Capítulo 9.

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Luego de que se enterara de que estaba embarazado, Taemin había tenido que aceptar cada reunión del té con Jung Sub, porque éste ahora tenía el arma perfecta para lastimarlo, ya que bastaba que su mirada posara en su abdomen para que el doncel entendiera que de esa manera le estaba diciendo que si se equivocaba, su bebé sufriría las consecuencias.

A pesar de las amenazas no había podido detenerse, escribió dos cartas, una dirigida hacia el rey y otra a su esposo; en la primera le pedía a su padre que lo liberara de ese matrimonio como lo había prometido que sería si estaba esperando un heredero, y la segunda era comunicándole a Min Ho que ellos serían padres.

Enviar las cartas no estaba siendo tan fácil, ya que ningún mensajero del palacio, ni sus propios guardias podían llevarlas hasta su reino, así como tampoco ni Ji Eun o Ji Min habían podido salir del palacio, porque la segunda opción que Taemin había encontrado era pagar a alguien de afuera, era su última alternativa y orar porque no lo delataran frente al rey o al príncipe.

—Alteza —habló Ji Min siguiendo lo regreso a su alcoba —Ji Eun ha podido salir del palacio —informó en un tono bajo.

Taemin detuvo sus pasos mirando al otro doncel, y luego a su alrededor, y sin confiar ni siquiera en su propia sombra para hablar del tema, lo tomó del brazo, arrastrándolo con él los pocos pasillos que quedaban para llegar a su alcoba, y luego de que las puertas fueron cerradas y vio a los guardias en la entrada, habló.

—¿Llevó las cartas con ella?

—Sí —Ji Min asintió —ella se excusó diciendo que usted deseaba hilos para bordar.

Taemin elevó sus cejas, porque era una mentira poco creíble, no porque él no bordara, ya que sí sabía hacerlo, sino porque era algo que se debería de poder encontrar dentro del palacio, o alguien más lo pudo comprar para él, sin embargo esperaba que de verdad Ji Eun lograra enviar las cartas a su padre y a Min Ho.

—¿Le creyeron?

—Sí —él bajó la voz —estuve hablando con otras sirvientas, al parecer eso no es algo que hay a disposición en el palacio, no desde que el príncipe Tae Yong se fue, y las esposas de los otros esposas y esposos de los otros príncipes no comparten sus hilos.

El príncipe sintió que volvía a tener esperanza, pero no pudo quedarse tranquilo sino hasta que viera a Ji Eun de regreso, porque eso significaba que no la descubrieron y que las cartas fueron enviadas.

No habló con Ji Eun y Ji Min acerca de la razón de que tuviera que enviar las cartas de esa manera, no creía que ellos necesitaban saberlo, a pesar de que eran leales, pero por el momento parecía que entre menos personas se enteraran era mejor, incluso lo prefería el príncipe Jung Sub, y por ahora él estaba siendo obediente por el bien de su bebé.

—¡Alteza!

La voz de Ji Eun llegó desde afuera de la alcoba y Taemin sólo pudo imaginar lo peor, porque no sabía con exactitud hace cuánto tiempo su doncella se había ido, pero tal vez podría ser muy pronto para que estuviera de regreso, y temía que eso sólo pudiera significar que fue descubierta, ese por ahora era su mayor temor.

Las puertas se abrieron y vio a Ji Eun entrar corriendo, su respiración era agitada, que tuvo que colocar sus manos en sus propias piernas e inclinarse un poco hacia adelante intentando recuperar el aliento, porque parecía haber corrido una maratón hasta ahí.

—¿Qué sucede? —preguntó preocupado Taemin —¿alguien te vio? —la doncella negó con la cabeza —entregas las cartas...

—Sí —logró articular.

—¿Entonces qué sucede? ¿Por qué viene...?

—A-Afu-Afuera está...

Taemin poso la mirada en la dirección que Ji Eun estaba apuntando, y antes de que tuviera que volver a preguntar sobre lo que estaba sucediendo lo vio, detenerse frente a la puerta que ahora estaba abierta, viéndose tan imponente que hizo que las piernas de Taemin tuvieran un ligero temblor, pero aquello no le hizo detenerse, sino que se olvidó que había estado interrogando a su doncella para correr a él.

Desenfrenada pasiónWhere stories live. Discover now