Capítulo 34 - 1/3

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Arriba de su caballo, se encontraba Rodrigo y sus "llaveritos" como yo llamaba a sus amigos, los cuales lo seguían a donde sea, tal cual como el adorno que le colocas a las llaves de tu auto. Siempre lo acompañaban.

Rodrigo era uno de mis enemigos desde que tengo memoria, hemos estudiado juntos casi toda la vida, por lo que la convivencia se denotó en un principio algo casi imposible por la forma de ser de él. Arrogante y prepotente. Yo intenté llevarme bien con él muchas veces, pero simplemente él no quería.

Enemigos yo ni tenía, pero él me declaró la guerra una vez, cuando habló sobre mi madre, lo cual nadie sabía y significaba que él estuvo husmeando y buscando información sobre mi vida. Su odio era a tal magnitud que no descansó hasta encontrar algo con lo cual "derrotarme" lo cual no consiguió.

Lo enfrenté y lo mandé al hospital, lo peor fue que me tuvo que ver día con día porque yo era su enfermero.

Cosas de la vida.

—¿Qué demonios quieres, Rodrigo? —escupí tratando de no sonar molesto como él quería provocarme. En el fondo estaba echo furia nada más de verlo.

Dirigió su mirada a quien tenía en un lado, Anahí. Ella nos miraba a ambos algo asustada y sin comprender. Maldije a lo bajo en cuanto se le quedó viendo como un maldito enfermo.

De esta no iba a salir ileso.

—Cúbrete. —le dije a Anahí que no se daba cuenta de lo que le provocaba a toda la bola de enfermos que me iba a madrear en estos momentos.

—Pero Poncho, ¿qué pasa? —dice asustada. La miro con una expresión dura que la hace agachar la mirada.

—Solo cúbrete. —le ordeno. Ella se camina un poco al fondo para cubrirse con el agua hasta el cuello.

Tomo mis pantalones que están en la orilla del Río y me los coloco. Cuando estoy por ir por mi camisa veo como los dos llaveritos de los amigos de Rodrigo se bajan de los caballos y uno de ellos me detiene de tomar mi camisa, con su pie en ella.

—Quítate. —le ordeno mientras le dedico la peor de las miradas. Sé que le caló porque tragó saliva nervioso.

—No. —musita a lo bajo. Suelto una carcajada por lo débil que suena.

—Eres un imbécil. —lo empujo y tomo mi camisa.

Estaban apunto de golpearme pero Rodrigo les hace una seña para que se se detengan. Baja del caballo y camina hacia mí pero no es tan idiota como sus amigos, pues toma una buena distancia. Después de lo que le hice sé que le piensa para atacarme.

—¿Quien es esa belleza que nos has escondido al pueblo? —pregunta sin verme a los ojos y prefiriendo verla a ella.

—¿Quieres ver cómo te parto la cara para que también te escondas del pueblo un tiempo?

—Mira Herrera, tú no me asustas. —dice eso último con la voz temblorosa. Aclara su garganta. —Lo de la última vez fue porque me tomaste desprevenido y...

—Tus excusas ve y dáselas a la gente cuando te parta la cara.

—Pero porque nunca se la habías presentado a los amigos, es sexy tu chica... —seguía con los malditos comentarios acerca de Anahí. Él sabía que bien podía joderme fácilmente con eso.

—¿Quieres cerrar el hocico o te lo cierro como tú ya sabes?

—Aparte de sexy, caliente. Se mete casi desnuda a nadar, ¿por qué no te quitas ese sostén mamita?

Borrar De La Memoria.Where stories live. Discover now