Capítulo 1.

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Pasos de un joven que corría apresurado era todo lo que se escuchaba por los pasillos del palacio real, mientras algunas mujeres jóvenes y hombres lo seguían de cerca pidiéndole que dejara de hacerlo.

—Alteza, por favor, deténgase.

Aquellas palabras no fue algo que escuchó, al menos hasta que llegó a las puertas del palacio, en donde estaban los soldados que habían acompañado al rey, quien en ese momento yacía inconsciente mientras los soldados lo trasladaban a sus aposentos para que el médico pudiera atenderlo.

—¿Qué sucedió?

Inquirió a uno de los soldados que se había inclinado haciendo la reverencia cuando lo vieron salir por las puertas del palacio, demostrando su respecto hacia él.

—Fuimos emboscados —habló el soldado —venían por el rey.

No le sorprendió aquella respuesta y ni siquiera dio un agradecimiento cuando estuvo otra vez corriendo por los pasillos hacia los aposentos de su padre, siendo detenido antes de entrar en la habitación.

—Alteza, el médico pidió que lo dejaran solo con el rey para poder sanar sus heridas.

—General —su voz fue fuerte —voy a entrar a ver a mi padre, y usted ni nadie me lo va a impedir, ¿entendió?

—Sí, alteza.

Vio al general bajar la mirada al suelo como si estuviera arrepintiéndose de haber intentado detenerlo y una de las mujeres que lo acompañaba abrió la puerta para él, quedándose afuera a esperar que él saliera, aunque su intención no era hacerlo pronto, al menos hasta saber que su padre estaba fuera de cualquier peligro.

El médico no intentó echarlo, más que nada porque sabía que el príncipe era obstinado y sólo perdería el tiempo que era valioso para atender al rey, aunque éste no estaba herido de gravedad, y el corte que tenía en su estómago era superficial.

—¿Cómo está el rey? —preguntó.

—No hay de qué preocuparse, alteza —respondió el médico colocando el último vendaje —la herida no es grave.

—Sin embargo el rey está inconsciente.

—Ha perdido sangre, es sólo por eso.

El príncipe miró con desconfianza al médico, él no iba a creerle que el rey estaba bien sino hasta que lo viera despierto, que estando completamente seguro de que nada malo pasaría.

Se quedó en la habitación incluso cuando el médico se salió de ésta y, fue la primera imagen que el rey tuvo al despertar, quien sonrió al ver a su hijo sentado a un lado de la cama sosteniendo su mano, con su rostro contraído en muecas que dejaban claro su preocupación.

—No voy a morirme hoy.

Las palabras del rey atrajeron la atención del príncipe, que se olvidó de las formalidades y se abrazó a su padre, escuchando como éste se quejaba, ya que a pesar de que las heridas eran superficiales, dolían si eran tocadas.

—Príncipe Taemin —susurró el hombre acariciando el cabello de su hijo —tu padre no va a dejarte solo todavía, recuerda que tengo que conseguir primero un buen esposo para ti antes de poder morirme.

El ceño de Taemin se volvió a fruncir con aquellas palabras y un mohín apareció en sus labios, haciéndolo ver como un niño cuando él ya no lo era, tenía veinte años y dentro de un año más su padre tenía que empezar a buscar pretendientes para él, lo que era normal, tomando en cuenta que se trataba de un doncel, y dentro de las tradiciones era que se casara cuando cumpliera veintiún años, y si eso no sucedía, tenía hasta los veinticinco para hacerlo.

Desenfrenada pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora