Capítulo XXVIII

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– No volveréis a tocar a mi amiga –amenazó Carrie.

Hiromi levantó exageradamente las cejas.

– ¿Tu amiga? –increpó.

Carrie le miró desafiante.

– ¿Te ha contado tu amiga toda la verdad?

Carrie arrugó las cejas.

– ¿A qué te refieres? –preguntó.

– ¿Te ha contado que descubrí la forma de acabar con los demonios?

– Sí, me lo ha contado.

– Carrie, no le escuches –interrumpió Miku.

Hiromi pidió silencio llevando el dedo índice a sus labios.

– Miku, ahora hablo yo. Porque seguro que no le has contado que tú y tu squad decidisteis tomar la trágica decisión de asesinarme, ¿verdad?

Carrie se volvió y miró a Miku, que apartó la mirada. Hiromi se acercó hacia la rubia.

– Tu tío y los que consideraba mis amigos Daiki y Miku, bajo las órdenes del sensei, ¡intentaron matarme! ¡Por eso hui, por eso me fui! Por temor. Ellos pensaban que yo quería matar a los dotados. Pero no, yo solamente quería hacer las pruebas. Buscar esa exclusividad en vuestro ADN... y eliminarla. Si por ello debía sacrificar a alguno de vosotros, ¡sin duda lo haría! Pero es que... ¿acaso tú no lo harías, Jikan?

Carrie estaba desorientada. Miró a Hiromi y a Miku alternativamente.

– Por no hablar de tu queridísimo tío Nick. Demostró ser un desertor, ¡y aún así permaneció! ¡Le dejaron regresar como si nada hubiese pasado! –Carrie notaba como Hiromi se alteraba cada vez más–. Pero claro, después de todo lo que había sacrificado por sus poderes, yo también hubiese regresado.

Hiromi y Carrie entablaron contacto visual. Lo mantuvieron durante algunos segundos de silencio.

– Oh... ¿tampoco sabes nada?

Hiromi empezó a aplaudir.

– Maravilloso, Nick. Eres mejor persona de lo que imaginé.

– ¡Déjalo en paz, él no tiene la culpa de nada de esto! –inquirió Miku.

– ¿Eso crees? –preguntó él dotando su tono de una condescendencia misteriosa–. ¿Le preguntamos a Anna?

El nombre de su madre caló en el corazón de Carrie. La rabia y la impotencia empezaron a brotar en su interior.

– ¿Ya sabes qué fue lo que pasó?

Carrie no pudo aguantar sus lágrimas.

– ¡Yo fui la culpable, pero no me tortures con ello! –le reprochó Carrie–. Ni a mi tío, él está en Nueva York protegiéndome para que yo pueda desarrollar mis poderes.

Hiromi sonrió.

– Exacto. Justo lo que me temía. Él te ha engañado y tú no has caído a la cuenta todavía...

Miku, repentinamente, se lanzó hacia uno de los soldados, captando la atención de todos. De pronto otro de los soldados disparó una pistola contra ella, y un dardo se clavó en su cuello. Ella se giró despacio hasta mirar a Carrie. Se quitó el dardo del cuello.

– Carrie, sabes quién eres. No dejes que te arrebate eso...

Tras estas palabras, la japonesa cayó al suelo.

– Tranquila, está bien. Es una simple toxina que le ayudará a descansar –explicó Hiromi.

Carrie llevó la vista de Miku a Hiromi de nuevo.

Jikan. El poder del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora