#O5.

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—Joder, chicos... Tengo unas ganas de comer una buena pizzmmhn.

Kirishima se sorprendió al ver a Sero cubrir la boca de Kaminari antes de que pudiera terminar de hablar. Kaminari parecía a punto de asfixiarse nuevamente y Kirishima realmente creyó que eso se estaba haciendo un mal hábito por parte de sus dos mejores amigos.

—¡¿Qué rayos te pasa, Sero?! —preguntó el rubio una vez el aire volvió a entrar a sus pulmones—. ¡Vas a matarme un día de estos!

—Amigo, eres un idiota —respondió el pelinegro—. Ya habíamos dejado en claro que ese tipo de palabras no se mencionan, ¿no ves que tienes un amigo con el corazón roto?

Kaminari y Kirishima se miraron entre sí, hasta que el rubio terminó de entender a lo que Sero se refería. ¿Y el pelirrojo? Pues sólo suspiró con una pequeña sonrisa en sus labios. Durante esa semana, sus dos amigos se habían puesto de acuerdo para no decir palabras que "le recordaran" a su corazón despedazado. Aunque al inicio fue bastante complicado y el gesto agradable, ya una semana después de lo ocurrido, él sabía que era normal que Kaminari olvidara por completo lo que se comprometió a hacer.

—Sero... Ya pasó una semana —dijo, intentando hablar con la mayor sinceridad posible—. No van a abstenerse de comer pizza o de decir palabras con "p" toda la vida, así que no te preocupes, estoy bien.

—¿Seguro? —La pregunta llegó con sincera preocupación—. No es que no te crea, Kirishima, pero no has sido tú este tiempo y queremos apoyarte en todo lo que podamos.

—Estoy bien —dijo—. O lo estaré, no lo sé. Sólo... Se los agradezco, pero esto es algo a lo que debo acostumbrarme, hasta que pueda dejarlo atrás.

Después de que los tres compartieran una conversación silenciosa de sólo miradas, Kaminari y Sero suspiraron derrotados y él les sonrió en agradecimiento. No es que ya no pensara en Bakugou o en las ricas pizzas que se había acostumbrado a comer, pero creyó que la mejor forma de superarlo era intentando ignorar por completo su subconsciente y su masoquista deseo de recordar constantemente todo lo que había vivido con el rubio.

Que, valga mencionar, no era nada digno de estar en un cuaderno de recuerdos por siempre, pero vaya que resultaba tan increíblemente doloroso como si lo fuera.

+

Kirishima suspiró al subirse a la pequeña balanza que tenía y observar todos los kilos que había aumentado, era lógico que eso pasara si estuvo por más de un mes comiendo pizzas aproximadamente cinco veces a la semana, entre recién compradas y recalentadas; sin embargo, se maldijo a sí mismo, pues le costaría un poco reducir esa cantidad y volver al peso ideal que mantuvo siempre a base de constantes ejercicios.

¿La peor parte? No tenía ganas ni de jugar videojuegos, ¿de dónde sacaría fuerza para hacer ejercicios cuando lo único que deseaba hacer era tumbarse en su cama y ver memes en internet hasta que se le acabara la batería del celular y se fuera a dormir? Trataba de cumplir con sus tareas y asignaciones, pero fuera de ello, la semana completa la pasó en lo que las mujeres conocerían como "depresión post-desenamoramiento". Y vaya que le había golpeado muy fuerte.

Sin más, guardó la balanza nuevamente en la entrada de su baño y fue a tumbarse en su sofá para continuar navegando por internet sin buscar nada productivo; no obstante, cuando estuvo listo para acostarse, escuchó el timbre de su departamento y soltó un quejido cargado de fastidio. Había olvidado que el casero pasaría cobrando la mensualidad por el alquiler, incluso sus padres ya le habían mandado el dinero días atrás, pero no tenía ganas de buscar al viejo y casi sordo hombrecito que siempre le platicaba de la vida y de las enseñanzas de sus años juveniles. Y sí, le agradaba, pero en ese momento ni siquiera se agradaba a sí mismo, así que prefería evitar cualquier contacto con otras personas. Claro, excepto Kaminari y Sero porque, bueno, no tenía opción.

Delivery. | Bakugou Katsuki x Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora