Parte 16 (otro trocito)

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Respiró hondo al ver la mansión delante de ella, le temblaba absolutamente todo, y su corazón latía fuerte y rápido, tenía que calmarse, por el bien de ella y por el bien del bebe.

---Estaré justo aquí, si necesitas algo, lo que sea, quiero que sepas que estaré aquí--- le dijo Tomas a Ellen mientras le abrazaba por detrás, Ellen solo asintió.

---eres fuerte Ellen, tu puedes--- susurro para ella misma cuando daba el primer paso para entrar a aquella casa que se le hacía tan familiar. Entro. María la miró expectante

----¡oh por dios mi señora que alegría verle de nuevo! —dijo sin más y corrió a abrazarla, Ellen correspondió al abrazo, le había extrañado, claro que si lo había hecho

--- el duque ¿dónde está? ---- preguntó al terminar el abrazo

----No está mi señora, ha salido desde hace rato--- contestó honesta

--Entiendo, entonces subiré a descansar, el viaje me ha cansado--- María asintió y Ellen agradeció que no preguntara nada más.

Ellen salió de nuevo, le dio las noticias a Tomas y este se marchó, no sin antes hacerle saber que él estaría disponible para lo que ella necesitara.

Ellen subió a su habitación, le sorprendió ver que todo estaba como lo había dejado. Tomo un baño y se acostó en la cama, el viaje si le había cansado y eso lo resentía su espalda y cadera, no se durmió, ¿Cómo podría?, tenía tanto en su cabeza rondando, desde que posiblemente Andrew estuviera con Isadora en esos momentos hasta el cómo empezaría la charla con él, algo en definitiva se le hizo extraño, y era el no haber encontrado a Isadora en la casa, Ellen esperaba encontrar a la familia feliz, pero le sorprendió ver que todo seguía igual, y aún más raro le sorprendió que su habitación siguiera igual. Pensó en su hijo y en como tomaría la noticia Andrew, instintivamente se llevó una mano a su vientre---todo estará bien—susurro para la vida que llevaba adentro y entre tanto pensar pudo conciliar el sueño.

****

Le miró, ¿era cierto o era una alucinación más? O era una imagen producida por su cerebro por el ferviente deseo de tenerle de vuelta. Se acercó con paso precavido y lento hacia el bulto que descansaba en esa habitación a las que tantas veces había ido a recostarse, solo por el simple hecho de querer oler la esencia que había dejado en sus almohadas.

María le había dado la noticia, pero no había querido creerle. Se sentó al lado del cuerpo que yacía en la cama y la miró, como le había extrañado, por Dios que si le había echado de menos, tanto que no pudo conformarse con solo mirar, sin darse cuenta llevo su mano hacia sus cabellos, se acercó a ella para olerle, ¡qué bien olía! ¿era ella? O solo estaba imaginándolo de nuevo?, se sentía tan real que incluso sintió vivir de nuevo, no se contuvo, ¿Quién lo haría en su situación?, acerco su rostro al de ella y empezó a hacerle caricias con la nariz, paró cuando su nariz tocó la nariz de ella y seguidamente unió sus labios , ¡cómo se sentía a gloria eso!, fue un dulce y suave beso, pero significativo, se separó  y miró como esos ojos verdes se habrían poco a poco.

Sintió que alguien estaba con ella, así que abrió sus ojos para encontrarse con esos ojos azules que le hacían olvidar incluso hasta su nombre. Ambos se miraron, ninguno dijo nada, solo profundizaron esa mirada que parecía decir todo y no decir nada a la vez. Ella le había extrañado, no se había dado cuenta de cuanto le había echado de menos hasta que lo tuvo frente a ella, sus ojos azules penetrándola hasta el alma. Fue instinto, porque era obvio que no pensaba en ese momento, cuando llevo su mano al rostro de él acariciándolo. Él le dejó, se dejó porque se sentía como gloria tener su mano en su mejilla, recargo su rostro en la palma de la mano de ella, porque se sentía demasiado bien.

Ambos no decían nada, ambos tenían cosas que recriminar, pero ninguno lo hizo, él pego su frente a la suya y también llevo sus manos a su rostro.

Era de noche, solo la luz de la luna se filtraba por aquel ventanal, solo la luna fue testigo de aquel encuentro en donde no hubo palabras. Él se acostó a su lado y la abrazó, la abrazó para que no se le fuera nunca más, ella aceptó el abrazo y se cobijó en el pecho de él oliéndolo porque había extrañado tanto su olor. No hubo caricias, ni besos, ni ningún acto de pasión, fue la primera vez que Andrew Bedford se quedó a dormir junto a ella, fue la primera vez que ella durmió en los brazos de él y rogaba al cielo por no despertar sola como siempre lo hacía, fue aquella, la primera vez que ambos dejaron que aquel sueño que tantas veces habían tenido durante los días pasados siguieran su curso, ambos sabían que era una creación más de sus subconscientes, pero no les importó, porque por primera vez, este sueño parecía real.

Te Amo a ti (Completa)Where stories live. Discover now