#O2.

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Al escuchar el timbre, Kirishima se levantó casi corriendo, sosteniendo los yenes ya contados que había dejado sobre la mesa ratona del centro de su sala. No pagó con tarjeta esta vez en una medida para mantener a Bakugou más tiempo en su casa, y contó el dinero en otra medida para dejar de quedar como un chico con un déficit mental demasiado alto. Eso, más la cantidad de perfume que se colocó, el tiempo que se tomó en su ducha y cómo seleccionó cuidadosamente su vestimenta para hablar con un chico por un aproximado de cinco minutos como máximo

Al abrir se encontró con Bakugou mirándolo de forma totalmente fastidiada. No se lo tomó personal, pues la noche siguiente a enterarse de su nombre, cuando llamó a la pizzería y pidió que él fuera el repartidor que trajera la pizza, la chica con la que habló le preguntó tres veces: Así que supuso que lo que dijo el rubio esa vez era cierto, había recibido más de una queja por su maleducada actitud.

—Cuando te dije mi nombre fue para que movieras tu maldito culo y llamaras a la puta empresa diciéndoles que no querías que volviera a venir, no para esto, idiota. ¿Quién carajo te crees?

—Un cliente. —Kirishima se encogió de hombros—. Ya sabes, los clientes siempre tienen la razón.

Era la cuarta o quinta vez que Kirishima pedía pizza por su cuenta, sin necesidad de que Sero o Kaminari estuvieran ahí y marcaran por él como si se tratara de una colegiala tímida. Y por alguna razón, mientras más pasaban las semanas —siendo esa la segunda y media, o algo así— más se acostumbraba a la filosa lengua del rubio, ignorando las malas palabras y rescatando las partes entendibles de las oraciones para poder responder.

Incluso descubrió que Bakugou era como ese dicho de "perro que ladra y no muerde", aunque tampoco presionaba demasiado a ese , no deseaba que el rubio le pusiera una ley de restricción o que simplemente dejara de aceptar ir a entregarle pizzas. Tener que dirigirse a la tienda conllevaba que muchas personas descubrieran lo acosador que era y con que sus mejores amigos lo pusieran y se burlaran de ello ya era más que suficiente para él.

—Pues que este cliente me dé el jodido dinero para que pueda irme de una maldita vez.

—Claro... Tengo que ir a buscarlo ahora.

—...

Kirishima observó el rostro apacible de Bakugou y se permitió perderse un poquito en él. El rubio, ya bastante resignado a su situación, continuaba parado en el umbral de la puerta, observando discretamente distintos lugares de la casa, y a Kirishima no pudo gustarle más eso. Es decir, la había limpiado sólo para que cuando Bakugou la observara viera que no era el típico adolescente asqueroso que dejaba todo regado, ya era suficiente con que supiera que no sabía sumar y que tartamudeaba demasiado.

—Así que...

—¿Uhm? ¡Sí, dime! —se apresuró a contestar.

—¿Vas a fingir ir ya por el dinero o lo sacarás de tu bolsillo de una vez por todas?

—¿Eh?

El pelirrojo siguió el recorrido visual de la mirada del rubio y se encontró con su propio bolsillo, . Bien, ¿qué podía ser peor que eso? Kirishima al instante sacó todo lo que tenía y no pudo evitar que las monedas cayeran al suelo, regándose por toda la entrada.

Dejó la pizza a un lado y se agachó para recogerlas, escuchando el suspiro resignado del otro chico y viéndolo hacer lo mismo. Tragó en seco cuando observó las manos de Bakugou tomar las monedas que estaban más cerca suyo, hasta que ambos se rozaron buscando la última, por la que fueron a la vez. Kirishima encogió el brazo y el otro la cogió con rapidez, levantándose después.

—Es bastante propina —soltó Bakugou.

—Ehm... Sí. —Le entregó el resto del dinero y se apartó un poco, llevando tímidamente una de sus manos detrás de su nuca y evitando su mirada. Estaba completamente seguro de que ya se había sonrojado para este punto—. Es que... Eres un buen repartidor.

Delivery. | Bakugou Katsuki x Kirishima EijiroWhere stories live. Discover now