lo correcto. Mataste a Gladiador, ¿no?

– No pude, lo siento. Se escapó, y casi me mata él a mí. El fuego fue mi peor enemigo, ya que a él no le afecta. Y al final incluso tuve que congelar el tiempo otra vez para que no me matase.

– Al menos estás aquí. Y a ese demonio lo voy a matar yo misma.

– Para eso necesitarás entrenamiento exhaustivo –le explicó él.

– ¿Y por qué te piensas que te he elegido a ti? ¿Por tu cara bonita?

– Pues podrías. Con todos mis respetos hacia tu tía Briana.

Carrie sonrió amargamente.

– ¿Es aquí? –preguntó Nick.

– Sí, gracias. No tardaré mucho.

Jikan. El poder del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora